C a p i t u l o 2 3

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La luna enrojecida mostro más brillo de lo normal cuando la misma ciudad comenzaba a arder como su nombre lo dice. Se escuchaban gritos de almas en suplica y victoriosos al recibir un nuevo año. Las cenizas caían con lentitud cubriendo las calles agrietadas.

El palco se incendió mientras que se escuchaban quejas proviniendo de él. Los subditos esperaban a sus reyes mostrar su verdadero rostros. Los mismos Pecados capitales.

Jungkook gruñó con satisfacción, estirando sus impotentes alas rojas. Ladeó su cuello escuchándolo crujir junto a los dos pares de cuernos que dejaba mostrar. Sus pasos sonaron como un eco para cada habitante. Mostrando que su Rey estaba presente. Primero mostró su ladeo derecho donde se veía a la perfección al mismísimo Belia, quien sonreía ensanchando las grietas de esa parte del rostro. Su manó derecha se elevó para lucir aquellas afiladas uñas oscuras y su brazo más grueso que él de Jungkook. El lado derecho izquierdo de su rostro seguía conservando la imagen de Jungkook, aquel bello rostro con cierto brillo rojo en sus ojos.  

Jimena dejó de beber de la copa. Su labial oscuro había desaparecido entre las heridas de sus labios. Su comisuras cortadas se ensancharon al sonreír mostrando aquellos dientes afilados. El verde de sus ojos brillo al ver a su Rey. Su cuerpo había crecido, la abertura que tenía su vestido justo en la cintura mostraba los moretones verdes en la piel. Sus cuernos tenían ciertas grietas del mismo tono. Sus alas se abrieron cuando se mostró en el balcón juntó a Jungkook.

Yoongi curveó sus labios oscuros. Parpadeó acostumbrándose al ardor en sus ojos, dejando salir el camino de sangre de su lagrimal. Sus ojos se oscurecieron una vez que las primeras gotas de sangre habían brotado. Su rostro pálido se agrieto mostrando a Belfegor.

Los tres se giraron a mirar al ultimo e importante de los pecados.

Hoseok tenía las alas oscuras extendidas. Sin intención de acercarse al palco. Sus ojos mostraban cierto brillo al ver a su alrededor arder.

Las almas gritaban el nombre de Lucifer. Lo que hizo a Hoseok sorprenderse. Hasta hace 500 años odiaban la idea que un ángel los guiara. Al igual que siglos anteriores.

Jungkook le sonrió.

— Están aclamando por su Rey —Yoongi le extendió la mano. Hoseok lo miró y tardo unos segundos en asentir. Sus dedos pálidos y suaves tocaron las manos con uñas afiladas de Yoongi.

Los tres pecados se alejaron para darle espacio suficiente a Lucifer y así este pudiera mostrar sus alas oscuras. Las pupilas de Hoseok se perdieron al extender sus alas y en su lugar sus ojos mostraron un resplandor blanco. No pudo evitar sonreír al escuchar los aplausos y su nombre en coro.

Jimin se preocupó al sentir cierto escalofrió en su espalda

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Jimin se preocupó al sentir cierto escalofrió en su espalda. Edith estaba en el palco de su habitación mirando la luna aun enrojecida.

El pecado se encontraba en la cama descansando después de la larga noche. Miró hacia el reloj junto a él. Ya era la hora. Leviatán estaba por mostrarse.

— ¡Wow! ¡Mira como se ve afuera! —Edith se ponía de puntas en el palco para poder apreciar el gran fuego que se empezaba a formar en los jardines del castillo.

Jimin suspiró preocupado. No espero más tiempo para ir hacía el palco y cerrar ambas puertas. Dejando a Edith afuera. Incluso al juntar las puertas pudo apreciar sus uñas comenzarse a afilar. Estaba cambiando.

— ¡Oye! ¡Ábreme!

Jimin pegó la silla a la puerta. Edith estaría bien. El castillo no ardería. Solo los jardines. Miró asustado al espejo, comenzando a sentir el ardan en su hombro. Se arrancó el traje y pudo apreciar en su piel la imagen de aquella serpiente cobrar vida. Lo sentía moverse en su espalda y la cabeza de aquel animal se movía de su hombro a su cuello. Sus ojos se oscurecieron al igual que las comisuras.

— ¡Jimin no estoy jugando!

Jimin reacciono rápido y tomo la tela que cubría la cama. Se la puso encima y se agacho. Su cuerpo ardía.

" Vamos... Jimin " Podía escuchar al mismo pecado exigir su salida.

Su espalda crujió al sentir las alas salir de su piel, rompiendo la tela. Gritó por el dolor al estarse conteniendo. Leviatán lo estaba torturando por salir.

Escucho la ventana romperse. Miró sobre la tela. Sus ojos cambiaron de estar oscuros a mostrar la pupila almendrada cual serpiente. Su iris azul se extendió en sus ojos.

— ¿Jimin? ¿Estas bien? —Edith intentó acercarse, pero Jimin fue más rápido y corrió hacia el baño.

" No puedes encerrarme, yo te controlo a ti. Tu solo eres mi recipiente "

Cerró la puerta y sus costillas se abrieron, ensanchando su cuerpo. La serpiente gravada en su piel se alejó, mostrando una misma de tono oscuro con ojos iguales a los de Jimin. Abrió su boca mostrando sus afilados colmillos, como Jimin.

Este soltó una ultima queja, dejando que Leviatán tomar el control. Después de todo era su noche.

SeokJin miraba con asombro como el mismo bosque frente a sus ojos cambiaba de estar oscuro a terminar ardiendo por completo

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SeokJin miraba con asombro como el mismo bosque frente a sus ojos cambiaba de estar oscuro a terminar ardiendo por completo. Extendió sus manos para atrapar algunas cenizas. Se preguntó, ¿Como es que algo tan peligroso puede ser tan hermoso?

Mientras el apreciaba el magnifico espectáculo alguien más lo observaba escondida en una habitación.

Romina había llegado con el alma putrefacta hace minutos. Mientras caminaba por aquel pasillo buscando a su Baby, para darle la noticia del recién llegado, no pudo medir el tiempo. Y sin darse cuenta, mientras se acercaba al hermoso angelito que miraba con asombro el exterior ella estaba cambiando sin darse cuenta. Se encontraba con su corazón acelerado por sorprenderlo dándole un abrazo y una mordida en el hombro, que nunca tomó en cuenta las sensaciones de su cambio. Pero justo al mirar sus pies, a unos metros de su ángel, pudo notar las marcas rojas venir de cierta zona entre sus piernas.

Terminó escondiéndose. Mirándose frente a un espejo. Asmodeo sonreía con aquellos labios enrojecidos y comisuras ensangrentadas. Sus ojos rojos resaltaban entre la grotesca mancha de sus parpados que parecía más puntura cubriéndola. Estiró el cuello de su vestido y comprobó de los arañazos y moretones en sus pechos. Una belleza para Asmodeo. Miró su mano, parecía la de una muñeca rota de porcelana.

Era un cuerpo roto, completamente dañado.

Fall into temptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora