C a p i t u l o 2 2

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¿Cuando empezó la confianza? Primero ella quería alejar cualquier contacto con esa putrefacta alma poderosa. Edith siempre se quejaba de su tacto o el simplemente que se dirigiera a ella. Los primeros días al despertar buscaba escaparse de la cama y encontrar a su hermanos entre ese gran hogar de los pecados.

Ahora espera a que Jimin despierte. Incluso se dan los buenos días, deja que le acaricie la mejilla y tome su mano. Dejó de hacer protestas a los besos pero sigue sin ser fan de darlos. Y confiesa sentir algo de curiosidad en ocasiones. De él, el castillo y otro secretos.

- ¿Te vas a quedar ahí? -Edith miraba desde arriba como el pecado poderoso y temido se aferraba al barandal de las escaleras, consiguiendo solo subir tres escalones.

- Solo dame unos segundos.

- ¿Qué? ¿Te da miedo la altura?

Jimin la miró frunciendo su ceño- No.

- ¿Entonces?

- Bebí demasiado. Aun que no termino siendo un idiota como los demonios más bajos, el alcohol tiene efecto por unos minutos.

- Espera, espera ¿Me dices que estas intoxicado?

- Se me pasara en unos minutos -se rindió y tomó asiento en el escalón- puedes subir, ve a descansar.

Edith bufó virando los ojos y terminando de subir las escaleras. Pero al llegar al final lo miró sobre sus hombros. Jimin sobaba su cuello y se peinaba el cabello completamente exhausto. Parecía un demonio gris. 

- Tonto, si sabe como se pone para que toma tanto.

Estaba dispuesta a seguir subiendo. Pero se asusto al escuchar una arqueada. Todo ocurrió tan deprisa, que de un momento a otro Jimin corrió por el centro del salón, tambaleándose, hasta vomitar detrás de un muro.

Edith extendió sus alas y llegó junto a él, completamente asustada. Palmeó su espalda y por momento le acariciaba para calmarlo.

- Estas muy mal. -dijo ella cuando Jimin se calmó y tocó su frente.

- Descuida -Jimin tomó su mano con delicadeza y entrelazó sus dedos-, ya se me paso.

- ¿Solo era vomitar?, ¿Así se les pasa el efecto?

- Es la primera vez que lo hago, creo que fueron por unas galletas que me dio Jimena.

- Creo que las vi, no me dejó probarlas. -hizo un puchero hermoso, de los favoritos del pecado que provocó una calidez en el corazón de él y se atrevió a robarle un corto beso. Edith se enfureció empujándolo- ¡Qué asco! ¡Acabas de vomitar!

Y dejó a Jimin en medio del salón casi cayéndose de la risa mientras ella corría despavorida a lavarse la boca.

Claro que Jungkook no pudo seguir tranquilo lo que restaba de la noche

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Claro que Jungkook no pudo seguir tranquilo lo que restaba de la noche. Miraba con desagrado el vaso de cristal, recordando la escena que le habían mostrado como un recuerdo reciente. Sus nudillos se enrojecían. En su mente pasaban miles de formas de torturas para aquel pecado.

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