XIII. La Desición de Xanxus

5 1 0
                                    

La tortura era horrible, no entendía cómo alguien podía ser capaz de vivir con aquella angustia. Sus mejillas derramaban gruesas lágrimas en silencio mientras cepillaba los cabellos del príncipe. No sabía que hacer o qué decir para calmar su abatida alma. Casualmente una carta con mentiras la hizo salir a buscar a su esposo, el cual se sorprendió al verla en la humilde casa que compartían cuando ella no estaba en el palacio. Ahora entendía que lo que deseaban era alejarla del lugar para hacer quien sabe qué, porque tal parecía su amo no hablaría del tema. Lo más que pronunció fue un simple, <Lo verás en dos días>

Las cosas empeoraban pues nadie le daba el paradero del guardia personal de Gokudera. Sabía que algo muy malo pasaría pero la ansiedad se sentía en el aire, temía que los hayan descubierto y se sentía culpable por no haber detenido aquello. Es que vamos, ambos eran jóvenes, no pasaban de 19 años y ella era incapaz de ser quien le pusiera fin a ese amor juvenil tan inocente y dulce. Empezó a hipar y es que no era justa toda aquella situación, su amo se giró para secarle las lágrimas a pesar de estar él en peor situación.

Luego estaba Gokudera quien tras lograr calmar a su nana volvió a la posición inicial aún con los ojos aguados pero con un semblante serio. Desvió su vista a su enorme cama recordando los hechos ocurridos a penas dos días atrás.

Después de rogarle a Xanxus que perdonara a Yamamoto y tratar de convencerlo de que nada había pasado durante la noche, este lo empujó contra la cama.

—¿Qué estás...?—

Se aterró cuando el moreno se posicionó sobre él con un semblante totalmente enfurecido, atrapó las manos del más bajo con una mano mientras con la otra arrancó de un tirón la bata con la que dormía.

—No desharé el contrato para tu mala suerte pequeña ramera—

—Esper...—

Sus gritos fueron callados con brutalidad cuando recibió de lleno un puñetazo en la cara, reventándole el pómulo y desorientándolo por unos segundos , a penas empezaba a retomar la conciencia cuando el mismo Xanxus tomó con brusquedad su rostro y lo obligó a verlo. Sonrió con demencia cuando vió la mirada llena de odio del chico debajo suyo y en un momento donde se le nubló el juicio atrapó entre sus labios los del contrario. Sentía como el más bajo se opuso y sin piedad mordió el labio inferior.

—DUE...mgm—

Aquello fue aprovechado para profanar de forma salvaje y sin cariño alguno su boca, nunca dejó de oponerse a aquella intromisión y en medio de esta mordió la lengua del moreno haciendo que se alejara gruñendo con rabia, aprovechó ese breve momento para propinarle una patada en el estómago al más alto, se soltó de su agarre rápidamente para salir de la cama alejándose lo más posible de su captor sosteniendo con una mano sus recién rasgadas ropas y con la otra limpiando la sangre de su labio.

Decir que Xanxus estaba furioso era alago pero él tampoco sería una doncella en peligro y en cuanto este se acercó corrió hacia la mesa buscando lo que él mismo había colocado bajo esta, la daga de su madre. Todo pasó tan rápido que un segundo más tarde y Xanxus tendría dicha daga en la garganta de no ser porque este tuvo buenos reflejos y al momento de jalar a Gokudera del suelo tomó con fuerza la mano del mismo, quien a pesar de todo le clavó la punta de esta sacándole una gota de sangre.

—Por favor, escúchame—

—No, tú escucha escoria— Sonrió con superioridad—Había pensado en dejar al otro imbécil intacto pero gracias a lo de ahora has conseguido que piense en un castigo apto para él—

Lo soltó con brusquedad

—No lo mates, mándame a la horca si quieres pero...—

—Yo no lo haré, si juega a ser héroe dejemos que haga realidad su sueño frente a toda Roma—

El silencio en el carruaje era sepulcral y la mirada de odio que se dedicaban padre e hijo era tal que parecía que en cualquier momento se lanzarían a ahorcarse. El monarca volvió a ver a su "hija" de pies a cabeza y gruñó por milésima vez, es que acaso no pensaba en los problemas que armaría al usar aquella vestimenta y para seguir ¿Porqué diablos Lal tampoco intervino en aquella locura?

El carruaje se detuvo, tras eso la puerta del mismo se abrió y Gokudera ignoró la mano de su padre para ayudarle a bajar. Sus ojos buscaron al de cicatrices quien lo veía con desagrado, el platinado notó como su prometido se acercaba a paso firme.

–Pareciera que vas a un funeral, escoria– Susurró para que solamente Gokudera le escuchara.

La mirada de Xanxus calló en cuenta rápidamente, ese vestido negro que se ajustaba perfectamente al cuerpo del menor y ese velo del mismo color que se deslizaba por los pálidos hombros de su prometido se debían al espectáculo de ese día. Una sonrisa de superioridad se instaló en el rostro del moreno quien, fingiendo una caricia, se acercó al oído de más bajo.

—Este es mi regalo de bodas, pequeña mierda—

Y con eso pidió la mano del contrario para guiarlo.

Mientras para los presentes era agradable ver al más alto siendo amable con su futura esposa para Gokudera era simplemente un acto en son de burla y aún así aceptó, porque tampoco tenía pensado ser el malo en aquella historia y que le tacharan de ser alguien falto de modales para con su futuro esposo. Sintió la sonrisa de satisfacción de Lal a sus espaldas y eso le animó a seguir con la farsa o eso intentó pues, al ver la enorme puerta ante él sintió como se formaba un nudo en su garganta, recordando cómo su padre había dejado el castigo en manos de Xanxus, después de todo él era el ofendido por sus "actos" con Yamamoto.

Al ir caminando sentía como si más bien estuviera subiendo las gradas a la horca y aunque el pueblo gritaba de alegría al ver a esa pareja que los llevaría a un nuevo amanecer en el imperio; Gokudera solo tenía una cosa en mente, ese monumento que en unos siglos se convertiría en uno reconocido a nivel mundial por guardar cultura e historia, lo odiaba. Detestaba con todo su corazón el lugar que sellaría el destino de dos trágicos amantes, El Coliseo Romano.

El Principe del Coliseo [8059]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora