16. Reflections and tantrums.

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La mirada del pelinaranja estaba puesta fijamente en ambos bebés dormidos en la cuna

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La mirada del pelinaranja estaba puesta fijamente en ambos bebés dormidos en la cuna.

Sus pechitos pequeños y regordetes subían y bajaban al compás de sus respiraciones, soltando gorgoteos entre sueños, ambos con sus manitas cerradas en un puñito y sus piernitas flexionadas, a veces dando pataditas al aire entre sueños.

Don y Dawn eran sencillamente hermosos.

Con algo de curiosidad, pasando su mano entre las barras de la cuna, presionó con su índice una de las mejillas de Don, causando que el bebé varón frunciera el ceño adormilado.

Rápidamente apartó su mano, volviendo a abrazar sus piernas y dedicarse a admirar a los hijos de Barry.

Estaba agachado en el suelo de la habitación de ambos bebés, silencioso para que no lo descubrieran y lo interrumpieran para ver a los bebés.

Cuando los gemelos nacieron, no tuvo oportunidad tan siquiera de mirarlos, el parto de Iris fue algo complicado, pero lograron que ella saliera sana y salva junto con los recién nacidos.

¡Ahora tenía nuevos amigos con quienes jugar!. Don y Dawn crecerían y quizás, solo quizás, también tendrían la súper velocidad de Barry.

Impulso era un idiota llorón, estaba un poco enloquecido y tenía la sospecha de que era un poco gei, por lo cual no se juntaba con el.

Técnicamente, no tenía amigos.

Pero amigos de verdad, de esos que cuando van a pedir algo de comida rápida y dices que no tienes dinero, ellos dicen: “¿Y cuando dije que debías pagar?”.

Más allá de lo superficial, estaban los Titanes del Este.

Con Más y Menos casi no contaba, casi nunca los veía, y si los veía, era porque casi siempre los encontraba siendo presionados por trabajadores del DIF. Aqualad era extraño. Bumblebee lo tenía confundido, siempre entraba y salía del equipo.

Veloz es el que mejor lo trata de los cinco.
Lo saludaba y jugaban a los fuercitas. No importaba que tan hijo de puta fuera con los demás, Veloz siempre intentaba incluirlo en las conversaciones y redadas: hablaba con el sobre restaurantes de comida rápida, o sobre el imbécil que era capitán frío, o sobre fastidiar a justicia joven, o de cualquier cosa que sabía que disfrutaba. Le dejaba jugar con su arco y solían ponerse a cantar «cpr» de Cupcake. Era algo personal, se sabían la letra y la ponían a todo volumen en el reproductor de música para cantar a grito ensordecedor sin vergüenza alguna.

Arriba la sexualización de la mujer.

El problema iba con el Chico Maravilla. No sabía muy bien como referirse a el.

𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐃𝐄 𝐓𝐎𝐑𝐏𝐄𝐒; 𝐛𝐢𝐫𝐝𝐟𝐥𝐚𝐬𝐡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora