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Navegar desde Hong Kong a Singapur nos llevará tres días enteros— explicó Joseph, ganándose mi completa atención, apoyando mi espalda en la barandilla—. En fin, más nos vale tomárnoslo con calma.

¿Eh?— murmuré con una mueca, escaneando al Joestar con mayor detención—. Viejo sabroso— dije para mí misma en mí idioma materno.

¿Cómo mierda podía ser atractivo si debía de tener como setenta años...? No lo pensaría más, prefería no saber la respuesta.

Pero, hay algo que aun no entiendo...— dijo mientras señalaba a Jotaro y Kakyoin, que estaban acostados frente a mí en unas tumbonas, para luego señalarme a mí directamente—. ¿No os podéis quitar esos uniformes de una vez? ¿Pensáis ir vestidos así todo el viaje? Enserio— dijo con rostro serio—, ¿no os morís de calor?

Es que somos estudiantes...— dijo el pelirrojo sin levantar la mirada del libro—, y un estudiante debe vestir como tal— lo miró de reojo—. No sé si le sirve como razón.

Sí que sois estirados estirados los japoneses— dijo esta vez el francés.

A mi no me incluyas con este par— dije mientras volvía a arremangarme la camisa—. Sí por mí fuera llevaría algo más cómodo y fresco que esta estúpida camisa, pero te recuerdo que me quedé sin equipaje— dije mirando hacia Joseph—. Y por culpa de algunos, no puede comprar nada en Hong Kong— dirigí esta vez hacia los que se habían peleado en la anterior ciudad, suspirando de manera exagerada.

Ya veo, con que esto es el Bushido— miré hacia Avdul sin llegar a comprender—. Con la mente serena, el fuego parece frío.

Pero con tanta formalidad las chicas ni os mirarán.

Polnareff— dije con seriedad—. ¿Comprendes a qué hemos venido o te lo tengo que explicar con dibujitos?— me miró ofendido, consiguiendo que rodara los ojos un tanto cansada—. Lo que daría por tomarme una piña colada.

Eso tiene ron ___— dijo Avdul a modo de advertencia.

Ya, ese es el punto— dije con obviedad.

¡Soltadme!— gritó una voz infantil, librándome de esa manera de una larga regañina del porque no se debía tomar alcohol a mí edad—. ¡Quítame las manos de encima! ¡Maldito idiota!

Y bueno... yo ya había aceptado que no íbamos a poder tener ni un misero día tranquilo si seguía de viaje con ellos.

¡Suéltame, joder!

¡Estate quietecito!— gruñó uno de los marineros, forcejeando con el intruso.

¡Déjame de una vez!

¡Mocoso asqueroso!

¡Eh! ¿Qué es lo que pasa?— dijo Joseph un tanto alterado y sorprendido por el escandalo, acercándose al escandalo, seguido de mí como buena metiche que era—. ¡Acordamos que no habría más pasajeros en el barco!

¡Suéltame!

Discúlpame, es un polizón— dijo el marinero con una mueca de circunstancia—. Este mocoso se había escondido en la bodega.

¿Un polizón?— dijo sorprendido el Joestar.

Que curioso— murmuré para mí misma.

¡Si quieres pelea, aquí estoy! ¡Te voy a patear las pelotas!— reí levemente. Esa era una frase que yo usaría.

Te entregaré a la policía y todo solucionado.

Acuario [Jojo's Bizarre Adventure]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora