~° Tu Encanto - Camilo Madrigal

XIII

Hola wenas, aclaración antes de empezar.

NO SOY DE COLOMBIA, ASI QUE NO SÉ CUÁLES SON SUS COSTUMBRES EN NAVIDAD CON EXACTITUD.

Escribí esto basándome en Google y en lo que la linda personita sevenrinqsss me dijo.

Así que si llego a equivocarme, díganmelo. Obviamente voy a mandar cualquiera jsjsjs.

~•~

Por primera vez en semanas, fue Mirabel a comprar el pan y no Camilo.

—¿la viste? ¿estaba ahí?—Camilo brincó junto a ella apenas llegó a Casita.

—Por si lo olvidaste, primo... Emilia ya no trabaja ahí.—

—... Pero trabaja cerca.—negó levemente—. No importa ¿la viste al menos?—

—Te prohibió ir a la cafetería, no te dijo que te quedaras recluído en tu cuarto.—respondió Isabela con tono divertido—. Puedes ir y pasar frente a la tienda.—

—¿¡y si me ve!? ¡pensará que la estoy espiando!—

—Eh... sí, eso es lo que estarías haciendo.—Mirabel suspiró—. Tranqui, Camilo. Ella te quiere mucho, de seguro te perdonará... Si le ruegas un poquito.—

El chico bufó en voz alta antes de volver a su cuarto.

~•~

Ya casi eran las doce del mediodía cuando Camilo le pidió a Isabela un pequeño ramo de girasoles. Luego le pidió a Mirabel que lo acompañara por el pueblo, pues sentía algo de ansiedad.

—Tu cabello se sacude como gelatina.—

Mirabel rió bajito al ver como su primo, sumamente nervioso, sufría pequeñas mutaciones.

—Si ella me manda al diablo, defiéndeme porfis ¿si?—

—Nah ah, yo no me meteré en este problema. Si quieres te consuelo después, pero no pienso interferir.—Camilo suspiró.

Finalmente llegaron al frente del local, donde Mirabel se despidió de su primo cual mamá que deja a su hijo asustado en la guardería.

—Vamos, puedo con esto...—el chico inhaló y exhaló lentamente, entrando finalmente al lugar.

—Buen día, Camilito ¿vienes por el té de tu mamá?—

El chico se extrañó al ver que la señora Paula era quien atendía el lugar.

—¿y Emilia?—

—Oh, se fue de Encanto ¿no te lo dijo?—

~•~

—¿sigue igual?—

—Seh, ahora es un bebé... Literalmente.—

Mirabel miró preocupada a Dolores, quien señaló el centro del patio.
Un Camilo -demasiado artista y exagerado- se había tumbado en el centro del lugar, mirando al cielo.

—Estás perfectamente acomodado para que te tire un baldazo de agua.—Dolores se recostó en el barandal del primer piso, mirando hacia abajo—. Ya, no seas tan exarerado.—

—Ella se fue...—

—A buscar una flor, no se fugó con Alejo.—intentó consolarlo Mirabel.

—Mmm... No he visto a Alejo ¿habrá ido con ella?—Dolores rió bajito al ver el horror en el rostro del bebé Camilo.