Tsubasa Ozora ama el fútbol desde que tiene memoria, y a su balón como si fuese una parte de su cuerpo. Cuando tenía un año, estuvo por ser arrollado por un camión, sin embargo, el balón amortiguó el golpe y le salvó la vida. Desde ese día se convir...
─Ahí viene ese grupo de idiotas─ dice Ishizaki, fastidiado.
─Capitán, ¿qué hace aquí? Pensé que había ido a su casa.
─Sí fui, pero volví.
─¿Por qué?
Entonces Wakabayashi se dirige a mí:
─Admito que tienes talento para patear el balón, pero eso no significa que puedas vencerme en un partido.
─¡¿Qué dijiste?!─ le grita Ishizaki enojado.
─Si quieres anotarme un gol... primero debes burlar a todo mi equipo─ señala a los chicos.
─¡¿QUÉ?! ¡NO, NO, NO! ¡ÉL TE DESAFIÓ SOLAMENTE A TI Y A NADIE MÁS! ¡OBLIGARLO A JUGAR CONTRA TODOS ESTÁ MAL!
─Esa es la única forma en la que aceptaré su desafío.
─¡ERES UN ENGREÍDO Y UN ABUSIVO!
─¡Y muy feo!─ le grita Tori.
─Está bien, acepto─ digo yo, sonriente.
─¡Tsubasa, es una locura! ¡No podrás contra todos ellos!
─Pero si no lo intento no podré desafiarlo. Quiero ver de lo que es capaz.
─Pero es que...
─Hermanito...
Ishizaki no lo sabe, pero se preocupa por cosas por las que no debería preocuparse.
Voy a enfrentar a Wakabayashi y ganaré.
Entramos a la cancha y nos preparamos. Tori e Ishizaki están de un lado de la cancha y los dos señores y la chica que vinieron con Wakabayashi están del otro lado. Yo estoy jugando con mi balón con mi cabeza.
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Y le empiezo a hablar, como siempre:
─Amigo, ¿tú también estás ansioso por enfrentarlo? Yo muero por anotarle un gol. Tenemos que hacerlo...
De seguro los demás me ven como a un loco, pero no me importa en lo más mínimo, porque no saben lo que les espera.
─¡¿QUÉ ESTÁN ESPERANDO?! ¡QUIERO QUE LE QUITEN EL BALÓN YA!─ les ordena Wakabayashi.
─¡Sí! ¡Vamos por él!─ todos corren hacia mí.
─Adelante. Empecemos... ¡Voy!─ corro hacia la portería con el balón.
Eran demasiados, pero a cada uno lo esquivé. No son problema para mí.
Todos me miran asombrado por mis maniobras.
─¡Tú puedes, Tsubasa!
─¡Aplástalos, hermanito!
─¡Deténganlo, inútiles!─ les grita la chica que vino con Wakabayashi.
