Capítulo 15

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Tres días

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Tres días

Molly

Escuchaba el latir de su corazón.

Mi cabeza se apoyaba contra su pecho fuerte, él me tenía sujeta de la mano, rodeándole el abdomen. Aún seguía con el pantalón abierto, yo tampoco había acomodado mi ropa y en realidad no me importaba. Me sentía tranquila a su lado y con mucha confianza, aunque no dejaba de repetirme que esto que hacíamos estaba mal, les mentía a mis padres y me desagradaba. Ellos no me daban motivos para que no fuera sincera en todos los aspectos, sin embargo, de verdad me aterraba hablarles sobre Silas, apostaba mi vida a que papá rechazaría cualquier cosa que pudiera haber entre nosotros.

Luego, estaba la decisión de Silas de no querer formalismos, ni noviazgos. ¿Qué podía hacer en este caso? ¿Presionarlo a que hablara con mis padres? ¿Qué les diríamos? ¿Que solo queríamos pasar el tiempo? No lo aceptarían bajo ninguna circunstancia, mucho menos con la edad de Silas.

Tal vez la única opción que teníamos, sería alejarnos el uno del otro. Eso parecía lo más sensato, aunque fuera lo que menos me agradara.

Silas me había dicho que me quedara con él. ¿Qué significaba eso? Lo dijo con tanta pasión y anhelo, que no supe cómo responder. Esas palabras abarcaban muchas cosas y Silas no fue capaz de especificarlo y yo temía preguntar.

—Estás muy callada —murmuró. Sus dedos recorrían la desnudez de mi brazo, él miraba el techo, yo un punto en la pared.

—Pienso —susurré.

—¿Qué atormenta esa cabecita? —Averiguó. Alcé la cara para mirarlo, decidida a tocar el tema.

—¿Te incomodaría hablar con mi padre sobre lo que está ocurriendo entre nosotros? —Pregunté titubeante. Me miró bajo su ceño fruncido y respiró hondo— No quiero presionarte, sé que no tenemos nada en realidad, pero detesto mentirles, aunque disfruto escaparme contigo.

—¿Crees que no tenemos nada? —Inquirió luciendo ofendido.

—No sé cómo llamar esta relación clandestina —señalé con una leve sonrisa.

Sacudió la cabeza y se acomodó sobre su costado, me hizo darle la espalda y me abrazó desde atrás, presionándose contra mi anatomía. Su calor envolvió mi cuerpo, cerré los ojos y disfruté de sentirlo cerca. Me gustaba estar atrapada entre sus músculos.

—Si quieres que hable con tu padre, lo haré —dijo segundos después—. ¿Te parece que lo haga cuando volvamos de Marruecos?

—¿De verdad lo harías?

—Me importas más de lo que pensé. Cuando no estás no hay momento que no extrañe tu sonrisa, tus sonrojos, tu voz —deslizó su nariz por entre las hebras de mi cabello—, disfruto de tu compañía y de estos momentos donde solo somos tú y yo.

Clandestino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora