capitulo 19

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Seiya se encontraba un poco aturdido por esos pensamientos que rondaban su mente. ¿ Porque su esposa siempre hablaba de lo mismo ? Un hijo. Y más aún que hacia cada rabieta por ello y terminaban más distanciados.

Y no solo eso, sino que cuando supo sobre una princesa que estaba por casarse y tomar el trono para gobernar el universo algo en él se activo, algo así como un llamado de auxilio, no sabía porque tenía esas emociones encontradas, ni siquiera sabía que había más allá de su planeta y los tres más a su alrededor, pero él tenía el deseo de averiguar que escondía ese sentimiento guardado en su corazón, porque sintió ese desplegar de poder llenando la galaxia no solo de prosperidad, sino de tristeza y soledad.

Pero cuál fue su sorpresa cuando su Reina fue tajante al decir que él no podría acompañar a la familia real a tal evento, que solo sus hermanos y cuñadas debían ir, pues ellos eran sus guardianes. Esto para Seiya fue duro de asimilar pero que acepto porque fue su Reina quien se lo dijo.

Con el paso del tiempo Seiya pedía la autorización para poder ir de visita a ese grandioso planeta llamado Tierra, pero siempre era la misma respuesta. No.

Cada que podía Seiya trataba de preguntar porque se le negaba ir a visitar a sus hermanos, pero siempre le decían que él era indispensable en su propio planeta tanto para seguir entrenando a los nuevos soldados como para la diplomacia, y sobre todo el hecho que tuviera una esposa embarazada, porque si, Yumi lo logró, no de su esposo pero lo logró.

Todo transcurría normal si se podía llamar así, porque en el corazón de Seiya algo se rompió cuando supo del embarazo de su esposa, algo no andaba bien pero siempre ella tenía como calmarlo con sus palabras.

Y así siguió el curso de su vida en Kimonku.

Mientras en el planeta Tierra, una Reina había quedado embarazada de su primogénita, sin siquiera saber que su pequeño cristal estaba deteriorado por la forma en que fue concebida.

El tiempo pasó sin mucho que desear, cada una de sus sailors cumple con sus deberes que se les encomendó, siguen sus vidas con sus respectivas familias, pero siempre buscando el tiempo de pasar con su amada Reina y hacerle compañía en tiempos que ella siente que ya no puede.

El Rey Endymion viaja por todo el planeta Tierra como el buen Soberano que es, lidiando con problemas menores y siempre al tanto de sus ejercitos.
Aunque empieza a no ser tan paciente al ver qué no puede estar en la intimidad con su esposa, pero fue más su enojo al darse cuenta que no solo era a la única mujer que no volvería a tocar, porque al cabo de un tiempo de casados él busco entre otros brazos el calor que necesitaba, pero su cuerpo no reacciono como debería, y se dio cuenta que ese era el castigo por su necedad.
Y así empezó a llenarse de rabia contra su Reina, su esposa. Pero delante de todos eran los Reyes amados y misericordiosos, el mejor ejemplo de matrimonio feliz, siempre con una sonrisa para su pueblo, siempre leales a sus ideales y con sabiduria para gobernar.

Cuando llegó el tiempo del nacimiento de la pequeña Dama, todos estaban tranquilos, pues aunque si les daba felicidad la idea de volver a ver a Rini, ya sabían de antemano a quien esperaban.
Aunque para la Neo Reina haya sido una decisión difícil, ella amaba demasiado a su hija y estaba feliz que la tendría en sus brazos, eso es lo que ella necesitaba para seguir adelante con todo, ese era el amor que la impulsaría a seguir dando amor a su pueblo.

Y así con esa felicidad fue recibida la pequeña Dama. El Rey Endymion no cabía de amor por su hija porque aunque todo fuera diferente, él estaba cumpliendo su sueño de tener una familia.

Y así los años pasaban entre lo monótono para los reyes, y aunque ellos fingían bastante bien delante de su pueblo, había una personita de cabellos rosados que se daba cuenta de su frialdad cuando estaban solos, de su poca o casi nula comunicación. Sino fuera porque había eventos donde debían salir y tomarse las manos y dar ese gran espectáculo de un beso, ella no sabría que eso existiera.

Así empezó a crecer la pequeña Dama, o Rini como le decían sus padres de cariño y los hijos de sus guardianas. Con un pequeño cúmulo de soledad y tristeza que poco a poco era más notorio por su madre, pero que esa pequeña sabia esquivar bien para no dar más molestias de las que ella podía percibir en el matrimonio de sus padres.

Cuando Rini cumplió 10 años  tuvo una fiesta  "hermosa" o eso decían los allegados, pues está  llena de gente que ni conocía, de compañeros de su escuela que la molestaban por ser como era, pero que debían respetar por ser hija de la más bella Reina, esa era su fiesta, sino fuera porque las hijas e hijos de las guardianas de su madre la amaban demasiado y siempre estaban al pendiente de su bienestar, ella estaría completamente sola. Ese día cuando termino de partir el pastel vio a su madre salir del salón Real y la siguió en silencio, y tristemente pudo oír como su padre le gritaba en los pasillos de ese gran castillo.

– ¿ Cómo es posible que aún sigas llorando por esa insignificante estrella? – fueron las palabras del Rey Endymion – Estoy harto de todo esto, ya me cansé que sigas siendo esa tonta e inmadura niña que no sabe más que llorar–

– Nadie le pidió seguirme Rey Endymion– contesto con frialdad la Neo Reina Serenity – usted sabe que mi corazón le pertenece a otro hombre, el cual añoro cada dia de mi triste vida– y así empezó a llorar más

La pequeña Dama no sabía que hacer, si salía corriendo sus padres la verían y entonces podrían mentir sobre lo que ella acababa de escuchar, así que  todo lo que le llegaba era un horrible voz susurrando en su mente cosas que la hacían dudar del amor de sus padres.

– ¿ Ahora puedes ver qué no te han amado ?– susurro con arrogancia y con pena fingida – solo estás aquí porque se les dijo que así debía ser y ellos así lo hicieron–

– No, eso es mentira, mis padres me aman, se que me aman porque me lo demuestran– decía tratando de contener sus lágrimas– es solo un mal momento, porque mamá está triste –

– ¿ Solo un mal momento? ¿  Te has dado cuenta cuanto tiempo lleva tu mamá triste, y aún así dices que solo es un mal momento ? ,vaya creo que realmente te pareces mucho a ella, incrédula y patética–

Y sin más salió corriendo de ese lugar, ya no quería seguir oyendo a sus padres discutir como siempre, solo que ahora ella podía ver una razón de la tristeza que veía en los ojos de su mamá desde hace ya varios años atrás, aunque siempre que estaba con ella se le borraban y sonreía, pero ahora la duda estaba sembrada más en su pequeño y frágil corazón.

Mientras todo esto ocurría en el planeta Tierra y por su parte en el planeta Kimonku, había otros dos planetas donde se vivía tan diferente.
Lleno de soledad y oscuridad, con sola más que alguna que otra pelea para erradicar las fuerzas negativas que siempre hay y habrá en el sistema solar.

– ¡ Cuánta tranquilidad hay en este lugar ! No cabe duda que las pequeñas batallas son las que me mantienen con vida y un poco cuerda, y me sirven para entrenar, pero ¿ Hasta que punto puedo aguantar está desdicha que siente mi corazón?– se pregunto una muy angustiada Sailor Uranus – Cuanto te extraño mi sirena hermosa, quisiera poder tenerte aquí en estos momentos, solo así podría soportar este castigo, que si bien no lo entendí al principio, ahora veo que me le merezco– y así se soltó a llorar con mucha amargura pero consiente de que lo merecía.

– ¡ Haruka ! – se dijo a si misma la Sailor de las profundidades marinas– en verdad lamento nuestra arrogancia al querer decidir por nuestra princesa, creo que me volveré loca con esta soledad que se respira en esta planeta desolado, solo estás pequeñas batallas me tienen cuerda como a ti, porque si, se que estamos sintiendo lo mismo, también se que puedes percibir lo que se mueve en Tokio de Cristal, y lo que se avecina es algo tan fuerte que nosé si nuestra Reina lo soporte – lloraba Sailor Neptune.

Mientras en el corredor del tiempo, una Sailor solitaria veía pasar la vida a lo lejos, sin poder ser participe de todo lo que se vivía en Tokio de Cristal, y sobre todo de esa pequeña que sufría al sentirse no amada y no tener a esa persona especial que le fue arrebatada mucho antes de nacer. Si,  hablaba de la que debía ser su mejor amiga, la pequeña Hotaru.
Al pensar en la horrible soledad dentro de ese sueño eterno, su corazón se destrozaba más, eso y el pasar de los años la habían hecho recapacitar, pero nada podía hacer pues la sentencia era clara y no podía romper ese decreto, a menos que su Reina la llamará.

Todo esto sucedía en su respectivo tiempo y lugar, pero más allá de esta vida que cada uno vivía, una fuerza maligna se fortalecía con cada dolor, con cada llanto guardado, con cada lágrima de amargura que salía al no sentirse amada o amado, con cada duda, con cada minuto de soledad y con todos los secretos guardados que no tardaban mucho en salir a la luz.

El decreto de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora