Los muelles no eran algo que extrañara en realidad, pero descubrir que Ed en realidad no lo había traicionado como creía, ponía las cosas en perspectiva. Pensó que había decidido abandonarlo y apuñalarlo por la espalda una vez más, pero al ver su sombrero sobre una de las mesas supo que la realidad era distinta. Podría haber ido a vengarse de una vez por todas de todo lo que Sofía Falcone le había causado, pero no, salió corriendo hacia los muelles para salvar a Edward, los mismos muelles en los que él le había disparado y empujado, dejando que su cuerpo se hundiera mientras el agua se teñía de rojo, los mismos muelles en los que, tiempo después, hizo que Víctor Fries lo convirtiera en un cubo de hielo. Y ahora una vez más se dirigía a ellos, siendo esta vez Edward quien recibiría la bala, pero sin ser él quien sostenía el arma.
Pronto los dos hombres que tenían encargado asesinarlo terminaron tendidos en el suelo, sin vida; vio como el de verde tomaba rápidamente una de sus armas y volteaba hacia él, apuntándole, pero no por mucho tiempo.-¿Oswald? ¿Cómo? ¿Ya mataste a Sofía?
-No. Dejó la mansión antes de que llegara, para ir tras Jim Gordon.
-¿Por qué no te quedaste? ¿Por qué no esperaste a que volviera para matarla?
-Entonces no habría llegado aquí a tiempo.
-¿Abandonaste tu venganza por mí?
El más alto lo miraba confundido, intentando responder dudas que llegaban a su cabeza una detrás de otra, sin conseguir una respuesta. Soltó un suspiro, y una pequeña sonrisa se formó en su rostro, una que se obligó a borrar rápidamente a medida que se acercaba al más alto.
-La confianza es algo muy difícil de encontrar en Gotham. Pero yo confío en ti, Ed.
El silencio cayó sobre ellos en aquel momento, siendo audibles únicamente el cantar de las gaviotas, el agua al chocar contra el cemento y el viento que acompañaba a estas, no hubo más palabras, guardó su arma mientras los ojos del castaño lo veían en una completa confusión, sin saber en realidad que hacer, copiando la acción momentos después.
-Tengo un inmenso deseo, de no volver aquí jamás.
-Concuerdo.
Se alejaron de aquel muelle en cuanto pudieron, para terminar dentro de la mansión de Sofía Falcone una vez más, esta vez sin nadie dentro, estaba completamente desolada, lo que la hacia sentir vacía de algún modo. Veía a Edward de reojo, siendo consciente que la sangre que cubría su barbilla y parte de su cuello y traje había sido producto del trabajo del dentista, desapareció por unos momentos solo para volver con una cubeta con agua y un trozo de tela en una mano y hielo en la otra.
-Siéntate.- señaló uno de los muebles que había en aquella sala, en espera de que el de lentes hiciera lo dicho, exprimiendo el trozo de tela para que este no escurriera. Se acercó al de lentes, que continuaba mirándolo incrédulo, sin entender absolutamente nada de lo que estaba pasando; comenzó a limpiar la sangre de su rostro con la mayor delicadeza posible, intentando que el dolor que de seguro ya sentía no se incrementara, dejando ver poco a poco su piel del color que era, limpio sus labios intentando no prestarles demasiada atención, pasando a su cuello unos minutos después, sintiendo como los músculos de este se tensaban ante su toque y en respuesta a lo temeroso que esa reacción del más alto lo hizo sentir, terminó moviendo rápidamente su mano, dando un golpe accidental en la quijada de Edward que soltó un graznido de dolor. -Mierda, lo siento, lo siento, yo...- tomó la Bolsa de hielo y la colocó con delicadeza en el punto del golpe. -Lo siento.
-Está bien, Oswald.- la mano del de lentes terminó posándose sobre la suya, ocasionando un ligero sobresalto en él y disminuyendo el frío que sentía. -¿Por qué?