𝓝𝓸 𝓿𝓸𝔂 𝓪 𝓼𝓮𝓻 𝓬𝓪𝓹𝓪𝔃 𝓭𝓮 𝓬𝓾𝓲𝓭𝓪𝓻𝓽𝓮

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Me considero una persona con karma "instantáneo" o más bien, es seguro de que si hago algo "mal" me va a caer encima cinco veces peor. Sin embargo no me di cuenta hasta que aquello volvió. Apenas pasaron unos días más cuando me "desperté" a la mitad de la madrugada, con un cuchillo en la mano, mirando a Horacio en su lado de la cama mientras dormía. No recordaba como había llegado allí, no sabía en que momento había ido a la cocina y entonces empecé a sentirme mareado, caminé todo lo silencioso que el mareo me permitía hacia la cocina y una vez allí solté el cuchillo. Tardé poco en llegar al baño y solo cuando me asomé al espejo percibí que tenía la cara pintada, eran pintadas de payaso, parecían hechas con máxima precisión posible y con un pintalabios rojo de Horacio el cual encontré en el suelo apenas bajé la mirada. Me lavé la cara con algo de furia y insistencia mientras que la imagen de la policía en las calles de la ciudad de mi infancia buscándome me torturaba, sentía un vacío, no entendía nada, me faltaba el aire y solo entonces la imagen de lo que pasó aquella noche apareció en mi cabeza como si fuera una película en primera persona. Vi un papel en mi mano con nombres y direcciones de los cuales reconocí sobre todo el último, el tío ese que rechazó a Horacio delante de todos los de su equipo. Vi como entraba en la casa y con un cuchillo de la propiedad mataba a cada uno de los que estaban en aquella fiesta, entonces en la última casa me vi reflejado en el espejo de la entrada, lleno de sangre, con el mismo tipo de maquillaje y con un traje colorido que me hizo preguntarme si de verdad era yo el que estaba al otro lado del espejo, lo recordé todo derrepente como si fuera un recuerdo antiguo que aparece en tu cabeza cuando alguien te lo recuerda. Pero entonces llegó la pregunta, ¿Acaso estaba a punto de matar a Horacio?

Recuerdo que esa mañana el que me despertó con el desayuno preparado fue él  me preguntó que hacía durmiendo en el sofá y yo le dije que no podía dormir y que me levanté a ver algo en la tele. Me di cuenta entonces de que no podía dejar que nada malo le pasara a Horacio y me tocaba pensar en que haría al respecto. Me fuí al trabajo como siempre, pero fue un día diferente, me llevé todo el día indiferente según mis compañeros e incluso cambié las tareas con uno de ellos para no dar una mala impresión de la cafetería a los clientes. Salí a las siete de la tarde y caminé hacia casa despacio, desde mi punto de vista nunca fuí una persona muy sentimental, el manejo de los sentimientos era trabajo de Horacio, pero en ese momento sentí que se me caía el mundo encima. Era la primera vez que tenía algo claro y ahora me lo tenía que cargar. Yo estaba enamorado de Horacio, enamorado realmente, solo que la mejor forma de actuar que se me ocurrió en ese momento, la única salida que mis ojos me mostraron, tal vez no fue lo mejor. Llegué a casa y Horacio estaba en la cocina, haciendo galletas mientras escuchaba música y bailaba, yo le observé desde la entrada en un silencio que se me antojaba incriminatorio. Horacio notó mi mirada y se giró con una sonrisa, cogió una galleta y se acercó a mi con energía. Estaba apunto de hablar cuando sentí la galleta en mi boca.

— ¿Que tal están?

— Están muy buenas, Horacio.

Horacio me mostró una sonrisa amplia y se acercó a mí para darme un beso, le puse una mano en el pecho deteniendole y conduciendo sin frenos hacia la confusión del menor.

— ¿Pasa algo?

— Horacio, tenemos que hablar.

La sonrisa de Horacio no tardó mucho en desaparecer, se apartó y yo solo le miré.

— ¿He hecho algo que te ha molestado?

— Horacio, no es nada de eso, tu eres.... perfecto, de verdad.

El silencio y la mini sonrisa de Horacio ante mi comentario empezaron a marearme, sentí que se me nublaba la vista y suspiré.

— Eres perfecto y, no estás al cien con alguien como yo, tu te mereces que te traten bien y yo no soy la mejor persona para esto, tu te mereces a alguien que tenga los pies en el suelo, que aprecie lo que tiene a su lado y que te mantenga a salvo, no podría imaginarme que te pase algo malo, por eso tienes que buscar a alguien mejor. Osea tu me gustas mucho, de verdad, pero creo que es mejor que volvamos a ser amigos, yo no te lleno lo suficiente Horacio.

Él retrocedió dos pasos pestañeando rápido, sus ojos se cristalizaron y yo estiré la mano con miedo a que se alejara más.

— Está bien, lo entiendo no pasa nada.

— Horacio, yo..

— Me voy a dormir ¿Vale? Hoy tenía sueño y necesito descansar.

En menos de lo que pude imaginarme Horacio estaba en la habitación encerrado, lo escuchaba sollozar detrás de la puerta, no me perdonaría aquello, nunca me perdonaría a mi mismo, ni que yo fuera causante de su tristeza. Recuerdo que esa noche dormí en el sofá de nuevo, y pese a lo que yo pensaba, pese a que pensé que él nunca me lo perdonaría, al día siguiente Horacio me despertó con la misma sonrisa de siempre. Aquello se volvió un tema tabú, algo innombrable como si nunca hubiera pasado, como si todas las miradas y los acercamientos no fueran más que una ilusión. Pero no lo eran, por que seguían ahí, en cada silencio, en cada salida, en cada mínimo contacto y justo por eso supe que no tendría opción, que estaba jodido, que mi cabeza solo le pertenecía a él y que ahora tendría que aprender a vivir con la idea de no poder acercarme tanto y de la manera con la cual lo hacía aquellos días.

×𝑈𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑣𝑢𝑒𝑙𝑣𝑒 𝑎 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑒𝑐𝑒× 《Gustacio》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora