Realidad

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La despedida fue dura para los hermanos.

Pero ambos juraron buscar la manera de volver a verse lo más pronto posible.

Todo parecía perfecto. Sin embargo, era por no tener idea de lo que ocurría en su hogar.

–Te lo preguntaré una vez más, Hiromi– lo acorraló Tadashi contra una pared –¿Dónde está el rey?–.

–Ya le dije que no sé– chilló el ex guardia real –Me pidió que lo cubriera tres días, pero no sé nada más-.

Ainosuke soltó un pesado suspiro.

Sabía que en su ausencia Kaoru aprovecharía para pasar más tiempo con Kojiro. Mas nunca se imaginó que desaparecieran.

–Ya déjalo, Tada– murmuró –No vale la pena– se sentó en su trono.

–Majestad...

–Tal vez esto es lo mejor– hizo una mueca –Ser rey soltero seguro me dará carácter– miró a su alrededor –Carajo, nunca debí declararmele– gruñó.

–No diga eso– se acercó el mayordomo –Usted es asombroso y su majestad Sakurayashiki un idiota. Se lo dije antes, cualquiera sería afortunado de estar a su lado– se mordió el labio –De hecho, yo...

La voz del pelirrosa los interrumpió.

El mayor se paró de inmediato. Se detuvo al estar detrás de la puerta.

–Y quiero que se comporten– lo escuchó decir.

Suspiró aliviado.

–Te ves lindo cuando estás enojado– dijo Joe –Aww y mucho más sonrojado– se burló.

Ahora hizo una mueca.

–Que tontería– giró Tadashi los ojos y fue a abrir–.

–Y Miya más te vale que...

–Cherry– susurró el niño.

El tritón gruñó.

–Déjame adivinar, Ainosuke está detrás de mí–.

–Peor– soltó el mayordomo.

Tragó saliva.

–Tadashi– forzó una sonrisa y se dio la vuelta. Entonces vio a su marido –Suke ¿Estás bien?–.

–Pero qué osadía la suya en siquiera preguntarle– contestó Tadashi por él –Lo que hizo fue irresponsable y egoísta ¿Acaso tiene idea de las dificultades en las que me metió durante este tiempo? Y solo dejando a un mísero e inútil guardia al mando de todo el maldito reino– gritó.

Los ojos del pelirrosa se cristalizaron.

–No me salgas con tus cosas de víctima ahora–.

–Oye– se metió Kojiro –No puedes hablarle así–.

–Tú no te metas, gata rompehogares–.

–¿Se supone que eso es un insulto?– arqueó Miya una ceja.

–¡CÁLLENSE!– gritó Ainosuke –Kaoru, tenemos que hablar. Te veré en nuestra alcoba– su esposo asintió y se fue –Miya, a tu cuarto. Y tú, Kojiro– tensó su mandíbula –Haz lo mismo ¿Quieres?–.

El peliverde se sorprendió –¿Enserio?–.

–Vete antes de que cambie de opinión– le dio la espalda.

Nadó hacia la habitación.

Lo primero que vio fue a Kaoru sobre la cama. Acariciaba su cabello de manera frenética. Cosa que hacía siempre que se encontraba nervioso.

Suspiró y se acercó a él.

–Entonces– se sentó a su lado ¿Qué está pasando?– preguntó.

–Yo...

–Te pediré que seas honesto, por favor– lo interrumpió.

–Lo siento– murmuró –No esperaba causar problemas, es solo que... Esto es imposible– masculló.

–¿A dónde fuiste?–.

–Solo un paseo–.

–Kaoru– alzó la voz.

Tragó saliva –Fui a ver a mi hermano–.

–¿¡A la superficie!?– gritó.

–Perdón– lloró –Es solo que...

–Carajo ¿Qué mierda está pasando contigo? ¿O soy yo? ¿Quiénes son Miya y Joe?– lo sostuvo por los hombros –No– frunció el ceño –Quiero que me digas que pasó el día de nuestra primera boda ¿Tan mal estoy?–.

–¡No!– respondió el inmediato –Quiero decir, no quería casarme. Pero no porque fueras tú, si no que tenía miedo de no poder amar a alguien– murmuró –Fui secuestrado por piratas. Le hice creer al capitán que buscaba al heredero e hicimos un trato. Conocí a su familia. Era un padre soltero con un niño de ocho años– sonrió –Era adorable. Convivimos y... Bueno, puede que hayamos o no empezado una relación–.

El peliazul hizo una pausa.

–¿Es Kojiro, verdad?–.

–Enserio lo siento–.

–Pero claro que es él– se levantó de golpe –Soy un idiota ¿Enserio un humano? ¿Tienes idea de lo peligroso que es eso?–.

–No fue intencional. Solo pasó–.

–¡Sé que pasó! Yo estaba ahí cuando le dijiste que lo amabas. Solo esperaba que lo hubieras olvidado. Con razón ambos me sonaban familiares–.

–Suke...

–Kiriko vendrá al baile de San Valentín. No quiero quejas– dijo –Es tu decisión si quieres que ellos dos estén presentes. Pero es la fecha límite que te voy a dar para que los saques de palacio–.

–¿¡Qué!? Pero le prometí a Miya que su cumpleaños...

–Podemos mezclar ambas fiestas– suspiró –Lo hago por el bien de todos– dejó resbalar una lágrima –¿No te dolió mentirme en todo este tiempo?–.

–Perdón, no sabía que otra cosa hacer–.

–¿Sabes qué es lo peor de todo? Quiero seguir confiando en ti– chilló –Me gustaría fingir que esto no pasó y actuar con que nuestro matrimonio sigue perfecto– se enjuagó las lágrimas –Dime ¿Al menos eres feliz conmigo?–.

La pregunta lo tomó por sorpresa.

–Lo soy– respondió.

–Te has vuelto malo mintiendo– rio con tristeza –Sé que mi petición será egoísta, pero ¿Podrías dormir conmigo hoy? Me siento horrible y eres el único amigo que tengo–.

Se lanzó a abrazarlo.

–Perdón–.

Se recostaron y Kaoru cayó dormido.

Por su parte, Ainosuke se quedó observándolo. Se veía adorable.

A pesar de todo lo que pasó, no podía dejar de sentirse atraído por él. El tiempo que pasó con su hermana lo ayudó a estar seguro.

Estaba enamorado.

El Pequeño TritónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora