Vengo de madrugada para cuando me levante vea muchos comentarios aquí, como no tengo novio, sus comentarios son lo único que me alegra♥️
El león no va a comerte
Molly
«Una pesadilla».
Cuando abrí los ojos me esforcé en creer que todo fue una pesadilla.
Ahora ya no sentía frío, solo calor y un olor a incienso que relajó todo dentro de mí, sin embargo, estaba alerta al caos que se mantenía apacible a la espera de desatarse y derrumbar mi voluntad.
A mi costado derecho, mamá tenía su mejilla contra la mía, su mano en mi abdomen. Detallé sus facciones sin despertarla, sonriendo con la emoción acumulándose en mi garganta; seguía siendo ella a pesar de la oscuridad ceñida bajo sus ojos, señal de que no durmió lo suficiente desde hacía tanto. Por otro lado, papá apretaba su pecho contra mi otra mejilla, su brazo rodeaba mi cadera en un gesto posesivo, como si tuviera miedo de que fuera a desaparecer otra vez.
Respiré hondo sin que nada dentro de mí doliera, solo mi corazón.
El aroma de papá me reconfortaba, la calidez de mamá abrazaba con solidez y no le abría paso al miedo.
«Estoy en casa».
Ese hecho me hinchó el pecho de felicidad, no importaba lo que pasó y el daño que dejó en mí, me hallaba en casa, con mis padres vivos y unidos. Nada podría ser mejor que eso.
Ellos significaban todo para mí, eran mi mundo y yo su única estrella.
Me removí despacio y mamá fue la primera en abrir los ojos, su mirada fue prisionera de un atisbo de miedo y preocupación, pero cuando me enfocó, el alivio ganó y un destello de luz llenó aquel chocolate de sus orbes.
—Molly —dijo, desprendiendo felicidad de inmediato.
—Hola, mami —susurré como una niña pequeña.
—Pensé que ya habías crecido. —Reí un poco y ella besó mi frente, dejando sus labios ahí.
No quería mover un musculo, temiendo que al tocarla su imagen fuera a desaparecer y yo despertaría en ese árbol muriéndome de frio con los dedos sangrantes y el alma desgarrada.
—Mi niña —murmuró contra mi piel y sentí su llanto desbordarse a través de ella.
—No llores —pedí, tocándole la cara con precaución—, ya estoy aquí y estoy bien, mírame.
Bajó la mirada hacia mí de nuevo y negó despacio. Evité mirar mis dedos, a algunos les faltaban uñas, podía jurarlo, solo que las tiritas que me pusieron lo ocultaban y lo agradecí.
—¿De verdad lo estás? —Replicó. Callé y esta vez fui yo quien evitó el contacto directo.
—Lo estaré —prometí.
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Clandestino ©
RomanceEn la vida hay amores que surgen ante el primer cruce de miradas y otros, que vienen con el tiempo, sin esperarse; son capaces de destruir cualquier plan escrito y desatar un caos violento que promete una recompensa exquisita: felicidad. Molly vive...