Calamares en el Estómago

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Se arreglaba frente al espejo. Ya se había cepillado quince veces, pero aún no le parecía suficiente. Incluso retocó su maquillaje.

–¿Te sientes bien?– preguntó Ainosuke.

–Claro ¿Por qué no lo estaría?– respondió nervioso.

–Desde que ese prisionero llegó, actúas raro–.

–Yo no actúo raro– se puso labial –Es solo que... Hoy fue un día pesado– mintió –Iré a dar una vuelta por el castillo–.

–¿Te acompaño?–.

–¡NO! Quiero decir, necesito estar solo– salió del cuarto.

Se apresuró a llegar a la puerta de la prisión ¿Enserio iba a hacerlo? Pero ¿Y si Kojiro ya no sentía lo mismo? Por que, de no ser así ¿Por qué nunca lo buscó?

Tomó aire. Sabía que nunca obtendría respuesta si no preguntaba directamente.

–Chicas– miró a las guardias –Me gustaría pasar–.

–Oh, claro majestad– respondió una sirena –Lo escoltaremos–.

–No será necesario– miró su cintura –Oh, tu cinturón está algo chueco– lo arregló –Muchas gracias– entró.

Soltó un pesado suspiro y miró las llaves que recién había robado.

Todo por un humano.

Se paró frente a la celda. Kojiro aún no notaba su presencia, por lo que pudo apreciarlo por un rato.

Un escalofrío recorrió la espalda del peliverde. Levantó la mirada y se encontró con él.

Se levantó y se acercó a los barrotes.

–Enserio eres tú– murmuró.

–Y tú eres tú– formó una sonrisa torpe.

Tomó las llaves y abrió la celda.

Se abrazaron como instinto. Sus corazones se sincronizaron a un mismo ritmo.

Kojiro acarició su cabello. Incluso bajo el agua se sentía suave, tal y como lo recordaba.

Se vieron a los ojos.

Entonces Kaoru le soltó una cachetada.

–¡AUCH!– soltó –¿Y es por qué?–.

–¿¡Por qué!? ¿Enserio me lo preguntas?– gritó –Seis años, Kojiro. Estuve esperándote durante seis malditos años– se separó –Ningún mensaje o al menos pasar tu barco por estos mares para no sentirme olvidado–.

–Yo... Lo siento– murmuró –Pero, oye, no eres el único que puede reclamarme ¡Te casaste!–.

–Sí, te conté de todo eso cuando seguíamos juntos–.

–¿Siquiera buscaste la manera de anularlo?–.

–¿E iniciar una guerra? ¡No me cambies el tema! Me dejaste–.

–Quería proteger a mi hijo– contestó –Reki casi muere en la guerra del puerto ¿Qué haría si eso le pasara a Miya?– hizo una pausa –¿Él está aquí?–preguntó preocupado.

Suspiro.

–Llegó hace unas semanas. Puedes estar tranquilo, todos lo han tratado bien– se abrazó a él mismo.

–Gracias– se mordió el labio –¿Y tú cómo estás?–.

–Bien, supongo– murmuró.

Lo abrazó por la cintura –Te ves hermoso– le susurró –Enserio te he extrañado mucho. Perdón por hacerte sentir olvidado. Pero mi familia...

–Lo entiendo– lo interrumpió.

–Pero te sigo amando, Kaoru. Nunca dejé de hacerlo–.

Se sobresaltó y lo miró.

–¿Aún lo haces? ¿De verdad?–.

–¡Claro que sí! Me duele que lo dudes–.

Sus labios se unieron. El primer beso de Kojiro en seis años. Y el primero de Kaoru que realmente sentía en mucho tiempo.

Pegaron sus cuerpos como si sus vidas dependieran de ellos.

Parecía que los años no hubieran pasado. Estaban juntos.

Lágrimas empezaron a resbalar por los ojos del menor. Al fin su sueño se hacía realidad.

–¡Kaoru!– escucharon a alguien gritar.

–Mierda– se separó el pelirrosa –Es Ainosuke. Encuéntrame en el jardín en la noche–

–Estoy ansioso– besó su mano –Pero ¿Cómo...

Salió de la celda y fingió cerrarla.

–Cariño, aquí estás– llegó el peliazul.

–Oh, yo me sentí mal de no haber hecho el juicio adecuado. Así que vine a interrogar al prisionero– respondió –Es el padre de Miya. No lo reconocí– se escondió un mechón de cabello detrás de su oreja –Que torpe ¿No? Se quedará acá un rato. Iré a pedirle a mis concubinas que le preparen un cuarto–.

–¿Quieres que yo vaya por Miya?– lo sostuvo por la cintura. Así recibiendo una mirada asesina por parte de Joe.

–Claro– se separó de manera casi inmediata –Se sorprenderá– intentó disimular su incomodidad.

–De acuerdo. Si gusta acompañarme a la sala principal en lo que el joven Miya está listo, señor Joe– le sonrió al peliverde

Este miró a Kaoru, quien le asintió.

Los tres asintieron.

A la ex pareja solo le quedaba rezar por que las cosas no fueran demasiado incómodas

El Pequeño TritónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora