Mi tarea.

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Desperté con los rayos de el sol, en realidad, era de mañana, pero de todas formas estaba soleado. Y claro, no es para menos viviendo en Miami.

Por alguna razón no podía borrar la sonrisa que tenía en mí rostro. Ese chico rubio <<Austin>> me hizo sonreír durante toda la noche. Y es que no podía ocultar que era tentador y a la vez torpe que un chico te vea en pijama. Y más en uno tan grande y tan viejo.

Entré al baño, me desvestí, fruncí al ceño al ver mi enorme estómago. Parecía estar embarazada, pero negué con la cabeza, dí el agua caliente y empecé a bañarme. ¡Mierda! Dí un grito ahogado al sentir como el agua pasaba a llevar mis cortes. Dolía como Diablo cada vez que me bañaba, pero no tenía otra opción.

Después me seque completamente, me vestì, con el uniforme de mi colegio, que es una falda gris con rayas azules y una camisa blanca, con cuello azul marino y manga larga, aunque odie morir de calor, debo usarla para esconder mis cortes.

Salí de mi casa, y caminé al colegio. No quedaba tan lejos, ni tan cerca. Era termino medio. Pero me gustaba caminar cada mañana. 

Apenas llegué, entré al salón y me senté. Como siempre, sola.

—¡Ally! —la voz chillona de Maia me saca de mis pensamientos, pongo mi cuaderno en la mesa y la veo esbozando una sonrisa sarcástica.

—Hola... —susurro. No me gusta hablar con ella.

—¿Hiciste la tarea de Matemática? —pregunta y yo asiento, tomando mi cuaderno. No quiero que me quiten mi trabajo —¡Ay que bueno! Justamente no la hice porque no entendí. Y como somos amigas...

No la deje terminar, me levanté de mi asiento e intenté correr, pero me sujetó del brazo. Y vaya que dolió, ahogué un grito, porque no quería que supieran mi oscuro secreto. Esto era algo que la sociedad no entendía, quizás estaba mal, pero vaya que era relajante. Era una salida de mi patética realidad.

Kiersey y Grace se pusieron detrás de mí, para tapar la salida. Nuestros compañeros reían viendo la escena. Estaba que lloraba, pero no, aferré fuertemente mi cuaderno, pero al final, con un apretón en mis muñecas, lograron que cayera al suelo, lo tomaron, me agradecieron burlonamente, y salieron de ahí. Todo el salón se reía de mí y susurraban cosas feas, cosas que me hacían sentir aún peor.

La campana sonó y yo salí corriendo. ¡Al Diablo las clases! No me importaban en lo más mínimo. ¿De que me sirve ser una alumna ejemplar? ¡Sólo me roban las cosas! Ya no permitiré que me humillen. Corrí al baño, ahí me encerré. Saque uno de los pinches de mi cabello, lo torcí para que quedara sólo la parte de metal, y me castigaría. ¡Sí! Me castigaría por ser una estúpida, una cobarde. Una tonta que no puede abrir la boca. ¿Por qué tengo que ser así? ¿por qué no se defenderme?

¿Por qué las personas son malas conmigo? Eran muchas preguntas que parecían no tener respuesta.

You are Beautiful.Where stories live. Discover now