Aғᴛᴇʀɢʟᴏᴡ¹ || Ikaris [The Eternals]

02

—Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 02—

MESOPOTAMIA

5000 A.C.

La emoción recorría cada neurona y célula de Gold. Ya habían entrado a la atmósfera, desde la ventana en la que se encontraba Ikaris y ella podía empezar a ver lo verde y azul que la decoraba, aunque su lugar de aterrizaje era en un lugar café.

Ella conocía lo que había en esa tierra, o eso creía.

─ ¿No es hermoso? ─ Sersi llegó con ellos robando la atención de Ikaris que no pasó desapercibido para Gold.

─ Lo es ─ contestó al ver que su compañero se perdía en la chica que acababa de llegar, alejándose un poco de él fue como captó la atención de Ikaris que la vio con el ceño fruncido ante ese movimiento, ella nunca se había alejado de él en lo que llevaban conociéndose.

Cosa que Gold ignoró, le gustaba o bueno, sentía esa clase de atracción hacia él que la hacía comportarse de forma boba a su alrededor pero no por eso se interpondría en sus sentimientos o sería el experimento de Ikaris.

Conocía lo que merecía.

Aunque tal vez estaba exagerando, coa que era muy parte de ella.

─ ¿Están emocionados? ─ Sersi volteó a verlos con un brillo peculiar en sus ojos, conocer las nuevas cosas que verían en este tierra la emocionaba, la cultura y las personas que entrarían a sus vidas la llenaba de nervios.

Gold iba a contestar pero alguien más lo hizo por ella haciendo que todos volteasen de dónde provenía la voz.

─ Es como aventar una pelota y esperar que el perro no vaya hacia ella ─ Druig apareció entre las sombras haciendo acto de presencia, sus ojos yendo rápidamente hacia la rubia de estatura promedio que lo veía sonriente y con los ojos crispados de emoción.

─ ¿Me estás diciendo perro? ─ Gold se cruzó de hombros enderezándose y cambiando su mirada a la misma que tenía siempre pero que desaparecía cuando Ikaris estaba cerca, esa mirada de superioridad que habita en ella desde que aprendió a caminar y más tarde sus poderes.

─ A ti no, a él sí ─ señaló a Ikaris que sólo rodó sus ojos. Sus problemas no eran por la chica en la que ambos tenían sentimientos, la realidad era que sus actitudes chocaban demasiado para mantenerlos en paz por más de unos días juntos.

Pudo ver que Ikaris se preparaba para responder y utilizando su gracilidad se movió rápidamente hacia Druig y lo encaminó hacia la sala principal evitando problemas mientras le hacía señas a Ikaris de que no dijera nada, ambos la obedecieron sin rechistar.

Era un don nato de ella, liderar.

─ Eres un dolor de cabeza, Druig ─ comentó mientras enredaba su brazo con el de él ocasionándole una sonrisita al chico.