Cami y Emi

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Bueeeenas.
Les debía un shot de los mellis, así que acá está. Espero que les guste.

~•~

—¿nerviosa?—

Emilia le sirvió a su amiga una taza de té de manzanilla.

—Es mi primera ceremonia, imposible no estarlo.—Mirabel sonrió de forma rara mientras ____ se servía otro poco de té—. Si los niños no consiguen un don hoy, yo...—

La chica no dudó en abrazar a su amiga, quien le devolvió el gesto con necesidad.

—Todo saldrá bien, Mira... Lo harás genial, todos te estaremos apoyando.—

—Gracias, Emi...—

—¡mamá! Emiliano esta corriendo como un tonto por todos lados.—la pequeña Camila se acercó enojada a su mamá—. Se va a lastimar si se cae, no me hace caso.—

—¡Ella miente, mami! Solo juego con los otros niños.—se defendió el chico.

—Ya ya, duendes. No peleen.—Emilia los alzó en brazos, dejando un pequeño beso en sus mejillas—. Falta poquito para la cena ¿por qué no van a ver si papá necesita ayuda con la decoración?—

—Sí, mamá...—respondieron al unísono.

Emiliano salió disparado de la cocina, mientras que Camila tomó una caja llena de guirnaldas y siguió a su hermano de cerca.

—Son tremendos esos niños.—Mirabel sonrió—. De verdad espero que tengan un don esta noche...—

—Lo tendrán, amiga. Tú no te preocupes por eso.—

~•~

—... Así que ya saben... Emi, pórtate bien. Cami, no te pongas nerviosa.—

Emilia terminó de alistar la ropa de sus pequeños, para que luego Camilo los abrazara con fuerzas.

—Estoy muy orgulloso de ustedes, niños.—les sonrió conmovido—. Esta es su noche... Así que disfrútenla ¿si? Mamá y yo los estaremos mirando.—

El hombre finalmente los liberó, buscando de inmediato la mano de su esposa.

—Si la tía Mira se pone rara, ayúdenla ¿si? Esta muy nerviosa hoy.—

—Sí, mamá.—

Emilia besó a sus pequeños una última vez antes de dejarlos en el lugar indicado por Mirabel.

—¿estás nerviosa? Porque yo sí lo estoy.—soltó Camilo mientras subían las escaleras.

—Tranquilo, Cami. Los dos tenemos dones, al menos algo van a heredar ellos... Esperemos.—

—Ese "esperemos" no me da mucha confianza.—Emilia rió antes de besar su mejilla.

—Con o sin dones, nada cambiará.—

—Pero ellos tienen mucha ilusión por tener uno...—

Se detuvieron junto a las puertas que desprendían brillitos dorados.

—Entonces esperemos lo mejor para ellos... Y para Mira, que esta casi igual de nerviosa que los niños.—

Mirabel subió las escaleras, dando un hermoso discurso sobre la familia, la comunidad y la importancia del amor propio. Habló sobre los dones, sobre como estos ayudaban a todos, pero lo que más conmovió a los presentes, fue lo último que mencionó.

—La magia, el encanto, el milagro... Somos nosotros. Con o sin don, todos somos parte de esta hermosa comunidad.—

Cuando los aplausos cesaron, los pequeños mellizos subieron las escaleras tomados de la mano. Se veían nerviosos, pero solo bastó una sonrisa de su tía Mirabel para sentirse mejor.

—Es su momento, pequeños...—les susurró con cariño al acercarles la vela.

Los niños tocaron aquel objeto mágico, para luego pararse cada uno frente a una puerta.
Camilo por su parte presionó ansioso la mano de su esposa, quien dejó un fugaz beso sobre su muñeca para calmarlo.

Entonces todo sucedió.

Emiliano y Camila tocaron las perillas de sus puertas, y de inmediato comenzaron  a brillar.
Mirabel suspiró con cierto alivio al ver que no desaparecían, pero tampoco veía que sus dones se manifestaran. Fue en ese momento que Emiliano desapareció.

—¿¡dónde está!?—Camilo miró asustado como su hijo se desvaneció en un segundo.

—Él esta bien, me dijo que fue por una arepita. Ya le pedí que volviera.—soltó Camila como si nada, pero entonces se sorprendió—. ¡escucho lo que él piensa... Lo que piensan todos!—

Camilo miró a su esposa confundido.

—¿lee mentes?—

—Eso parece.—

—... No quiero que lea la mía, es peligroso.—el hombre se ganó un golpe por parte de su esposa.

—No quiero ni imaginar en qué estás pensando.—

Emiliano apareció otra vez en el lugar, contándole emocionado a su tía Mirabel que podía ir a cualquier lado súper rápido, y que no se cansaba por ello. Pero que en cuanto Camila le ordenó que volviera, obedeció sin quererlo.

—Bueno, al parecer tenemos un par de dones nuevos en la familia.—

Los aplausos no tardaron en llegar, y más de un Madrigal suspiró aliviado con aquello.

—Genial, el inquieto ahora corre rápido y la mandona controla y lee mentes... Van a matarnos pronto.—Emilia rió antes de tomar el rostro de Camilo y besarlo con cariño.

—Tal parece que cuando te pidan salir a jugar tendrás que obedecer, o quién sabe qué podría pasarte.—

—¿Cometerían padricidio?—

—Que tonto eres...—

Amo a Pietro y Wanda, los ando necesitando mucho de vuelta en mi vida ahre

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Amo a Pietro y Wanda, los ando necesitando mucho de vuelta en mi vida ahre. Obviamente iba a usarlos para formar a mis niños.

~° Tu Encanto - Camilo MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora