Capítulo 21: cicatrices

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Mientras Draco se movía lentamente por el zumbido de ronroneos felinos, su frente se arrugó con confusión cuando se dio cuenta de que el espacio junto a él estaba vacío, salvo el adormilado gato cerca a sus pies.

Ignorando rápidamente a la mascota, aplastó la palma de su mano contra el punto donde Granger debería estar, y sintió los rastros de su calidez hormiguear su piel. Vacilando mientras su cerebro adormilado se alzaba, lentamente giró su cuerpo para encontrarla sentada en la ventana, su silueta fija en la llamativa y dorada luz de la mañana. Entrecerrando los ojos hasta que se acostumbraran, levantándose a una posición sentada, él se concentró en su cansada y tensa expresión, y frunció el ceño ante su distraída mirada.

Aún vestida con sus ropas de ayer, sus mejillas aún brillaban con las lágrimas de hace unas horas, se agarraba sus piernas fuertemente hacia su pecho y descansaba su mentón contra sus rodillas. Sus labios estaban marcados de tanto morderlos, su boca doblada en una ahogada lamentación, y sus ojos estaban ojerosos e irritados. Todo lo que ella hacía era mirar a través de la ventana.

Aún así.

Apenas respirando.

Él absorbió cada detalle suyo con ojos calculadores, memeando la información en su cabeza y tratando de determinar qué era lo que tenía que hacer. Merlín sabía que él no tenía la más mínima idea de cómo aliviar su sufrimiento, pero la necesidad arañaba bajo su piel de todos modos, y ni siquiera trataba de resistirlo.

Ladeó una ceja cuando ella separó los labios y respiró profundo contra el vidrio, levantando su dedo para dibujar un garabato sin sentido en la condensación. Con un suspiro de derrota la llamó.

Hermione arrastró sus dedos sobre la nubosa ventana y redujo sus ojos cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Ella y su madre solían dejarse pequeños mensajes en el espejo de baño cuando ella era pequeña; pequeñas cosas como; Te amo o Buenas noches.

Su mano cayó floja a su lado cuando leyó lo que distraídamente había dibujado.

Los veré pronto.

Sacudió la cabeza cuando la confusa voz de Draco se filtró en sus oídos y la trajo de vuelta a la realidad. — ¿Qué?

— ¿Has dormido algo siquiera? — Repitió en un tono neutro.

— Oh — exhaló ella — Un poco… es decir suficiente…

— No lo parece. — Dijo él rígidamente, quitándose las sábanas de encima y sentándose al borde de su cama. — Deberías dormir un poco más.

— No, está bien — murmuró ella y Draco odió cuán distante sonó. — No podría dormir de nuevo de todos modos…

— No digas que estás bien cuando claramente no lo estás — la regañó él, quizá demasiado brusco. — Es malditamente irritante…

— Pero lo estoy.

— Guárdatelo — gruñó él. — ¿Por qué ustedes los Gryffindor insisten en cubrir todo con sus mierdecillas hadas y días soleados más allá de…?

— No estoy…

— Te sientes desorientada, ¿cierto? — Le cuestionó cortante. — Como si tu mente estuviera dando volteretas y no tienes idea de qué hacer contigo misma.

Aislamiento [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora