Capítulo 15: cristal

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Los días finales de noviembre eran brumosos y agrios, y diciembre se deslizó antes de que ella lo notara.

Las noches eran del tipo que te hacían querer compañía: frías y extrañamente silenciosas como si la naturaleza poco a poco matara las heladas. Los vientos se habían desvanecidos, por lo cual estaba agradecida, pero oh Dios, el silencio era obsesionante.

Había hecho todo lo posible por mantenerse ocupada, pasando menos tiempo en la habitación, revoloteando entre la biblioteca y organizando el baile con Michael y los prefectos. El dormitorio se había vuelto muy sofocante desde la última pelea con Draco, lo cual ni siquiera le interesaba pasar más tiempo al lado de su presencia. A pesar de que su altercado de tormenta había pasado poco más de dos semanas, aún se sentía inquieta. Nada más que lo necesario, y su cuerpo comenzaba a actuar; sentía un calor metiéndose en sus mejillas y mariposas revoloteaban su estómago.

Draco, por otra parte, parecía que la buscaba cada vez que podía, emergiendo al azar a su habitación cuando ella estaba en la cocina o en sala de estar. En la última quincena se habían encontrado no menos de diez veces, y todo era debido a sus esfuerzos, para gran confusión de la bruja. La morena siempre hacía una rápida salida, tratando de evitar sus ojos, por temor a que la arrastrase, pero había cedido y la sorprendió una o dos veces. Su respiración se enganchaba en su boca seca, pero siempre mantenía su expresión indiferente cuando ella se metía a su habitación, mientras que él siempre le clavaba la mirada en su espalda.

En los días posteriores al beso–que–vino–con–argumentos. Draco lucía deteriorado; sus rasgos cada vez estaban cansados y derrotados. A Hermione le dolía interactuar con él, aunque sólo era para alejar un poco el dolor de su rostro grabado, pero estaba decidida a mantener una distancia sana. Aún seguía cocinando sus comidas por supuesto, pero esa era la medida más extendida en sus relaciones relacionadas con Malfoy, incluso si anhelase más.

A pesar de sus mejores esfuerzos para no hacerlo, aún le preocupaba.

Pero había muchas distracciones con Michael requiriéndola en ayuda para el baile y Ginny había logrado con éxito convencerla para comprarse un vestido. A los estudiantes les habían dado el sábado para la visita a Hogsmeade y comprar sus ropas formales, Hermione había tenido la esperanza de que el pueblo tuviese una atmósfera que le mantuviese el ánimo.

Siempre había amado la Navidad, pero la alegría parecía estar forzada y torpe este año, y estaba muy consciente de que no lo pasaría con Harry, Ron y su familia. Los riesgos eran muy simples y elevados. Incluso la nieve, que adoraba como el apetito de un niño, lucía como si estuviese escondida, y ningún copo había caído esa tarde.

Todavía había tiempo, creía.

— ¿En qué piensas? — Le preguntó Ginny mientras la ponía de regreso la cortina del vestuario. Hermione levantó su cabeza y sintió un genuino tirón en sus labios. Su hermosa amiga había seleccionado un encantador vestido negro con un patrón intricado de cuentas a través del busto de las costuras, quedándole perfecto — ¿Y bien? — Le pidió con impaciencia, agitando su cabellera de fuego por encima del hombro — ¿Está bien?

— Luces, impresionada — Hermione le expresó con afecto — En serio, Gin. ¿No te has visto en el espejo?

— Los espejos están encantados para que cada mierda siempre luzca bien — la joven bruja se burló — ¿Estás segura de no ser simplemente educada?

Aislamiento [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora