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El par de chicos se quedó ahí sentado, mirando como el agua danzaba bajo sus pies.

—¿somos... algo ahora?—Camilo volteó apenas hacia la chica, apartando la mirada de inmediato al sentirse observado.

—... ¿qué quieres que seamos?—

—Bueno, no sé... Pero sí sé que no quiero que te cases con Alejo—

—¡deja de mencionarlo!—Emilia le dio un empujoncito entre risas.

—Bueno, bueno... Pero entonces promete que te casarás conmigo.—

Emilia lo miró durante un momento, para luego sonreír y voltear hacia el arroyo.

—No hay que apresurar las cosas, no nos conocemos hace tanto tiempo.—

—¿y? No hay un tiempo específico para enamorarte.—soltó ofendido el cambiaformas—. Si no me quieres, dilo y ya.—

—Ay, por dios, Camilo... Eres terrible.—

Emilia alzó su mano sobre el agua, alborotándola un poco.

—Te quiero muchísimo, tonto. Pero eso no significa que mañana mismo tenemos que casarnos ¿sabes? Tenemos todo el tiempo del mundo... Pero aún así, no quiero que tu abuela te case con otra chica.—

—No soy Isabela, no me casaré con alguien a quien no quiera... Pero si esa persona que yo quiero no me quiere...—

—¡te dije que sí te quiero!—

Camilo rió bajito, para luego mirar con sorpresa como la chica sacaba pequeños pedacitos dorados del agua y los atrapaba con las manos.

—... ¿qué te parece esta idea?—Emilia apretó sus manos y un poco de vapor brotó de entre sus dedos—. ¿quieres que seamos pre-pareja?—

Emilia abrió sus manos, donde dos corazoncitos de oro yacían en el cetro de sus palmas. Quitó dos pedacitos de lana de los volados de su vestido y pasó los dijes uno en cada uno.

—Con éste brazalete, te reservo para que seas mi compañero a partir de ahora y hasta la muerte... O hasta que el amor dure, no sé.—

—... ¿insinúas que dejarás de quererme en algún momento?—

—Yo no ¿qué hay de ti?—

—Claro que no, nunca.—

Emilia sonrió antes de tomar la mano del chico y amarrar con cariño aquella pulsera improvisada.

—Entonces está hecho, eres mío ahora. No dejes que tu abuela te busque una novia.—Camilo sonrió conmovido al recibir la pulsera restante.

El chico imitó a Emilia y amarró la cintita en la muñeca ajena, sellando finalmente aquella promesa.

—Eres mía entonces...—

Camilo abrazó emocionado a la chica, haciéndola perder el equilibrio.

—¡con cuidado, o nos caeremos al-

~•~

—¿qué les pasó a ustedes?—

La abuela miró preocupada como el par de chicos entraba completamente empapados a Casita, quien los cubrió con toallas de inmediato.

—¡estamos pre-casados, abu!—Camilo alzó la mano emocionado, mostrándole  a la anciana aquella pulsera—. No podrás casarnos con nadie más.—

La mujer miró confundida a su nieto, y luego a la chica.

—Lo picó un bicho cuando caímos al agua, desde entonces ha estado actuando como tonto... Más de lo normal ¿doña Julieta podrá...?—

~° Tu Encanto - Camilo MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora