Padrino de Bodas

271 35 3
                                    

Su rostro fue lo primero que vio al despertar. Formó una suave sonrisa y besó su frente.

Ambos seguían desnudos por la noche anterior. Soltó una risita ¿Cuántas veces lo hicieron? ¿Tres? ¿Cuatro? Fuera como fuera, había sido perfecto.

–Buenos días– despertó Kojiro.

–¿Descansaste, guapo?– preguntó Kaoru.

–¿Cómo no hacerlo si dormí junto al amor de mi vida?– acarició su cabello –¿Qué vas a querer hacer hoy? Aún nos quedan dos días en la superficie–.

–Quiero estar con Langa el mayor tiempo posible. Quien sabe cuando volveré a verlo– hizo una pausa –O si al menos podré volver a hacerlo– murmuró.

Hizo una mueca –¿No hay manera de anular la ley de exilio?–.

–Con Kiriko encima no– gruñó –Esperaba que al casarme al fin quitármela de encima. Pero resulta que debe revisar cada cierto tiempo a su querido hermanito– giró los ojos –Agradezco que Suke no sea como ella. Si no ya estaría muerto–.

Pudo ver como un nudo se formaba en su garganta al mencionar a su esposo.

–¿Lo extrañas?–.

–Es solo preocupación. No lo conozco al cien porciento, pero jamás creí que... Ugh– se incorporó –Kiriko aprovechará cualquier oportunidad para arruinarme–.

–No te preocupes. Seguro solo fue a despejar su mente. Él te adora, dudo que busque perjudicarte– tomó su mano –Y sinceramente, no lo culpo por enamorarse de ti– la besó –Eres irresistible, pescado asqueroso–.

Rio –Y tú eres un gorila idiota– se levantó –Voy a vestirme. Haz lo mismo–.

–Ser rey te volvió más mandón–.

–Así me quieres– le guiñó un ojo.

El peliverde le sonrió y terminó accediendo a sus deseos.

Fueron hacia casa de Reki y Langa. Llegaron en medio de una lección de canto.

Kojiro debía admitir que le sorprendía lo estricto que podía llegar a ser el peli celeste. Sobre todo tomando en cuenta que nunca parecía saber bien donde estaba.

–Diafragma, Miya. Te vas a lastimar si sigues forzando tu garganta– lo regañó.

–¡Ya te dije que no sé qué es eso!– respondió con un puchero.

–¿Ya tan temprano trabajando?– rio.

–Kaoru– lo miró Langa con una sonrisa –Habla con tu hijo, se niega a seguir instrucciones–.

–Miya ¿Eso es cierto?– se sentó a su lado.

–No es eso, mi tío Langa no explica bien nada. Tío Reki, diles–.

–No me llames así. Me hace sentir viejo– se sonrojó el pelirrojo.

–Lo eres– contestó.

–Solo son nueve años, mocoso– le sacó la lengua.

–Habla más alto, abuelo ¿O acaso tu voz ya es muy débil?– se burló.

Revolvió sus cabellos con una risita –Ya sólo haz caso a lo que Langa te dice–.

Kojiro miraba enternecido la escena ¿Entonces así hubiera sido su vida si Kaoru nunca se hubiera ido?

Era perfecto. Ahora entendía a lo que se referían las personas al desear que el tiempo se detuviera en una escena.

El día pasó rápido. El pelirrosa cada minuto se sorprendía más de lo maduro que su hermano menor se había vuelto. Y más glotón sobre todo.

Reki también lo tomó por sorpresa. Cuando lo conoció, parecía que su única meta en la vida era formar parte de la tripulación del capitán Joe. Pero, después de conocer a Langa, lo rechazó tres veces.

El Pequeño TritónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora