Capitulo 27

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Joaquin

—¿Quién era esa chica que estaba contigo? – pregunté mientras mirábamos el techo de su habitación.
En cuanto llegamos a su casa follamos de nuevo, esta vez un poco más relajados, pero con la misma intensidad y pasión.
Ahora estábamos acostados boca arriba uno al lado del otro, recuperándonos después de un increíble orgasmo.


Me dio una mirada incrédula, como si estuviera preguntándome si hablaba en serio.
—Estuve a punto de matar a un imbécil por ti, ¿Y tú estás celoso de una anfitriona? – preguntó negando con la cabeza
—Estaba casi desnuda – agregué.
—Joaquín, las mujeres desnudas no me provocan ni una cuarta parte de lo que tú me provocas vestido –musitó, mirando al techo como si nada.


Mi corazón aulló de amor por él.
Le di una sonrisa y me coloqué encima de él, de inmediato sentí su miembro comenzar a endurecerse otra vez. Emilio era insaciable, al igual que yo.
Cuando estábamos juntos, el sexo era fundamental, aunque no era todo, claro que no.
Pero nos deseábamos de una manera aterradora, nunca era suficiente, no me cansaré nunca de su cuerpo, de su boca. Me dio un beso duro, carnal, y veroz de esos que me dejaban atontado y ansioso.


—Mi lugar favorito en el mundo es cuando estoy dentro de ti – murmuró
Le di una sonrisa, encantado con este Emilio tan franco y directo, me gustaba aún más saber que sentía lo mismo, que su hambre y deseo por mí eran iguales a los míos por él.
No respondí, me introduje un miembro en mí y ambos jadeamos al mismo tiempo.
Comencé a moverme de nuevo, pero Emilio me dio la vuelta y se colocó encima de mí, penetrándome con más fuerza.


Mientras hacíamos el amor, solo pude pensar en lo mucho que lo amo y lo bien que era cuando estábamos juntos y en que quería que nos quedáramos así por siempre.



        🌟🌟🌟🌟🌟


—¿Cuando piensas decirle que estás esperando un hijo suyo? –preguntó Azul con desaprobación.
Por primera vez, no estaba siendo graciosa ni divertida,  para ella también esto era un tema importante.
No podía entender que aún no le hubiese dicho la verdad, pero a mi favor Emilio y yo casi no habíamos hablado, solo follamos toda la noche sin cansancio.


Suspiré mientras me ponía mis tenis de deporte. Ya eran pasadas las tres de la tarde, Emilio se había ido al gimnasio muy temprano y me dejó en el apartamento.
Hice comida, miré televisión, trabajé un poco, pero seguía nervioso y excitado.
Quería verlo, lo ansiaba y además, necesitaba ir hacer un poco de deporte en Alabama estuve mucho tiempo inactivo.

Me sentía lleno de vida, con ganas de correr y saltar, estaba eufórico de la felicidad.
Tal vez me sentía así porque por fin, Emilio y yo habíamos decidido y aceptado estar juntos, porque sabía que después de anoche, no me iba alejar de nuevo, no al menos que yo quisiera irme.


—Lo haré esta noche, después de cenar –contesté, esperando que se lo tomara bien.
—Pasamos una noche increíble y relajada, solo quería vivir eso por un momento.

—Joaquín, si él de verdad te ama, no será un problema ser el padre de tu hijo.
Además, fuiste allí a contarle la verdad, no a terminar follando con él – regaño con severidad.
—¿Qué pasa contigo?
Tu siempre eras fan de que folle, no entiendo qué ocurre ahora.
Suspiro

—Tengo miedo de que te haga daño, eso es todo.
—Blue, si superé lo de Daniel, Emilio no me dejara peor, créeme – respondí con sinceridad.
—Tengo que irme, te llamo luego.


Colgué el teléfono después de eso, un poco molesto. No entendía por qué después de Daniel, todos pensaban que era una florecita a punto de marchitarse. ¿ Por qué no podían entender que después de él me hice más fuerte?
Esta vez, era capaz de irme si no me convenía estar con Emilio, mucho más ahora que iba a tener un bebé.
No sería la victima de nuevo, aunque estaba seguro de que el padre de mi hijo no me haría daño, al menos no el que ellos pensaban.


Frio como el Hielo  (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora