Si quieres... para siempre.
Cassian
El tiempo es capaz de transformarnos, los cambios ocurren sin notarlo, apenas somos conscientes de ellos cuando retrocedemos y tenemos una visión de nosotros que es irreconocible y un avance o retroceso en nuestro presente. Resulta peculiar como los cambios vienen, en ocasiones, sin buscarlos.
Desde aquella última vez había tenido dos cumpleaños, mi cabello creció, pero hoy lo llevaba corto, me mantuve estudiando y apoyaba a Jafar en la Organización, tuve más poder del que alguna vez pude imaginar. Reva pospuso su ingreso a la universidad, Darcy abrió otra fundación en Moscú y Nueva York, asociándose con Erin, mi cuñado la apoyaba en todo y su fuerte se mantuvo en la fabricación de antídotos y la creación de soldados para su Organización, eso era más oscuro y profundo, un tema en el que no me sumergiría, había muchos implicados.
Y a pesar de todos los cambios que ocurrieron en estos años, no fui capaz de cambiar el sentimiento que se mantenía arraigado en mi corazón. Puedo decir que lo intenté, conocí a otras personas, me esforcé en conectar con ellas, pero en cada una, la buscaba a ella... a Molly. Y me reprochaba por esperar que alguna actuara igual, sin importar que no tuvieran el físico, buscaba esa esencia de su alma limpia y atrevida, quería desesperadamente tener la misma conexión, sin embargo, siempre había algo que lo echaba abajo, porque ninguna era la chica que yo amaba; sin importar que tan buenas fueran, que tan perfectas actuaran, jamás se compararían.
Y dolía, dolía no poder seguir adelante en ese aspecto, quedarme atascado con un amor que no me correspondía.
—Cada cincuenta y seis días vienes aquí —habló Darcy a mi espalda.
Me encontraba en el vivero, entre las flores lilas que crecían por todas partes, el color me hacia pensar en Molly y me hacia sentirla más cerca. Justo desde aquí podía observar la puesta de sol, y aunque no era la misma que la suya, sabía que en algún momento ella la contempló en el mismo sitio donde nos despedimos.
Molly cumplió su promesa y me esperaba cada cincuenta y seis días. Lo sabía porque su madre me lo dijo.
—Sabes por qué —respondí en voz baja y ausente, mi vista fija en el último bostezo del sol.
Mi hermana se postró a mi lado, conocía lo que sucedió y respetó la decisión que tomé sobre alejarme de Molly hasta que ambos pudiéramos sanar. Ahora me encontraba igual que al inicio y no tenía le menor idea de cómo se hallaba ella, aunque podía tener la certeza de que pensaba en mí, sino, ¿por qué iría al estanque?
En muchas ocasiones quise volver a buscarla, pero una parte de mí quería hacerla necesitarme, que sintiera mi ausencia y así lograr que me extrañara, pese a que, yo estuviera muriéndome por verme en sus ojos avellana.
—El tiempo pasa y el sentimiento es el mismo, L, ¿por qué dejar que continúe transcurriendo si todo seguirá igual?
—Ella no me ama.
—No le diste la oportunidad de que se enamorara de ti. No podemos exigirles a los demás que sientan lo mismo que nosotros, siempre te lo he dicho. Tampoco puedes guardarles rencor por eso.
Me tomó de la mano con suavidad. Se veía preciosa con el cabello corto y esa pequeña barriga sobresaliente donde crecía una vida más.
—¿Por qué no le das otra oportunidad? Ella sigue esperándote. —Sonreí. Esa certeza me llenaba el corazón de emoción.
—Lo he pensado, más de lo que te puedes imaginar.
—¿Y qué te detiene?
La respuesta a esa pregunta no la tenía, podían ser un montón de cosas y a la vez, ninguna.
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Clandestino ©
RomanceEn la vida hay amores que surgen ante el primer cruce de miradas y otros, que vienen con el tiempo, sin esperarse; son capaces de destruir cualquier plan escrito y desatar un caos violento que promete una recompensa exquisita: felicidad. Molly vive...