~imaginas cortitos~ (2/3) 💛

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Camilo:


Imagina que Camilo toooodos los días va a visitarte, cosa que agradecías porque te caía bien, pero no comprendias el porqué.

—Buenos días, ____.—

La chica levantó la mirada de su mesa, encontrándose a un Camilo sonriente.

—Hola, Cami ¿qué haces aquí?—

—Pues haciendo compañía.—

—Claro, no sé porqué pregunté... ¿día agotador?—

—Bastante, sí. Los hijos de la señora Raquel no querían dormir la siesta, batallé mucho para que dejaran de armar un berrinche.—

____ siguió picando fresas, escuchando atentamente lo que el chico le contaba.

—No sé cómo haces para aguantar tanto... Yo no podría lidiar con niños tan pequeños. Son... irritantes.—Camilo rió.

—Es que no tienes hermanitos menores, yo cuidé mucho de Antonio y le tomé gusto a los niños pequeños... Pero lo de hoy fue demasiado.—

La chica lanzó la fruta picada en un frasco, agregando azúcar encima y cerrándolo.
Miró al chico, notando el cansancio en su rostro.

—Deberías haber ido directo a Casita y descansar, Cami ¿por qué viniste?—

El Madrigal sonrió, recostándose en aquella mesa y cerrando los ojos por un momento.

—¿y romper mi racha de visitas en tu huerta? Ni loco.—bostezó—. No podría fallarte así.—

—No estás obligado a venir.—

La verdad era que no lo estaba, Camilo cierto día apareció y desde entonces la visitaba sin falta. ____ nunca recibió una respuesta concreta cuando cuestionaba el porqué, pero tampoco le molestaba.

Era agradable su compañía.

—No~, pero la verdad es que siempre espero esta hora para venir contigo... Me gustas.—tardó unos segundos en asimilar lo que dijo, finalmente brincando del lugar—. ¡me agradas, me gusta hablar contigo! N-no me gustas tú, me gusta... Tu compañía, tus frutas, cómo las picas. la jalea...—

____ se avergonzaba con cada cosa que el chico decía intentando arreglar su torpe confesión. Fue muy repentino.

—Ya, tranquilo, Cami.—la chica le metió una fresa en la boca para que finalmente se callara—. A mi también me agradas... Me gustas.—sonrió avergonzada.

Camilo terminó de masticar aquella fruta, mirando completamente rojo a la chica en todo momento.

—... ¿quieres venir a c-cenar a casa esta noche?—

—Claro, Cami... Ayúdame a terminar de cortar estas y acepto sin rechistar.—

El chico tomó un montón de fresas y se puso manos a la obra.

—Corta la fruta, no tu dedo... Sí sí, lo tengo.—

—

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~° Tu Encanto - Camilo MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora