Luego de dos barridas al gran patio de la casa, Camilo decidió abandonar su tarea tirando la escoba al suelo, y sin nada que perder se echó a correr a las puertas de salida.
Inhaló el aire fresco que vino elevando sus rizos, listo para acelerar paso al pueblo inexistente. Ninguna casa alrededor, sólo un gran campo verde con flores amarillas que hacían juego con el cielo azul y la más que exacta calidez del sol. Volvió a darle uso a sus piernas después de tantos días encerrado en casa.
Su objetivo; Bruno Madrigal, quien yacía de pie en la punta de la colina al extremo de tal pradera. Y como si de un sueño se tratase, porque lo era, Bruno desapareció justo en el instante en que Camilo lo rodearía con sus brazos. Pero lejos de estar triste, alzó la vista al nuevo Encanto sin ninguna montaña alrededor.
Así como se fue, volvió a Casita y subió las escaleras tan rápido como pudo hasta su habitación, pasó por el par de pasillos dentro de este y finalmente lo encontró en medio del escenario. Bruno traía puesto el mismo vestuario que usó para el segundo acto, miraba a Camilo con una sonrisa serena y la palma de su mano elevada invitándolo a repetir esa experiencia.
Con una gran diferencia, las butacas y cada rincón del lugar se encontraban vacíos, sin ningún otro ser humano más que ellos.
Camilo se acercó lentamente una vez de pie en el escenario, con temor pues en la realidad no se había atrevido volver a tocar esas losas de madera. Ahora allí devuelta en el centro vio a Bruno a los ojos, se dejó tomar por la cintura con delicadeza y sus frentes volvieron a estar tan juntas que rosaban sus labios.
Camilo podría estar soñando pero poco le importaba, disfrutaba de esos viajes lejos del mundo real para gozar con gusto sus pecados.
Volvió a bailar con Bruno, la misma música, el mismo vestuario, las misma luces violetas, pero Camilo en su auténtica forma y sin ninguna pisca de vergüenza sobre cómo amaba a Bruno.
En el último paso de baile, Camilo no resistió más a querer tomar los labios del mayor con los suyos, eliminó los pocos milímetros restantes y justo cuando cerró los ojos, el frío vidrio del espejo detuvo su camino, alejándolo con un dolor temporal en la nariz y frente.
—Ouch, mierda.
Al cubrir su nariz sintió un tacto diferente al de sus habituales manos, cuando las distanció se dio cuenta de las manos de Bruno en el lugar de las suyas. Una ultima mirada al espejo enfrente lo sacudió para volver a su forma original, otra vez estaba soñando despierto.
Trasladó su propio peso a la cama y saltó de ella ante el chillido del roedor en su espalda.
—¡¡YIAHH!! Lo siento, lo siento —dijo tomando a la pequeña rata con sumo cuidado.
Camilo juró ver una expresión de enfado en el rostro de Betty. Nuevamente acostado sobre su espalda, y con Betty reposando sobre su barriga, volvió a cuestionarse su enfermizo amor por su tío, usando al joven roedor como consejero.
Realmente nunca lo vi como un tío, pero claro que lo veo como alguien parte la familia. Quiero decir, a toda la familia le gustó la telenovela de ratas, Bruno ama explicar la trama, y ambos tiramos al mismo lado... Oh, sí. Mi edad.
—¿Camilo?
Se escuchó la voz de su padre luego de un par de golpes en la puerta que alarmaron al joven Madrigal.
—Sí, pa. Está abierto —apresuró a decir mientras se daba una ultima mirada a sí mismo evitando otra transformación espontanea.
Félix se adentró a la habitación cerrando la puerta a la ves que observaba a su hijo sentado con los tobillos cruzados aún con la rata en sus manos.
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Condenados [Bruno x Camilo]
FanfictionCamilo sufre ligeros episodios de depresión. Mirabel creyó que motivarlo a continuar con uno de sus hobbies favoritos lo ayudaría, y que con Bruno acompañándolos harían un trabajo espectacular. Pero tanto Bruno como Camilo confiesan sentirse condena...