Capitulo 33

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Joaquín

Esas palabras me hizo jadear y soltar las bolsas de golpe. Reconocí de inmediato su voz, y lo peor fue que recordé ese tono, tan malicioso, tan lleno de ira. Fue una estupidez de mi parte pensar que Daniel no me seguiría hasta acá, para este momento ya debía estar al tanto de que mostré ese video y que su reputación se hizo añicos, y su vida también. Y si ya no tenía nada que perder, entonces le importaba poco dejarme vivo , o matarme aquí mismo, lo único que deseaba en este momento era que no llegara tan lejos.

De pronto un material frío apuntó en mi costado y me di cuenta al instante de lo que era, una navaja. Sentí pavor, solo una puñalada y acabaría con la vida de mi bebé.

—¿Qué quieres? –pregunté, con voz temblorosa. Miré alrededor, pero no había nadie cerca, Dios mío, no había nadie para ayudarme.
Mis clases de defensa no serían de ayuda con un hombre armado. Realmente nunca creí que llegaría a este punto, que su odio y la humillación lo llevaran actuar de esta manera. Si no hubiese estado embarazado, habría intentado defenderme, pelear con él, pero ahora no podía, en lo único que podía pensar era en mi bebé, en que tenía que protegerlo.


— Quiero felicitarlos por el bebé – agregó, como si nada. Su vos relajada solo me daba más escalofríos, era como si fuéramos dos viejos amigos hablando en un día cualquiera.
— Es una lástima que no sea mío. ¡Yo quería ser padre y tú me lo negaste!
—¡Será que tú no puedes tener hijos!, porque nunca nos protegimos – exclamé al escucharlo. Me arrepentí de inmediato, pero las palabras simplemente salieron de mi boca.

Se rió en mi nuca, pegando sus labios allí, en un gesto sexual y poco atractivo. Mi piel se erizó, pero no de placer, si no de miedo.
— Te burlaste de mi todo este tiempo, te fuiste de puto acostarte con el primero que se apareció – murmuró con amargura.
— Pero eres mío, siempre serás mi perro.

Para puntualizar sus palabras, llevó la mano hacia mi trasero y me apretó una nalga. Eso me hizo saltar, las lágrimas ya estaban derramándose por mis mejillas, estaba tan asustado y asqueado. Pero no me moví, su agarre era poderoso, fuerte, no iba a lograr zafarme sin ser lastimado lo sabía.
Lo menos que quería era enojarlo, era un hombre en descontrol, así que las cosas podían ponerse bastante feas, más de lo que ya estaban.

— Déjame en paz – pedí, fue lo único que pude decir.
—¿ No me has hecho ya daño suficiente? ¿ Qué mierda es lo que quieres?

Sentí el filo del cuchillo presionando mi piel, enloquecido por cortarme. Pero entonces un movimiento a mi izquierda me llamó la atención, era un vigilante. Mis rodillas casi se doblaron al verlo, se estaba acercando a nosotros, aún no se había dado cuenta de lo que pasaba, pero solo tenía que acercarse unos metros más y podía verlo.
Sin embargo, no grité, porque no quería provocar más a Daniel.

— Quiero recordarte que la policía no será un impedimento para encontrarte siempre, ni siquiera el hecho que tengas un hijo – aseguró, no sabía si había visto al vigilante también, pero esperaba que sí y que se acobardara.
— Eso en caso de que logre llegar a nacer, uno nunca sabe las cosas que pueden pasar en la calle.

Iba a responderle, probablemente algo grosero, pero no tuve la oportunidad. Antes de que algo más pasara, Daniel llevo mi cabeza con fuerza y con la velocidad de un parpadeo hacia el auto, haciendo que mi cabeza golpeara el frío material con muchísima fuerza. El golpe me hizo gritar, el dolor se estrelló contra mí, sentía mi frente en llamas.

El vigilante gritó que se detuviera y eso pareció funcionar. Daniel se fue después de eso tan rápidamente que fue como si nunca estuviese allí.
Un líquido caliente comenzó caer por mi ojo y me di cuenta de que estaba sangrando, me hizo sangrar. Mareado y a punto de desmayarme me metí en el auto y pase el seguro a todas las puertas, tenía miedo de que Daniel decidiera regresar. Limpié mis lágrimas y rebusqué por la guantera algo para limpiarme. Emilio era un peleador, así que encontré gasas y algunos trapos limpios que utilicé para detener el sangrado.

Frio como el Hielo  (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora