Capítulo 51

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No es un capítulo largo, pero si con mucho que decir. Gracias por la espera y por no dejar morir el libro. Los quiero mucho💜

Ari Molina, sé que ya pasó tu cumpleaños, pero felicidades atrasadas🥺

Ari Molina, sé que ya pasó tu cumpleaños, pero felicidades atrasadas🥺

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Perdóname

Molly

No esperaba encontrar a Cassian en mi habitación cuando salí de la ducha; su anatomía se diferenciaba entre la semi oscuridad en que la dejé mi espacio. Se encontraba mirando a través del balcón con las manos dentro de los bolsillos del pantalón, la tela de la camisa abierta se movía suave por la brisa que se filtraba y traía con ella el aroma caluroso y dulce de la noche.

Él no se volvió a mirarme, parecía pensativo, ausente, su perfil no estaba tenso, pero tampoco había tranquilidad. Me preocupaba lo que estuviera pasando por su mente y por breves segundos me arribó un mal presentimiento. Quizá se trataba de pura sugestión o quizá solo eran los instintos que heredé de papá.

—Sabes que daría todo por protegerte, ¿verdad? —Inquirió distante.

—Sabes que yo haría lo mismo por ti, ¿no? —Repliqué.

No solo lo haría por las ocasiones en las que él me había salvado y ayudado en todos los aspectos, sino también por el cariño que sentía hacia su persona; Cassian era una de esas personas por las que valía la pena hacer cualquier cosa, se ganó a pulso mi lealtad y también mi amor, aunque no se tratara de un amor como el que esperaba, era igual de bueno y me hacía bien, es lo que importaba.

Me acerqué, abrazándolo desde atrás, toqué la piel suave de su abdomen y no pregunté cómo le hizo para entrar sin que mi papá se diera cuenta, sin exagerar, se la pasaba vigilándome, lo cual me enternecía.

—A veces hay decisiones que me cuesta tomar, porque no me gustan, pero son necesarias —articuló despacio.

—¿Quieres hablarlo? —Ofrecí, tal vez no ayudaría a solucionarlo, sin embargo, el que alguien te escuche a veces hace una gran diferencia y aliviaba un poco la pesadez que nos oprimía el pecho.

Me agarró ambas manos, dándome un apretón fuerte que duró por varios segundos, podrían llamarme loca, pero en ese simple gesto sentí como me confesaba toda la frustración que llevaba encima.

Entonces, se volvió y me enfrentó, su esbelta y alta figura consumió la mía sin permitir que al menos un esbozo de luz me tocara. Sin mirarlo a los ojos desató el nudo de mi bata, cada movimiento con lentitud, se tomaba su tiempo en ello.

—No tengo ganas de hablar, las palabras se desvanecen. Quiero tocarte, las caricias permanecen tatuadas en la piel.

La bata tocó el suelo, la ráfaga de viento me rozó la piel fría. Suspiré, estremeciéndome por la brisa y el calor al que sucumbió mi cuerpo cuando me recorrió de pies a cabeza con la mirada.

Clandestino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora