Habían sido meses en busca del causante de tantos infortunios, meses tratando de encontrar el lugar en que este se resguardaba, intentando recuperar lo que le había sido arrebatado: un báculo dorado; la orden a la que pertenecía no lo aceptaría de vuelta hasta que volviera con él, tampoco se perdonaría a si mismo si por algún motivo lo perdía para siempre. Había seguido el rastro de la bestia alada y escamosa por varios pueblos en los que su oro había sido robado, encontrando pistas que nadie más podía ver, pero manteniendo la magia que había en él oculta, pues el peligro sería mayor si alguien notaba sus dotes mágicos, ya que los hechiceros solían ser cazados y asesinados al ser descubiertos; las personas creían que su sangre tenía un componente especial que los ayudaría a solucionar cualquier cosa, cualquier adversidad por la que estuvieran pasando, solían vender su carne a precios descomunales pues las propiedades mágicas que creían que esta tenía era bien valorada y creían que ingiriéndola adquirirían algo del poder que en ellos había, pero la verdad era que el secreto en sus dotes mágicos yacía en sus mentes: mentes que tenían la capacidad de analizar el mundo de mil formas diferentes, mentes cuya imaginación se extendía a niveles impensables para los pueblerinos normales, mentes de un mayor intelecto que ellos jamás alcanzarían.
Había logrado pasar desapercibido, sin correr peligros a causa de personas sin un ápice de razón, aunque disfrutó el lograr sentirse superior por un rato pues, a pesar de haber sido uno de los mejores jóvenes hechiceros, las burlas hacia su persona siempre estaban presentes, dejando en claro constantemente lo extraño que era por todo el que se lo topaba, solía cuestionarse si era tal vez a causa de su estatura, resaltando sin quererlo sobre los demás, tal vez su placer por volver hechizos de por si complicados aún más difíciles al convertirlos en acertijos, o tal vez su fascinación por las artes oscuras, que no le eran enseñadas a nadie por lo peligrosas que podían ser; aunque él había aprendido varios de las prácticas por cuenta propia, entre ellas la nigromancia y osteomancia, le parecía estúpido que retuvieran tales conocimientos por ser "prohibidos" y desde su punto de vista su sed de conocimiento era tal vez lo que lo volvía molesto frente a los demás. Pero en aquel mundo, fuera de las puertas de Veccerffin, había logrado ganarse la amabilidad de las personas al erradicar pequeñas porciones de su estupidez, mostrándoles que en realidad la lluvia no los mataría y que no era lágrimas ácidas de algún Dios molesto, o simplemente evitando que consumieran plantas venenosas, y por supuesto, yendo tras el la criatura que robaba su oro, aunque en realidad las razones por las que la seguía eran personales.
Finalmente había llegado al hogar de la bestia blanca, había llegado a aquella cueva en medio de las montañas, a kilómetros de cualquier pueblo existente, oculta por los árboles esparcidos por todo el terreno, imposible de vislumbrar por ojos humanos, pero a penas complicado a los de un hechicero. La entrada era fría, oscura, pero la poca luz que atravesaba era reflejada en los doblones dorados que había regados en la entrada, marcando el camino que debía seguir hasta el nido de la criatura. Cada paso que daba helaba sus huesos, su fina camisa no era protección suficiente para alejar el frío de aquel pasillo de tierra, pero la magia que, después de todo seguía en él, lo protegía contra aquellos males humanos; sabía que los báculos eran apenas una forma de canalizar su poder, una ayuda en ciertas ocasiones, raramente una fuente de magia, pero la conexión creada al obtenerlos era en realidad lo que los volvía especiales, necesitaba el suyo de vuelta.
No sabía por que, de entre todos los hechiceros existentes, fue el suyo el que la criatura alada decidió tomar, no era el único báculo dorado, pero por alguna razón el suyo, y solo el suyo, le había atraído, tanto que decidió llevárselo con el resto de sus tesoros.No entendía como la bestia había logrado entrar aquel día, como era que había atravesado las puertas que los aislaban del mundo exterior, volando no habría logrado verlos jamás, así que debió atravesar las puertas, de eso estaba seguro.
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Nygmobblepot en Mix-cember
FanfictionOne-shots de este shipp a lo largo de Diciembre.