Capitulo 22

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Joaquín

Cuando desperté al día siguiente, miré el espacio vacío en mi cama y la realidad me golpeó.
Emilio me había dicho que me amaba, podía pensar que era debido al placer y la pasión, pero él no decía nada que no sintiera y esas eran palabras fuertes, importantes.
Sin embargo, el lugar donde debía estar, se encontraba vacío, solo había una pequeña nota sobre su lado.

Mi corazón golpeaba fuerte en mi pecho cuando me senté en la cama.
Ya era de día, el sol entraba por la ventana con fuerza, haciendo que mis ojos se quejaran.
No me importó nada, no esperé a cepillarme los dientes y vestirme. Me sentía pegajoso y sabía que debían quedar los restos de semen en mi miembro, y en entrada pero no pude esperar más para tomar la hoja y con manos temblorosas comencé a leer.



Joaquín, nunca me considere un cobarde, al menos no siendo un hombre adulto.
Pero verte aquí, acostado a mi lado, viéndote tan hermoso y perfecto, sabía que no tenía el valor de despedirme.
Prefiero hacerlo así, sin que sepas, puedes llamarme un verdadero imbécil después de esto, pero es lo mejor.
Probablemente piensas que tengo remedio, pero no es así.
Mereces a un buen hombre, alguien que pueda darte todo lo que yo no, lo de ayer significó mucho, pero no todo.
Te dejare en paz, haré que rehagas tu vida y encuentres a un buen hombre, es lo único que te pido.


Sé feliz, Emilio

Tu Ice man


Dejé la nota caer y comencé a llorar, me sentía fatal después de anoche pensé que habíamos logrado algo, pero no él estaba huyendo de nuevo, se estaba alejando y me rompía el corazón cada vez que lo hacía. ¿Hasta cuando lo soportaría? Era más que eso, no podía simplemente esperar a que viniera, me hiciera mierda para luego volver a irse.
Joaquín del pasado tal vez lo permitiría, pero este no.


Emilio tenía miedo, de hacerme daño, de hacerme sufrir, pero no se daba cuenta de que ya lo estaba haciendo al alejarme de su vida, al no dejarme entrar en ella.
¿Cómo podía decir que me amaba y dejarme en la cama después de hacerlo? ¿Cómo podía irse después de todo lo que habíamos hecho anoche?
Fue más que hacer el amor, fue una conexión, la mejor de toda mi vida.

Si él no quería luchar por lo nuestro, ¿Cómo podía hacerlo yo? De pronto, todo aquello me revolvió el estómago, me moví al baño y comencé a vomitar, hasta que ya no pudo salir más nada que la bilis, hasta que mi estómago dolió.
Suspirando, me metí a la ducha y me di un largo baño, lavando de mi piel todo rastro de Emilio Marcos, como él me había lavado de su vida.


Cuando salí, ya peinado y vestido, tomé el celular y le envié un último mensaje. Si él no era capaz de hablarme, yo si lo haría.
Y no precisamente para rogar


Yo: Llamarte imbécil no es suficiente, me has dicho que me amas y te has ido. Me reconstruiste y luego me dejaste hecho pedazos otra vez, pero no rogaré que vuelvas.
Si no puedes luchar por esto, no seré yo el que lo haga. No vuelvas a buscarme, no se te ocurra preguntar por mí, hoy definitivamente terminamos.
Suspire y limpié mis ojos, aunque no estaba llorando ya, cuando estaba a punto de salir de la habitación, un mensaje suyo me llegó.

Emilio: No mentía cuando te lo dije, pero el amor no siempre basta.
No lo haré más difícil te lo prometo.


Y entonces, tire el teléfono al suelo con fuerza, mirándolo mientras se rompió.
La pantalla ahora negra y rota, reflejo como me sentía yo. Pero era más que eso, me molestaba siempre terminar siendo el lastimado, el herido.
No podía simplemente avanzar con un hombre diferente, tenía que estancarme a los que estaban jodidos de la cabeza.
Por supuesto, no había punto de comparación entre Emilio y Daniel, a excepción de que el lastimado siempre era yo.


Frio como el Hielo  (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora