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✧EL PASADO DEL PRESENTE✧

—Joder... —murmuró una voz en el umbral de la puerta de la cocina.

Me levanté y erguí mis hombros, por si era el viejo Walker, pero al enfocar mi mirada en el cuerpo humano de la puerta, vi que solo era Josh.

Eso causó que me pusiera un poco nerviosa. Me gustaba Josh desde hacía ya un tiempo, y no se me pasaba.

—¿Josh? —y aunque fue más una confirmación que una pregunta, aunque sonó más a lo primero.

Me limpie el rastro de lágrimas que tenía rápido, y me levanté, dándome la vuelta por si acaso se diera cuenta de lo que estaba haciendo momentos antes. Llorar.

Eran las tres de la madrugada, el dúo dinámico tenía una fiesta montada en el jardín, y yo no tenía ánimos de volver a mi casa. Era 31 de octubre —bueno, ya era 1 de noviembre—, y hacía cinco años exactos de la muerte de mi padre. Como cualquier ser humano con empatía, podría saber que lo que menos quería en ese momento era ir a casa con Winona y esas marujas llamadas por lo legal hermanastras.

—Ese soy yo —levanto un dedo, como si tuviera una brillante idea, y cuando fue a dar un paso cayó al suelo. Estaba borracho. Genial.

Fui corriendo a ayudarlo. Me costó un poco. El que estuviera con un cuerpo hasta los topes de alcohol, y encima el mismo cuerpo fuera enorme comparado con el mio no ayudaba. Y si encima ese mismo cuerpo no ayudaba a nada. Casi fue una misión imposible.

—Venga Josh, te ayudo a llegar a tu habitación... —murmure.

Pase uno de sus largos brazos por mis hombros, haciendo que apoyara casi todo su peso en mi.

Subimos las escaleras y el pasillo que llevaba a su habitación sin saber cómo lo logré. Cuando estuvimos en los pies de la cama, lo tiré como si fuera un juguete que no se puede romper. A ver, tampoco es que se me fuera a caer un cuerpo hacia mí o hacia el suelo cuando lo empuje hacia la cama. Mi puntería tampoco era de imbécil.

Quise dejar su cuerpo ahí, en esa postura tan incómoda en la que lo había dejado, pero fui compasiva e intenté colocarlo "bien".

Cuando ahora si que me iba, él me cogió de la muñeca.

—Quedate —de golpe me puse nerviosa. ¿Qué estaba diciendo?

—Estás borracho... —negué, pero él tenía los ojos cerrados y una sonrisa—. No quiero que mañana pienses que soy una acosadora.

Entonces no se como paso pero se incorporó, sentándose en la cama, tiró de mí y me sentó a su lado.

—Sé que te gusto, y tu me gustas a mi —levanto mi mentón y me beso antes de que me pusiera a negarlo todo por vergüenza—. Quédate a dormir.

Me volvio a besar.

Me puse roja, pero cuando me besó, el rojo en mis mejillas aumentó todavía más. Su beso era firme, sin llegar a ser agresivo ni dulce, en un punto intermedio. Sentí las mariposas azotar mis tripas.

Lo acerque mas a mi dejándome llevar por las ganas del momento y la adrenalina del momento.

Josh fue mi primer amor, pero no el definitivo ni el «para siempre» que toda chica merece. Pero aunque yo pensara que él era mi príncipe azul, no lo fue.

No lo fue porque yo no quisiera, porque al principio yo quise que fuera mi maldito heredero al trono, pero años más tarde comprendí que no, que él no era mi «para siempre», que no era mi príncipe azul. Sino que era otro.

Una Cenicienta DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora