Yamamoto podía escuchar las risas de esos hombres que lo custodiaban y los encargados de aquel entretenimiento tan sangriento. Sabía perfectamente que las mofas iban dirigidas a su persona pues Xanxus le había negado a usar una armadura como se acostumbraba y le prohibió usar el escudo que se les proveía. Le había dicho que si era tan hombre como para robar a la pareja de otro que entonces luchara con lo que acostumbraba llevar siempre para proteger a la "princesa"
Caminó hasta una puerta que solo era bloqueada por unos barrotes gruesos de madera. Inhaló profundamente cuando escuchó cómo anunciaban a un hombre que "amablemente" Xanxus había llevado de tierras lejanas, fue cuando la puerta se abrió y lo empujaron. Luego de dos días en el calabozo sintió el sol sobre su cuerpo, no podía escuchar más que gritos de emoción y abucheos a la vez. Sus ojos buscaron entre la multitud a Gokudera y no es como que supiera que lo llevaran pero estaba seguro que Xanxus era tan cruel que seguramente lo había obligado a ir para ver el espectáculo del que él formaba parte.
Luego estaba Hayato quien dejó de respirar en el momento en que vio a Yamamoto ahí en el centro del Anfiteatro, impactado de que este llevara el mismo traje oriental, volteó a ver a Xanxus con odio, lo había hecho vestir así a propósito, para demostrar que los orientales no eran más que una mera apariencia sin mencionar que Yamamoto no llevaba más que una simple espada. Giró de nuevo y su corazón se aceleró al notar cómo sus ojos conectaban con los del azabache y por un momento estuvo por ponerse de pie pero la mano de Viper a su izquierda y la de Xanxus a su derecha se lo impidieron. La garganta nuevamente empezaba a cerrársele cuando Takeshi le saludó y sonrió despreocupado, ¿Es que acaso no veía la situación en la que se encontraba?
–Detén esto– Rogó viendo a Xanxus con odio
–Disfruta del espectáculo– Respondió con superioridad pero sin siquiera molestarse a verlo.
Volvió su vista preocupado por Yamamoto pero esta vez el moreno ya no estaba solo, compartía la arena con al menos una docena de hombres, entre ellos reconoció a varios legionarios romanos que seguramente habían cometido alguna falta en alguna de las muchas guerras que Roma llevaba a cabo. Y como castigo los metían en ese lugar ofreciendo como recompensa el perdón del imperio si sobrevivían.
Yamamoto desenfundó sin ver a ningún hombre en específico. Estaba por arremeter con el que se le acercó primero pero, al instante le llegaron varios alaridos a los oídos. Sin mucha dificultad, esquivó el ataque para luego ver en dirección del sonido anterior. Abrió un poco los ojos al ver aquella fiera de melena negra desgarrando a uno de los hombres. De nuevo el mismo sonido a sus espaldas y al intentar girar lo primero que vieron sus ojos fueron las fauces de otra bestia que a penas pudo esquivar y que al final fue a dar con otro hombre que estaba por atacarlo con la guardia baja.
Entonces fue más conciente, Xanxus iba enserio con matarlo. No solo habían tipos que tal parecía tenían experiencia militar sino, cuatro leones y dos tigres sueltos por todo el lugar. Además... Justo percibió movimiento a su derecha por lo que se giró espada en mano para detener el ataque, cosa que lo hizo gruñir de dolor. Además, tenía una herida que aún no sanaba del todo.
Unos pasos rápidos a su espalda le advirtieron del peligro y con algo de esfuerzo se quitó de el medio para ver cómo el que lo iba a atacar a traición terminaba clavándole la espada en el hombro con el que se enfrentó primero. Cerró los ojos e inhaló profundamente, apenas había empezado toda aquella locura y ya empezaba a sudar, el sol no ayudaba en nada y la herida que sabía en cualquier momento se abriría lo distraía aún más. Abrió los ojos para notar como una bestia rayada corría de frente hacia él, estuvo por apuntar la espada contra el animal para clavarsela sin piedad pero entonces, a su mente llegó la imagen de la primera vez que fue con Gokudera a presenciar ese circo del Coliseo, como este desviaba la mirada de forma triste y dolorida cuando asesinaban a un animal.
Decidió alejar ese pensamiento, en esa ocasión era su vida o la de la bestia pero, ¿estaría bien sobrevivir para ser visto con desprecio por Gokudera? La situación empezaba a hacerlo dudar pero así como sintió la presión le llegó la calma con el recuerdo de su primo mayor. Ese tipo tan tranquilo que cuando atravesaron el mar y llegaron a las demás tierras Orientales se toparon con esa clase de animal y simplemente este le esquivo hasta que se calmó, eso sí, sin dejar de verle todo el tiempo.
Se preparó mentalmente y esquivó una vez al tigre dos, tres pero en la cuarta uno de los hombres con los que compartía la arena nuevamente intentó atacarlo, no dejándole opción a atravesarle el vientre con la espada para luego alejarse de un salto cuando uno de los leones saltó hacia ellos. Rodó los ojos, su primo no fue atacado por tantos a la vez y de diferentes flancos. Volvió a ver a su alrededor solo para toparse con la arena bañada de sangre, dos leones por lo menos estaban distraídos devorando a sus respectivas presas. Un tigre y un león habían sido asesinados y junto a estos tres cuerpos desgarrados.
Solo quedaban 5 en la arena y dos bestias asustadas intentando matarlos. Lo peor era sentir esa humedad que le advertía que la herida empezaba a brirse de nuevo. Los abucheos despectivos a los orientales empezaron a llenar sus oídos y al final aunque no lo demostrara, tenía el orgullo de un guerrero después de todo, era en lo único que era bueno, moriría antes de perder su talento. Luego de tomar una bocanada de aire, hizo lo que pocas veces hacía, maldijo bajo y su mirada se ensombreció.
Los ojos de Hayato se abrieron como platos, entre todo el revuelo Yamamoto parecía haberse rendido y un instante después simplemente fue como ver fluir un río embravecido que crece cada segundo durante las fuertes lluvias. Con la espada que le dieron y una robada a un cadáver cortó a los cuatro que faltaban con una destreza y agilidad que hicieron que el Coliseo callara. Mientras que las bestias no fueron más que felinos asustados y hambrientos que recibieron tranquilidad y comida por parte del moreno.
Giró emocionado para ver las caras de Viper y Xanxus pero ambos se encontraban tan atónitos como el mismo Emperador y varios funcionarios, todos se mantenían inertes como si sus almas los hubieran abandonado. El Coliseo rompió en un enorme bullicio de vítores dirigido al muchacho que les había regalado semejante espectáculo. Entonces, Gokudera sintió que podía seguir peleando contra aquellos aristócratas.
Su velo, el joven príncipe se quitó aquel pedazo de seda negra con adornos dorados pero cómo hacer que llegara a Yamamoto. Sus ojos vieron su copa de plata en la mesa al lado de su odioso futuro esposo, sin importarle nada se estiró colocando la mitad de su cuerpo sobre Xanxus para tomar aquel objeto. Ya los ojos de algunos aristócratas estaban sobre su "princesa" quien ya tenía amarrada la tela a la copa.
Aquel objeto era de plata pura por lo que calculó que si lo lanzaba con suficiente fuerza llegaría al centro del anfiteatro. Se levantó para correr a la orilla rápidamente seguido de Xanxus quien entendió lo que quería hacer.
—¡YAMAMOTO!—
Aún en medio del ruido que solo parecía ir en aumento el nombrado giró en dirección al grito y al ver aquello no dudó en soltar una de las espadas para atrapar lo que su amado le enviaba. Vio con detenimiento la tela amarrada, con cuidado la desató y la acercó a sus labios y nariz para sentir la esencia de la persona que le robaba las noches de sueño. Ante aquel acto los presentes callaron nuevamente, sumiendo al Coliseo en un silencio ahora extraño.
Por otra parte, Xanxus había tomado demasiado tarde a Gokudera y ambos vieron las acciones del moreno desde el palco, quien al acabar de oler aquella prenda buscó a su adorado, sonrió e hizo una reverencia que fue respondida con la de Gokudera a pesar de tener un brazo apresado por el azabache. Todo el Coliseo volvió a llenarse de ruido pero esta vez de uno diferente, uno donde el pueblo parecía estar emocionado de ser parte de una historia como las que les contaban sus padres y ellos a sus hijos y sus hijos ahora contarían esta donde un gladiador había atraído la atención de la futura emperatriz de Roma. Gokudera se sonrojó al pensar aquello pero, así como llegó se fue pues Xanxus lo había girado con brusquedad, obligándolo a verle a la cara; cosa que hizo sin miedo alguno.
–¿Buscas que te mate, pequeña mierda?–
Gokudera lo sabía, ese pequeño acto de rebeldía frente al Emperador y algunos miembros de la aristocracia dejaba en ridículo a su prometido pero, ya no intentaría escapar. No, tras la victoria de Yamamoto se había convencido de que de ahí en adelante él también lucharía usando la razón. No, él era Gokudera Hayato, y si antes no se amoldaba a las normas que la aristocracia imponía de ahí en adelante menos, manejaría las situaciones a su manera y pondría la escena a su favor.
–Disfruta el espectáculo– Sonrió sin miedo, burlándose de la frase antes dicha por el mismo Xanxus.
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El Principe del Coliseo [8059]
RandomHuérfano de madre, abandonado por su hermano, herido por la pérdida de su hermana, solo por la separación de su mejor amigo, utilizado por su padre y lo peor... lo peor era haber caído enamorado ante aquel joven exiliado de piel morena y ojos miel d...