XV. Con sabor a sentencia

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El Emperador había realizado una comida para reunir a varios funcionarios, con el fin de esclarecer la actitud de su "querida hija". Tal vez nadie lo notaría, ni siquiera el hijo que nació de un amor que él mismo sabía que en su momento estuvo mal pero, en esos instantes, ese muchacho era todo lo que le quedaba del recuerdo de su amada Savina. Nunca lo demostraría al mundo ni siquiera al que consideraba el mejor regalo por parte de su amada si con eso lograba mantenerlo lo más alejado de la putrefacta sociedad y las guerras que se liberan en los tribunales, dirigidos por seres que vestían pieles humanas pero que por dentro no eran más que demonios con sed de poder para hacerse más ricos e influyentes.                           
El único hijo que le quedaba. Soltó un pesado suspiro al pensar en el menor. Como el gobernante de un Imperio que se cernía con orgullo sobre los demás, había decidido no mostrar ni un ápice de debilidad pero, lamentablemente no dejaba de ser humano y mucho menos padre, con esa invitación al Palacio hecha a los más poderosos aristócratas de Roma estaba demostrando que su debilidad era ese niño o bueno... su niña como pensarían los demonios vanagloriosos con los que le tocaba rodearse.                                                                       
En ese momento que solicitara un perdón en nombre de la princesa, todos le verían como el águila más poderosa que se había sentado en el trono por más tiempo pero que ahora, su propio aguilucho hería. Tal vez... Volvió a suspirar, no, el tal vez solo existía para las almas que tenían perdón gracias al arrepentimiento, un ser como él no se arrepentía de sus acciones y aún así... a pesar de todo... volvía la idea de que quizás debió tratar a sus hijos con más afecto como la madre de G y Bianci que él mismo admitía, era una mujer despreciable pero que supo ganarse a sus hijos con miel para ponerlos en su contra. Si él hubiera hecho lo mismo... ¿Hubiera podido persuadirlos a vivir como él creía que era lo mejor para cada uno? Quizás pero, ya no lo sabría.

toc toc                                                                                                                                 
Echó un último vistazo por la ventana, rogando al cielo, a algún dios que se apiadara del alma de su hijo. No sin ver por última vez hacia la entrada de los carruajes, notando una figura que supo le haría más difícil el trabajo. Abrió la puerta de sus aposentos para darle un leve asentimiento a sus guardias y dirigirse al ala donde se llevaría a cabo la "convivencia". Antes de entrar dirigió la mirada hacia uno de los pasillos donde sus ojos conectaron con los de Lal, a lo que esta le dio una reverencia y él simplemente se giró para abrir las pesadas puertas y dejarse ver por todos los presentes quienes callaron en el instante en que le vieron y la puerta se cerró tras de sí.                 

Luego estaba Lal, esperando pacientemente mientras mantenía al platinado encerrado en su habitación con Xanxus a su lado. La peli azul no demostraba indicios de estar nerviosa pero, por dentro moría de miedo y no precisamente por lo que le hicieran a ella sino por lo que le esperaba a Gokudera, por cómo la vería después de eso y sobretodo por como lo sometió con brutalidad después del incidente del día en que demostró revelarse ante las costumbres del Imperio, prácticamente, se había burlado en la cara de las leyes más antiguas impuestas por todos esos viejos gobernantes.

Maldecía en su interior que su esperanza aún fuera demasiado joven como para entender las consecuencias que sus acciones causaban, porqué mierdas los jóvenes debían hacer todo más complicado, pensó en Yamamoto y no pudo evitar morderse el labio al punto de sangrar, enserio, los jóvenes eran un problema y ¿porqué precisamente el destino jugó a cupido con esos dos? Todo era culpa de ese potro salvaje entrometido quien ahora se excusaba y no llegaba a esa maldita comida para lograr persuadir a los presentes.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2023 ⏰

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El Principe del Coliseo [8059]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora