El teatro

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En algún tiempo atrás, Bruno se formaba como un adulto responsable, pese al rechazo de la gente del pueblo o incluso de su propia familia. Era innegable que se sintiera como la mismísima basura a veces, pues nunca pudo ser de ayuda como sus hermanas.

No logró siquiera contraer matrimonio por el temor que infundía a cualquiera que se le acercase, misma razón por la que nunca tuvo hijos. Eso no era tan malo pues nunca se sintió lo suficientemente preparado para traer un ser humano al mundo y criarlo. Se sentía conforme con ver a sus hermanas felices de concebir a sus sobrinas.

Las discusiones con su madre eran constantes, simplemente no podía ser de ayuda al pueblo para complacerla, nunca sería suficiente. Finalmente, cuando huyó a sus 40 años, sintió una sensación satisfactoria de estar fuera de esos regaños y exigencias. Sólo en un principio, y es que realmente amaba a su familia, quería tanto a su madre y hermanas que estaba seguro de dar la vida por ellas.

Lamentaba haber convivido tan poco tiempo con sus sobrinos, solo habiendo predicho el destino de las primas mayores y la última la noche que escapó de la casita. Siempre estaba presente ese arrepentimiento cuando veía a su sobrino Camilo interpretarlo. Interpretaba a cualquier tipo de personaje villano menos a él. Totalmente comprensible para la memoria de un niño de 5 años, cada que se transformaba en él, su aspecto era de un hombre temible y misterioso.

Era día tras día verlos crecer, verlo crecer. Tal vez nunca recordaría el momento en el que su cerebro hiciese un apartado a Camilo lejos de sus demás sobrinos, alguien que no controlaba sus emociones al estar enojado, un chico tan energético como brillante. Era amable, sí, dispuesto a ayudar pero pocos sabían que lo que más esperada del día era llegar a su habitación y subirse en aquel escenario de manera, Bruno quedaba asombrado por la pasión del menor al actuar, en más de una obra le salieron lágrimas de la emoción, y tarde fue cuando tuvo oportunidad de volver a casa.

Al poco tiempo de volver, no tardó en conectar con todos los integrantes de la familia, en un principio siendo más apoyado por Mirabel, con quien compartía el sentimiento de tampoco ser de mucha ayuda en el pueblo. Mientras que Camilo era un espectador de lejos, ahora era él quien lo observaba con la diferencia de que Bruno sí era consciente de los ojos sobre él. El mayor lo vió como un trato justo, después de todo él había hecho lo mismo antes, cosa que Camilo no sabía.

Luego de que el problema de Mirabel se resolviera y muchos de la familia pudiesen hablar de sus incomodidades, Camilo no dijo mucho en especial, a diferencia de Luisa o Isabela quienes tuvieron cambios muy positivos, incluso su hermana que seguramente ya estaría planeando su boda. Camilo simplemente pidió tiempo, tiempo en el que se la pasaría en su cuarto no necesariamente actuando o jugando con su don, solo estaba cansado, no quería levantarse por nada en el mundo y su sonrisa era ausente por horas, solo hasta que salía de vuelta al exterior.

Con los días, esa actitud de levantarse tan tarde y pasar mucho tiempo en su habitación comenzó a preocupar a los demás, nada cambió cuando Pepa le pidió a Dolores que escuchase dentro se esa habitación para saber qué le estaba pasando.

—Sólo escucho su respiración lenta, ni siquiera parece estar interpretando a alguien, se le oye... decaído.

—Pero eso no puede ser, Camilo siempre muestra una sonrisa al pueblo y a nosotros —Cuestionó Pepa.

—Siempre está con sus bromas —apoyó Isabela.

—Bueno... Yo sí lo noté un poco —Maribel pensó sus palabras—... neutral.

—Por favor, es muy nomal. Es el primer muchacho adolescente de su generación, esto tenía que pasar en algún momento —Dijo Felix despreocúpado—. Demosle tiempo y ya verán como vuelve a ser el de antes.

Condenados [Bruno x Camilo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora