Capitulo 23

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Joaquín

Una vez había escuchado un viejo refrán que decía: El abusador, solo lo es hasta alguien lo detiene.
Deseaba con todas mis fuerzas detener a Daniel, una parte de mi,esa que aún le tenía rabia y rencor, necesitaba vengarse.
Había tomado clases de defensa, Emilio me dijo infinidad de veces que no peleará enojado, pero podía irse al infierno, yo encontraba mi fuerza y mi motivación a través del odio que sentía por mi ex.


Me preparé mentalmente para pelear, comencé a saltar sobre mis pies para entrar en calor, estiré mis músculos, como si fuera cualquier otra clase de boxeo.
Por supuesto Daniel no era como Emilio, no iba a ser suave conmigo, ni cuando estaba indefenso era delicado, se estañaba conmigo y si daba pelea, sería peor.


La otra opción era llamar a Renato, correr lejos de aquí, pero ¿hasta cuando? ¿ por qué tenía que vivir con el miedo de que en cualquier momento me atacara? Iba a tener un hijo, no podía permitir que me hiciera daño, que se siguiera burlando y aprovechando de mi.


Tenía miedo, si, pero estaba determinado a dar la pelea.
De algo tenía que servir haber entrenado por un mes, haber sido derribando incontables veces, haber dado la pelea
Si me rendía ahora, si actuaba como un cobarde, entonces todo por lo que había luchado se iría a la mierda.
Me sentía más fuerte, más seguro, quería seguir viviendo así, me gustaba.


Recogí mi cabello en una coleta y respiré profundo de nuevo cuando escuché las llantas de un auto derrapar afuera.
Mi corazón golpeaba tan fuerte en mi pecho, estaba asustado pero decidido, lo que no sabía era si eso era bueno o malo.
Sin importarme nada de eso me fui hacia la puerta principal y la abrí antes de que Daniel pudiera tocar.


Estaba pálido, pero reconocí de inmediato la expresión de odio y furia en su cara. A diferencia de Emilio, al que había visto furioso también pero nunca me sentí asustado, porque dentro de mí estaba seguro de que no me haría daño. En cambio Daniel era diferente, no tan grande, ni tan fuerte, pero con mucha ira y odio dentro de él, era un ser malvado y justo ahora me estaba mirando como si quisiera destruirme.


—Hola Daniel – saludé con tranquilidad.
Mi expresión aparentemente tranquila y relajada lo confundió por un segundo, antes de venir hacia mí, dándole la vuelta al auto.
No había vecinos afuera, los únicos que sabíamos que él estaba aquí era Rubén y yo, así que podía hacerme muchas cosas y nadie se daría cuenta.

—¿Me saludas tan tranquilo después de lo que me hiciste? – gritó, cuando se detuvo frente a mí
Suprimí mi miedo y mi dolor, esto no era más que yo.
—¿Qué se supone que te hice ? – pregunté de vuelta, mirándolo con confusión


Tan rápido que no pude prevenir, me tomó del cuello y me arrastro hacia atrás, pegándome contra la pared del vestidor.
Mi cabeza golpeó fuerte, contra la pared, pero ignoré el dolor, como Emilio me había recomendado y me concentré en dar la pelea.
Mi ex novio me miraba con un odio casi inhumano, como si lo hubiese traicionado. ¿Qué era lo que había hecho a parte de seguir con mi vida?



—¡Eres un perro mentiroso! – gritó, volviéndose loco.
—Me dijiste que no podías quedar embarazado, ¿ Y ahora lo estás de otro cabron?
Golpeé su brazo con mi mano, haciendo que me soltara, no iba a quedarme sin hacer nada, no de nuevo.
Sin responder, golpeé su mejilla, no tan fuerte como hubiera querido, pero algo de daño tuve que hacer.
Me arrepentí en el mismo momento en que sus ojos se desbordaban de ira, ahora sí iba a volverse loco, no me perdonaría.



Consciente de eso corrí hacia la cocina para tener un poco más de tiempo, pero él me tomó del cabello y me tiro al suelo.
Escupió sobre mi cara, me quite su asquerosa saliva con la mano y lo miré desde abajo, había sido derrumbado muchas veces en el mes, esto no era absolutamente nada.
Sorprendiéndolo, me levanté de un solo golpe y me alejé lo suficiente, solo para tener más control sobre mis movimientos y prevenir los suyos.


Frio como el Hielo  (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora