Capítulo 10

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Los pensamientos de Jimin iban desde el día en que salió de su casa hasta el momento en el que su mente le mostraba imágenes de Yoongi. Aunque al principio se regañaba por tenerlo siempre en sus pensamientos, después de hablar con Taehyung llegó a la conclusión de que le gustaba el pálido. No lo reprimió ni nada, solo dejó que el sentimiento lo envolviera, teniendo en cuenta que jamás lograría algo con el chico lindo con cara de gatito enfuruñado.

Sus pequeños dedos picaban por tocar las mejillas rosadas del chico que, después de llorar, se quedó dormido recostado en el sofá más grande con su cabeza reposando en sus muslos. Sus pestañas húmedas cubrían aquellos hermosos ojos, su boca estaba entreabierta y su cabello desordenado, una imagen que cautiva aún más al rubio.

—Jamás pensé que me llegaría a gustar y aún más alguien inalcanzable— Su voz bajita para no despertar al pálido invadió el lugar. Aún no podía creer la tremenda propuesta del chico, pero no tenía más opciones y tenía esa espina que le decía que no aceptara, que terminaría mal. Pero tan necio, disipó esos pensamientos. Su teléfono empieza a sonar y el número de Jin se muestra en la pantalla.

"Buenas noches, hyung". Saluda al mayor.

"Hola Jiminni, te llamé porque mañana abriré un poco tarde la cafetería" una voz desconocida se escuchó de fondo llamando a su hyung. "Solo es eso, cuídate nos vemos"antes de mencionar algo, la llamada fue cortada. Suspiró y sonrió feliz por Jin, el chico es una buena persona y merece cosas bonitas.

La lluvia no para de caer y el viento libre menea todo a su paso. Los ojos irritados de Yoongi se fijan en la mirada perdida de Jimin. No niega que el chico es bonito y se pierde en cada facción del chico hasta que el azul de los ojos ajenos invade sus orbes oscuros. —Me gustan tus ojos— tapa su boca al instante y sus mejillas se tornan rojas, al igual o peor que las de Jimin.

—Gracias, hyung—. Tímidamente le regala una sonrisa con la cual desata una tormenta en la cabeza de Min. —Yo, yo puedo ir al baño, mm—pide avergonzado.

— Por supuesto— responde y se levanta con pesar del cómodo lugar. —Prepararé algo para cenar—. No hay incomodidad ni un ambiente pesado, es como si los dos se conocieran desde antes y sus sonrisas cómplices los delatan. Pero no, ellos apenas y se conocen, aunque la confianza se generó rápido, aún con lo roto que los dos están.

 
Con la suave melodía de "Beautiful Boy" de John Lennon y con la voz grave de Yoongi de fondo, el ambiente en aquel departamento se vuelve cálido. Las manos habilidosas del mayor en la cocina crean un aroma exquisito. Mientras lava algunos trastes que ocupó antes, no puede evitar inmiscuirse en aquellos pensamientos en donde deseaba poder compartir momentos pequeños pero agradables con Hoseok. De la nada, también llegan esos deseos fervientes de encontrar a alguien como su madre encontró a su padre.

Cuando apenas tenía cinco años, Yoongi admiraba con devoción el amor de sus padres. Siempre los observaba en las tardes comiendo juntos y resolviendo juntos cualquier percance que surgiera. Todo ese ambiente de calidez y amor lo acompañó hasta su juventud y la actualidad. Por eso, cuando conoció a Hoseok en el Instituto al que asistían, se dejó envolver fácilmente por sus palabras y acciones dulces que demostraban amor, o eso pensaba. La realidad era que Hobi, como solía llamarlo, exigía con dulzura que dejara de pasar los viernes de películas con su amigo para pasarlos con él. También actuaba de manera descarada ante el equipo de baloncesto y permitía que coquetearan con él, solo para hacer que Yoongi se sintiera culpable y terminara por abandonar y alejarse de sus compañeros, todo por el capricho de que todos vieran que Min Yoongi estaba bajo su control. Algunos amigos del pálido le avisaron de que su novio pasaba las últimas horas dejándose llevar por aquel guapo y joven profesor de literatura.También le contaron que en aquellos días en los que se sentía enfermo, eran mentiras para pasar tiempo con el guapo chico que era su vecino. Todo ese tiempo él fue un completo idiota.

Año y medio pasó de su noviazgo y Hoseok tenía que ir a Seúl. Su madre quería que se realizara en la capital, por lo que sin reproche aceptó. Pero no dejó que Yoongi diera fin a la relación y se arreglaron para poder verse. Cada quince días él regresaba a Daegu por dos días. De paso, también visitaba a la humilde anciana que tenía como vecina, aunque claro, era la excusa para ver al nieto de la mujer. Al comienzo no le fue bonito engañar al pálido, pero la adrenalina que lo llevaba a tener sus encuentros y el placer que recibía no lo dejaron terminar con sus aventuras. No cuando su profesor le susurraba al oído que su nota era excelente gracias a su flexibilidad y como a su vecino le encantaba pasar la lengua por su trasero.

Yoongi no era el mejor en el sexo, pero tampoco era un total desastre. Sin embargo, para Hoseok no era suficiente y esa excusa se repetía cada vez que se planteaba dejar de engañarlo. Había amor, pero faltaba confianza y lealtad. Estas razones hicieron que ahora Yoongi esté sentado en la mesa acompañado de un rubio de mejillas abultadas y sonrisa encantadora, olvidándose de los malos pensamientos. Mientras tanto, Hoseok caminaba ebrio por la oscura ciudad, empapado por la lluvia, sin nadie que cuide de él.

A la hora de dormir, todo fue en silencio. Jimin había ayudado a lavar la vajilla de la cena mientras Yoongi se alistaba para dormir. —Hyung, muchas gracias por lo que estás haciendo por mí— la suave voz de Jimin distrae al pálido, quien acomoda la cama donde el rubio dormirá.

— No tienes nada que agradecer, ahora sí vamos a dormir — sonríe y se despide de Jimin, dejando su corazón acelerado al ver lo tierno y encantador que es Yoongi.





Aveces olvido que tengo que terminar este fic,  gracias a los que me leen. Un abrazo.

Mill🖇

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