Todos los días volvía a su dormitorio y él estaba allí. Listo para perforar su cerebro con insultos y quejas, estaba comenzando a succionarle la vida. Terminaba sus lecciones y regresaba a la habitación de Premio Anual para completar su tarea, sabiendo que la biblioteca estaría demasiada repleta hasta cerca de las ocho de la noche, y él siempre estaba allí. Sólo esperando, su lengua húmeda y preparada para irritarla con sus discusiones que podían durar minutos u horas, dependiendo enteramente de cuán obstinados estuvieran ambos en ese momento.
Siempre eran las mismas palabras desdeñosas:
Asquerosa.
Perra.
Sangre sucia.
Sangre sucia…
A veces le dolía, y a veces no tanto. Estaba desarrollando lentamente una inmunidad hacia ellas, pero de vez en cuando él le tiraba algo nuevo y eso la descolocaba completamente. Entonces, Hermione le daba con todo lo que podía otra vez. Eran muy parejos, ella pensó, pero después de una semana de dolores de cabeza agudos y la voz de él retumbándole en los oídos, había tenido suficiente.
En el octavo día de la estadía de él; un viernes; durante su clase de Aritmancia. Hermione tuvo una epifanía que llegó con la voz de su madre.
Nada molesta más a un bully si tú no reaccionas. O mejor aún, sé buena con él.
Nunca le había prestado tanta atención a esos tontos consejos que los padres suelen dar, ya que la mayoría de las veces no era beneficioso, pero éste podía utilizarlo. Era claro que Malfoy la provocaba porque estaba aburrido y si ella se negaba a reconocerlo o simplemente jugaba bien, lo iba a dejar desconcertado. Y si se irritaba demasiado, podía encerrarlo en su dormitorio hasta que se calmara.
Nunca había atesorado tanto a su varita.
Sólo dos clases más y habría terminado el día. Y él estaría allí. Esperando. Y ella lo ignoraría. No importaba cuánto la molestara, no reaccionaria.
No tenía qué reaccionar en la manera en la que él esperaba.
Sólo faltaban Pociones y Herbología , y así podría poner a prueba su pequeña teoría con el insulso cretino.
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Había cuatrocientos cincuenta y cinco azulejos entre la cocina y el baño. Todos blancos, y cincuenta y seis estaban agrietados. Le había tomado tres días para confirmar ese hecho, si no fuera por la mugrosa Granger que lo interrumpía y tenía que volver a verificar.
Había regresado a las baldosas del suelo de nuevo. Había noventa y siete en total, treinta y ocho en su cuarto y había supuesto que en la otra habitación habría la misma cantidad. Por supuesto, que excluía el dormitorio de Granger. Había tratado de entrar dos días atrás pero había sentido la misma sensación de ardor que en la puerta principal.
Se había despertado a las dos de la mañana ese día, después de una noche tempestuosa. Más pesadillas, y estaban empeorando cada vez más. Sus ojos se habían ido de forma automática a la cabecera de su cama para estudiar su obra de arte, tal como lo hacía cada mañana con anticipación. En la versión actual, había seis marcas de su lado y cinco en la de Granger. Según su memoria, y recordando que había algunos días en el que habían discutido más de una vez, suponía que era viernes.

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Aislamiento [Completa]
FanfictionRon y Harry están a la caza de los Horrocruxes y Hermione se ha quedado en Hogwarts para ayudar a la Orden a hacerlo seguro para los demás estudiantes. Draco es forzado por Snape a permanecer en Hogwarts para su propia protección, pero no puede sali...