IV

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✧ANTIGUOS Y NUEVOS LIGUES✧

—Llego tarde —dije apurada, poniéndome el uniforme de servicio.

—Lo he notado —habló una voz que no es la de Izz.

—Creo que no eres Isobel.

—Que inteligente —dijo Nick, aplaudiendo.

¿Qué haces aquí, Nick? quise preguntarle, pero no era de mi incumbencia ni apropiado. Pero, ¿desde cuando yo me comportaba apropiadamente?

Tenía otra pregunta, pero esa si que ni por compostura ni nada la diría en voz alta, ¿por qué me has traído a Josh contigo, Nick?

—Necesito que prepares la antigua habitación de Josh —pareció que el universo se hubiera puesto en mi contra.

Y hablando y pensando en el rey de roma, como si de verdad, pero de la más verdadera, broma del universo se tratase, entró Josh a la cocina. Lo que me faltaba.

Me puse recta, y me gire, haciendo ver que empezaba mi jornada laboral, limpiando unos cacharros. Quería ignorar la mirada del ojiazul a toda costa. Y se que se dio cuenta.

—¿Algo más, señorito Walker? —¡vaya! había salido a la luz mi lado formal y laboral, creo que nunca lo había llamado señorito Walker.

—No me llames así, Eve —mi nombre en su boca sonaba raro, pero me podría acostumbrar.

—Como desees, Nick —me gire a encararlo, y finalmente, después de aguantarle la mirada unos segundos, me acabé yendo a preparar la habitación de Josh.

Como siempre que trabajaba, me puse mi música, pero esta vez sin audifonos, me serían incómodos.

Puse Youtube y le di el play a la primera recomendada. We are never ever getting back together de Taylor Swift. Que paradoja.

Había una parte esa canción que la cantaba con todo mi ser, con toda mi alma, como si fuera la última vez, disfrutandola al máximo. Cuando decía «We are never ever, ever getting back together», la cantaba de verdad, con sentimientos. Claramente, que Josh volviera puso mi lado melancólico a flor de piel, haciéndome cantarla a todo pulmón.

No lo nagare, ¿para qué hacerlo? lo disfrute, y muchooo.

Mientras sonaban las canciones e iba cantando, me aseguraba que la puerta no se fuera abrir, no me hubiera gustado dar otro concierto privado a nadie. Ya fue suficientemente vergonzoso el del día pasado.

Cuando escribí este capítulo de la historia, no supe la verdad que me contaron más tarde. Bueno, que me contó él.

La verdad que pronto os contaré, porque si no, la historia no tendría gracia.

Es verdad que en toda historia de libro hay problemas, secretos que no salen hasta el final, y dramas familiares, pero nadie los cuenta al principio, porque si no, no hay un nudo, no hay las doscientas páginas de en medio.

Pues atento, no es que no te lo vaya a contar, porque si lo hare, pero lo haré más tarde, pero no porque quiero esas doscientas páginas de incógnitas, sino porque, querido amante de los libros, eres capaz de morirte de la ternura.

Pero como escritora me centraré. Sigamos.

Ya ni sabia que canciones pasaban, las cantaba todas de memoria, hasta que abrieron la puerta. Me tensé al pensar que sería Josh o Nick, pero no fue ninguno de los dos. Por suerte, fue Azami.

Levanté una ceja al ver que se acercaba a mi en silencio y muy seria. De verdad que podía ser muy siniestra esta chica.

—¿Me consigues una cita con tu hermana? —¿eh?

Una Cenicienta DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora