Recuperando a una vieja amiga.

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Germán y Ross seguían peleando, estaban tirados en el suelo y se golpeaban. Las personas los aclamaban, algunos los estaban grabando, incluso el reportero que se encontraba ahí presente. Yo quería interferir, pero me di cuenta de que no era capaz de ayudar, lo mejor que podía hacer era escapar. Así que vi a mi alrededor, salí del círculo que se había formado y me metí al salón de Música. Porque no toleraba ver peleas, era algo muy atroz.

Al entrar, me di cuenta de que ahí estaba Maia. Me senti un poco apenada, porque yo estaba llorando, debido a los nervios. Ella me vio y sonrió con maldad, ahora me insultaría.

—Mm... Miren con...

Me enderecé y cómo pude, tape la boca de Maia. Ella me miró realmente sorprendida, seguramente nunca esperó esa reacción viniendo de mí.

—Maia, de verdad no tengo ganas de que me insultes hoy. Ha sido un día terrible, y no quiero que se arruine aún más. Piedad por favor.

Sabía que decir aquello no daría ningún resultado, sabía que era una tontería, pero valía la pena intentarlo.

—Laura...

Maia me mira, mis ojos ya no están llorosos porque los he limpiado antes. Ella me mira y me dedica una leve sonrisa torcida, se ve... ¿Triste? Esto me llama la atención.

—Si te abandoné y te he molestado tanto, es porque durante todos éstos años te he tenido envidia —dice mirándome fijamente.

Abro los ojos de par en par y me siento realmente sorprendida. ¿Maia me tiene envidia? Eso no tiene lógica, ni pies ni cabezas.

—Pero si tú tienes una vida muy linda —respondo con la voz un tanto quebrada.

Ella sonríe de lado y niega con la cabeza.

—Tú tienes todo lo que yo siempre he querido tener. Tienes una madre, una casa propia, una piscina, eres hermosa... —enumeraba con los dedos mientras hablaba, yo asentía de a poco. En el fondo, ella tenía razón —, Tienes cosas lindas, incluso tú eres muy linda.

—Pero tú tienes cosas caras, y eres muy bonita, eres hermosa —le dije.

Maia me miró y vi como las lágrimas caían por sus ojos, eso me hizo emocionar. Recordé cuando éramos amigas y nos contábamos nuestros problemas, las dos llorábamos juntas, solíamos ser tan unidas. Yo también empecé a llorar.

—Mi madre me abandonó cuando era pequeña —dijo ella de pronto, yo abrí la boca con sorpresa y ella asintió —. Mi padre vive conmigo, pero es borracho, en ocasiones me golpea.

Maia me muestra sus rodillas, y veo moretones de distintos colores en su cuerpo. Es espantoso, aguantó las lágrimas. Nunca pensé que ella sufriría tanto, si siempre se demuestra tan poderosa, tan fuerte. Las apariencias engañan, ahora lo entiendo.

—Mi padre me compra cosas lindas, porque cree que de ese modo se demuestra el amor. Pero nunca me ha dicho un simple "Te quiero, hija".

Maia lloraba a mares, yo también. Sentí la necesidad de abrazarla, y eso hice. Ella al principio se sorprendió mucho, pero después correspondió a mí abrazo.

—Lo siento mucho... —susurró aferrándose a mí cuerpo —, Nunca debí haberme desahogado contigo, fui muy mala. De verdad, estoy arrepentida.

Ella llora y yo acarició su espalda. Recuerdo que Cory dijo que hay que aprender a perdonar, sólo cuando es necesario. Maia se veía tan arrepentida, que estaba más que claro que realmente estaba arrepentida.

—Si ahora te conté todo esto, es porque te vi tan vulnerable, que me hiciste acordarme de mí misma. Del miedo que siento cuando papá llega a casa borracho.

Me separo del abrazo porque no toleró más tanto sufrimiento. Maia me mira fijamente, esperando ansiosamente mi respuesta. Yo suspiró, y luego sonrió. Ella intenta imitar mi sonrisa, pero las lágrimas la traicionan.

—Te perdonó, porque nadie es perfecto, todos cometemos errores.

—¡Oh, Laura!

Maia me vuelve a abrazar, y ahora cerca de mi oído susurra: "Te prometo que jamás te volveré a hacer daño". Yo sonrió, y susurró en su oído: "Confió en ti".

Veo que su mochila está en uno de los asientos, y me doy cuenta de que su mochila tiene bordado "Germán Garmendia" dentro de un corazón. Me doy cuenta de que cuando éramos amigas, ella siempre miraba a Germán y a veces quería jugar a espiarlo.

¡Maldición!

¿Cómo pude estar tan ciega durante tanto tiempo? Es obvio que a Maia toda la vida le gustó Germán. Tal vez antes no me di cuenta por el pánico que le tenía a los dos, pero ahora que estoy comenzando a unir cabos sueltos, me doy cuenta de que Maia lo ama.

—Maia... —la llamó con una sonrisa.

—¿Sí? —Maia me mira, sonriendo. Comienza a limpiar sus lágrimas, ahora nos sentimos en confianza, de nuevo.

—Germán está soltero —le digo guiñándole el ojo.

Ella abre los ojos de par en par. Evidentemente sorprendida.

—¿Sé nota mucho que me gusta? —preguntó sonrojada.

—Sí... Ahora me doy cuenta.

Las dos reímos y decidimos sentarnos, ya que nos toca Música en cuanto la campana suene. Es bueno tener una amiga, ya que desde hace mucho tiempo he estado sola, supongo que recordar amistades del pasado es algo grandioso. Raini se sorprenderá mucho con esto, pienso mientras sonrió.

Maia le contó toda la verdad a Laura. Bueno, a veces las personas pueden dañar a otros sin querer, para sacar el dolor que guardan en su alma, eso es lo que Maia hacía. Al menos se dio cuenta de que estaba actuando mal, y ahora son amigas de nuevo.

¿Les digo algo? El próximo capítulo es Raura. Les diré un pequeño adelanto, el próximo capítulo será narrado por Ross. Con eso ya dije demasiado, jaja.

You are Beautiful.Where stories live. Discover now