Recuerdos de sangre y destrucción eran los que lo perseguían a diario, los gritos de la gente, aterradas por lo que venía, aquellas explosiones que derrumbaron ciudades enteras, que asesinaron a tres cuartas partes de la población mundial.
Sentía sus pasos sobre el suelo árido, ocupado por tanto polvo que estaba más cerca de parecer un desierto, el viento amenazaba con quitar su capucha en cualquier instante, las gafas que iban pegadas a su rostro y la pañoleta que iba de la nariz a su cuello lo protegían de aquella pequeña tormenta de arena que comenzaba a formarse. La búsqueda por agua y alimento resultaba más complicada al estar completamente solo, recordaba como al inicio creían que en un par de años todo mejoraría, que todos los sobrevivientes se unirían para regresar a la normalidad ¿acaso no conocían la naturaleza humana?
No pasó demasiado tiempo para que la gente comenzara a formar bandos, para que comenzaran a matarse entre sí, incluso en situaciones como aquella, no eran capaces de ver más allá de sí mismos.La caja sellada en la que llevaba sus suplementos era arrastrada tras de él, mientras intentaba que sus pasos no levantaran alertas en alguno de los territorios, siendo estos, para su suerte, cubiertos por las nubes de arena. El cansancio lo detenía por ratos, pero el miedo y su constante estado de alerta lo obligaban a continuar hasta poder al fin llegar a su refugio, a aquel bulto de telas gastadas y viejas al que llamaba cama.
Sentía las vendas en sus manos y brazos deslizarse, apretando más aún la cuerda de la que halaba aquella caja con la esperanza de que no se cayeran y de salir de ahí lo más rápido posible, pero sus pasos cesaron al encontrar frente a sus sucias botas negras a un hombrecito tirado en el suelo, lleno de heridas, y con una de sus piernas totalmente destrozada. Observó a través del cristal oscuro de sus gafas al hombre de negros cabellos aclarados por la arena, sintió como un par de lágrimas se acumulaban en sus ojos ante la imagen; se agachó hasta quedar lo más cerca que pudo de él, intentando percibir algún indicio de vida en este, colocando al hombre inconsciente sobre la caja para llevarlo consigo.
El refugio subterráneo oculto de todo lo que existía fuera, desde antes incluso que la sociedad se desmoronara, fue lo único que lo mantuvo con vida, todo lo que había allí lo ayudaba de algún modo. Cargó al pelinegro entre sus brazos, intentando no lastimar más su pierna, y lo colocó sobre una mesa fría con delicadeza, cortando su pantalón para dejar expuestas sus heridas. La desinfectó como pudo, usando el estado de inconsciencia del otro a su favor, retirando con cuidado las astillas incrustadas en su carne, usando parte de la piel sintética que tenía para cubrir los músculos expuestos. Vio el rostro pálido del hombre, totalmente incapaz de contener por mucho más su emoción, lo había encontrado, al fin lo había encontrado.
Observaba cómo su pecho subía y bajaba con cada respiración mientras limpiaba aquel rostro cubierto de sangre y arena, cerrando cada corte existente en este y el resto de su cuerpo. Esperó para verlo despertar, para sentir aquellos ojos verdes una vez más sobre él, para perderse en su mirada una vez más después de tanto tiempo.
Se había negado a creer que estaba muerto, a creer que, tras la caída, su cuerpo fue uno de los tantos que quedaron calcinados o aplastados por los edificios. Como es que una sociedad tan avanzada había quedado reducida a cenizas.
Lo había conocido años atrás, mucho antes del fin de todo ¿o era el inicio?
Aquel hombrecillo de traje y pálida piel, con cabellos oscuros y ojos verdes, caminando sin apuro a través del edificio, resaltando de algún modo sobre las blancas paredes, por sobre todo el ajetreo y el gentío existente a pesar de su corta estatura.-Mi nombre es Edward Nygma.- recordaba con claridad la sonrisa del hombre al escuchar su nombre, como sintió su mirada atravesarlo y llegar a lo más profundo de su ser.
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Nygmobblepot en Mix-cember
FanfictionOne-shots de este shipp a lo largo de Diciembre.