Complicaciones

394 56 7
                                    

El palacio despertó con gritos.

Los reyes abrieron los ojos y de inmediato se apresuraron para poder enterarse de que es lo que sucedía.

–¡Eres una pequeña rata de mar!– gritó la cocinera.

–¿Hay algún problema?– preguntó Kaoru.

–Este niño– respondió la sirena mientras jalaba del brazo al pelinegro.

–Hola, Cherry– sonrió nervioso.

–Hola, Miya– soltó un bufido –Es mi invitado. Suéltalo, por favor– ordenó.

Obedeció –Majestad, sabe que lo respeto– se acercó a él –Pero si ese niño vuelve a pisar mi cocina...

–Hablaré con él, puedes estar tranquila– sonrió –Ainosuke– miró a su esposo –Por favor, ve a pedir que preparen un baño para Miya– lo vio sucio.

–Sí, Kaoru– accedió y se fue.

Al igual que los sirvientes.

–¿Estoy en problemas?– preguntó el niño.

–Ni te imaginas– contestó y se lo llevó al baño.

La tina ya estaba lista.

–Retírense– habló a las sirvientas –¿Qué hacías ahí?– empezó a interrogarlo cuando estuvieron solos.

–Quería agradecerte por dejar que me quedé. Te iba a hacer un omelette–.

–¿Cómo quería hacerlo si no hay fuego acá abajo?– arqueó una ceja mientras le ponía shampoo.

–Sí, creo que por eso se molestaron allá. Eso y por que lo hacía a escondidas–.

Soltó una carcajada –Enserio eres todo un caso–.

–Supongo– murmuró –Cherry ¿Tú y ese otro tritón están enamorados?–.

No negaría que la pregunta lo tomó por sorpresa, pero solo formó una tierna sonrisa –¿Enamorados? No– respondió –Somos amigos. Los mejores de hecho. Pero amar ya no está en mis planes– suspiró –Solo hace que las pérdidas duelan más–.

–Estoy de acuerdo con eso, pero ¿Cual es tu plan? ¿No amar a nadie otra vez?– rio –Es algo tonto, si lo piensas–.

–Lo es ¿No es así?– miró el cabello del niño.

Entonces reaccionó. De nuevo estaba haciéndolo. Lo trataba como si fuera su hijo. Su sonrisa se convirtió en algo más triste. Momentos como ese siempre lo hacían recordar a su madre. Como lavaba su cabello mientras le cantaba una bella canción. Aún cuando sus criadas le ayudaban con eso, ninguna tenía el toque tan suave como el de la antigua reina.

En parte, no podía evitar reflejarse en Miya. Podía notar la soledad y tristeza en sus ojos. Incluso sentir el cinismo en la mayoría de sus palabras. Y le dolía. Él no había desarrollado nada de eso hasta la adultez. Pero el niño sólo tenía catorce.

–Mi papá siempre ha dicho que ignorar el problema no es la respuesta. A él también le dolió cuando mamá se fue, pero siguió adelante. Y entonces te conoció a ti ¡AUCH!– el mayor le había jalado el cabello.

–Lo siento– se apresuró a decir –Solo que, tú sabes, tu padre– gruñó.

–¿Estás molesto por que no te buscó?–.

–No entiendo que tanto le costaba mandar aunque sea una carta–.

–¿Cómo querías que lo hiciera?–.

–Mensaje en una botella, duh–.

Risas.

–Te extraña– dijo –Muchísimo. Todos en el pueblo, de hecho–.

–Yo también los extraño. Todos eran asombrosos–.

–¿A mi papá también?–.

Se tensó –Kojiro formó una parte muy importante de mi vida, pero no sé si toleraría volver a verlo–.

Miya iba a responder, pero fue interrumpido por la llegada del rey.

–Kaoru, tenemos que hablar– se acercó a él –¿Estás limpiando su cabello?– miró la escena –No me respondas– interrumpió a su marido –Estás tarde para tus clases con los prospectos a herederos. Y no podemos tener más escándalos como el de esta mañana– miró mal al menor.

–Miya enserio lo lamenta– tomó un caracol y lo llenó de agua para poder enjuagarlo –¿Verdad?– le sonrió.

El menor asintió con una mueca y miró de reojo al peliazul.

–Pero tienes razón– dijo –Ya es hora de que me retire– terminó de arreglarlo

–¿Puedo ir contigo?– preguntó Miya.

–Claro– sonrió.

–¡Kaoru!– soltó Ainosuke.

–Ey ¿Qué daño va a hacer?– se acercó a él y tomó sus manos –Confías en mí ¿Cierto?–.

–Sabes que sí–.

–Entonces debes relajarte. Estará mejor conmigo que solo ¡Ven, cariño!–.

El chico obedeció emocionado.

El Pequeño TritónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora