Capítulo 23: limbo

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— ¿Draco?

— ¿Hm?

— ¿Me ayudarías a lavar la sangre de mi cabello, por favor?

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El turbulento clima y sus agitados movimientos la despertaron, y Hermione removió cuidadosamente su brazo debajo del torso de Draco.

Ella debió enrollarse a su alrededor durante la noche, pero ignoró el embotado dolor en su codo y engañó algunos minutos en la mañana para estudiar su desconocido rostro. Un gemido agitado escapó de él al resistir los perturbadores demonios de su subconsciente, y Hermione decidió quedarse y tratar de ahuyentarlos. Levantando su mano, alisó los pliegues de su ceño fruncido con sus dedos, y esbozó una secreta sonrisa cuando se calmó al instante bajo su toque.

Era tan hermoso así, inconsciente de la mirada de admiración. Las yemas de sus dedos le acariciaron gentilmente; desde la orgullosa curva de sus labios, al rubio polvo de sus cejas, y cada pulgada de piel blanquecina en medio. Sus atenciones fueron a su cabello, que estaban algo afectados por la cama, sus uñas se abrieron en su piel lechosa haciendo movimientos circulares perezosos. Quizá era ajeno a todo ello, pero el borde áspero que una vez había oscurecido su presencia había erosionado. Dentro y fuera. Y la diferencia hizo que su corazón temblara.

La golpeó entonces.

Tan duro como un trueno, tan suave como las canciones de cuna

Ella estaba cayendo

Aún no estaba enamorada, pero si besaba los bordes.

Sus labios se entreabrieron en un silencioso suspiro, y retiró su curiosa mano. Sentía incorrecto tener tales nociones románticas cuando los heridos y moribundos estaban a solo unos corredores alejados. ¿Habría espacio para el amor entre los estridentes latidos de la Guerra inminente? Sacudiendo su cabeza y dejándolo solo en la cama, se regañó a sí misma por perder sus prioridades.

Había trabajo por hacer.

El amor tendría que esperar en la esquina.

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Su sueño era simple; ni obscuro ni corrompido con metáforas o enigmas.

Él estaba parado en una habitación obscura y sin brillo que vibraba en silencio.

Parados en un rincón estaban sus padres; el rostro de su padre se arrugó con desprecio, y los gestos de su madre con desánimo y estrés. En el otro rincón esperaba Granger; una mirada de esperanza en su rostro y típicamente mordiendo su labio, y detrás de ella había una nublada y traslúcida versión de sí mismo.

En su sueño, los conflictos de Draco se mantenían por horas, antes que finalmente tomara un largo respiro y levantara su pie.

Y entonces se terminara.

Los ojos se Draco se abrieron de golpe mientras se enderezaba en la cama, los estremecimientos recorrían su espina dorsal y un sudor helado resplandecía a través de su cuerpo. Dejando caer su rostro entre sus manos, gruñó en sus palmas sudorosas y se preguntó por qué la piel de gallina burbujeaba bajo su piel. Su atención se dirigió a su costado, y frunció el ceño ante la hendidura vacía de Granger en el colchón, pero los sonidos calmos de pies siendo arrastrados detrás de la puerta, le dijeron dónde estaba ella.

Aislamiento [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora