04. Verdades

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MARINA

Había pasado una semana desde el sismo, pensamos que fue un terremoto pero había sido un fuerte sismo; el epicentro estuvo a una ciudad de aquí. Toda la semana fue de pequeñas réplicas, pero ya ahora no había nada; esa fue una razón por la cual no nos íbamos todavía.

Ezra y yo habíamos ido a hablar en nuestros trabajos sobre nuestra renuncia, no dimos muchos detalles de nuestra vida privada y para nuestra suerte nos entendieron.

Iba a extrañar la librería, allí siempre me trataron como en un hogar cálido, les agradeceré siempre ese gesto tan lindo que tuvieron conmigo; y si, les conté que estaba embarazada y de cortesía me regalaron el libro que había tomado prestado.

Nos encontrábamos alistando las cosas, el día de ayer nos dedicamos netamente a guardar los objetos del departamento; íbamos a vender ciertas cosas ya que al mudarnos a la casa de su tía, teníamos lo necesario.

Ezra sale de la habitación con dos maletas, yo estaba guardando mis libros en una caja y el de After lo guardé en un bolso, vería la manera de arreglarlo ya que tenía anotaciones mías de hace mucho. Era especial para mi.

De ahí, en una maleta guardo todos mis cosméticos de mi cómoda, junto con los zapatos y bolsos; Ezra se asoma por la puerta, mirándome.

-¿Todo listo amor?- pregunta acercándose a cerrar la caja de libros-. Iré llevando esta caja al auto, ¿puedes con esa maleta o la llevo yo?

-Sip, ya está esa caja. -cierro la caja con cinta, de ahí cierro la maleta-. ¿Me ayudas después con la maleta?

-Claro que si, princesa. -se acerca a cargarla caja y sale como si no le pesara-. De ahí vengo por la maleta, ya es lo único que falta.

Me encanta cuando sus músculos se tensan ante la fuerza que hace. Se le ve extremadamente sexy.

Miro la habitación una vez más; aquí nos habíamos conocido, declarado, también nos entregamos por primera vez. Este lugar siempre estará presente en mi.

Salgo de la habitación con la maleta y camino lentamente, recordando nuestros momentos en cada espacio del departamento. Me sentía como en esas películas cuando se mudaban a otro lugar y miraban todo con nostalgia.

Ezra aparece por la puerta y se acerca a mi, creo que había notado mi nostalgia porque me abraza y se lo correspondo; besa mi cabello mientras lo acaricia, soltando un suspiro.

-Vamos a estar bien, verás que empezaremos una mejor vida.- susurra-. La que siempre hemos deseado tener.

Tal vez, era la vida que él deseaba tener; pero, yo no podía negarme a ello. Me incluía en sus planes de vida, nos amábamos, supongo que puede ser un error; sin embargo yo quería esto.

-Ya podemos irnos, Ezzie; o terminaré llorando.- río por lo bajo cuando nos separamos, me da una sonrisa mientras toma la maleta-. Vamos.

Ezra sale detrás de mi con la maleta, habíamos contratado unos señores para que nos ayuden con la mudanza pesada, nosotros iríamos tras de ellos.

Mientras Ezra habla con el dueño del edificio para darle las llaves, yo voy bajando por el ascensor. Pero este se detiene en dos pisos antes de que llegue al primero.

Un tipo con capucha entra y se coloca a mi lado, solo nosotros dos; agacho mi mirada para ver mis zapatos ya que estaba algo incomoda, y cuando el ascensor se abre, él deja caer una nota y se va.

La recojo y salgo detrás de este, pero me quedo estática al ver quien era cuando voltea a verme de reojo, su sonrisa psicópata me enfría el cuerpo. Miro la nota y mientras la leo, mi cuerpo se tensa aún más.

La chica del océano | Terminada ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora