EZRA
No responde las llamadas.
Mi angustia aumenta en grandes zancadas al darme cuenta que se ha desaparecido de todas las redes, y en el último intento por llamar a su teléfono, suena que su línea del móvil ha sido cancelada. Ya no existe.
-Por favor... contesta...- susurro, marcándole a mi tía.
A los tres pitidos escucho su voz.
-Hijo, ando muy ocupada, te llamo al rato.- iba a cortar pero chisto, ella se queda en silencio-. ¿Que sucede?
-Marina no está... yo... ¿ella está contigo?- pregunto, ella se queda en silencio-. Dime por favor... ¿está ahí? ¿Mar está contigo?
Azahara empieza a llorar y mi desesperación aumenta más, pongo en altavoz a mi tía para dejar el teléfono en la cama y cargar a mi hija quien se arrulla en mis brazos.
-Hijo, me estás preocupando...- la puedo oír nerviosa, mientras yo estoy meciendo a Azahara quien llora por el pecho de su madre-. Voy a pedir permiso para ir ahora mismo.
Ella cuelga la llamada y yo acuno a mi hija como puedo, no deja de llorar y la verdad me tiene como un loco. Marina no aparece por ningún lado, se desapareció de todos lados como sino existiera. La noche se hace más densa en lo que aumenta mi preocupación, y como si fuera a entender mi dolor, empieza a llover.
Me siento en la cama con cuidado al notar que mi hija se va quedando dormida poco a poco, beso su frente con suavidad y empiezo a llorar en silencio. ¿Y si se ha ido? ¿Y si ya no sabía cómo hacer lo que ella realmente hubiera querido? No puede ser eso, ella no me haría eso, Marina no es así.
¿En donde está mi amor?
-Tu madre va a regresar, te lo prometo.- susurro, dejando con cuidado a mi hija en su cuna.
Tomo mi teléfono y bajo con rapidez al primer piso para buscar algo de ella, siempre dejaba sus chamarras colgadas en la sala, busco en sus bolsillos o algo que me dé indicios de si tenía planeado irse.
-Por favor... no me hagas esto.- susurro, apoyándome en la pared, secando mis lágrimas-. No me dejes Mar... ¿Donde estás?
Vuelvo a subir a la habitación, escuchando justo como la puerta es abierta y me asomo, viendo a mi tía entrar y subir con rapidez para acercarse a mi.
-Rafael y yo iremos a buscarla por la ciudad en su coche, tú quédate con tu hija.- me acaricia el rostro, secando mis lágrimas-. Todo va a estar bien. Si no la encontramos... vamos a reportar su desaparición.
-Solo encuéntrala y dile que la estoy esperando.- susurro, ella me inclina para besar mi frente-. Dile que su hija la necesita, yo la necesito.
-Ya vuelvo amor mío, ella vendrá a casa.- me mira con pena, acunando mi rostro mientras yo tomo sus manos-. Iré a esperarlo abajo, le avisé cuando venía. Ya me voy, te llamo cualquier cosa.
La veo irse rápidamente. Mis pasos se aceleran al caminar por toda la habitación con nerviosismo, mis manos sudan. La necesidad de ir por ella es mayor con los minutos eternos que transcurren. Necesito saber dónde está.
Miro a mi hija, quien duerme con tanta paz. Miles de pensamientos envuelven mi mente y me apresuro a cargar a mi pequeña junto con su manta, la acuno en mi pecho y tomo mis llaves al igual que mi teléfono. Salgo del departamento en dirección al piso de arriba por el ascensor, ya que ahí vive una vecina que Marina y yo conocemos; es la única manera.
-Buenas tardes, señora.- hablo en cuanto me abre la puerta, mi rostro la preocupa-. ¿Podría cuidar a mi hija unas horas? Necesito buscar a mi esposa, ha desaparecido.
ESTÁS LEYENDO
La chica del océano | Terminada ✔️
Jugendliteratur«La chica del océano, la del amor eterno.» >> "¿Qué se siente estar viva?" Aquella pregunta se la hacía Marina en todo momento, pensando en si ella tenía un propósito muy bueno aquí en la tierra; pero no se imaginó uno co...