C a p i t u l o 1 0

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Enterró sus dedos en pequeña rasgadura que él mismo había echo con el vestido de ella. Empezando a romper la tela.

— Te vez muy hermosa —Jimin relamió sus labios— pero ahora nos estorba.

Ella se removió negando muchas veces— No, no, no. Fíjate que no nos estorba.

Era imposible para Jimin no reír por los comentarios que ella hacía en una situación así.

— Eres muy tierna —confesó abriendo sus piernas. El vestido tenia una abertura a medias, empezaba bajo la cinta que se ajustaba a sus costillas y bajaba hasta el final de la falda.

Con sus manos empezó a acariciar los glúteos de ella, dejando un apretón antes de susurrar una palabra, dejando a Edith libre de ataduras.

— ¡Quítate!¡Bicho feo! —Edith empujó su torso y dio unos manotazos a las manos de Jimin. Él en lugar de alejar su tacto, ascendió las caricias a los brazos de ella.

— Cariño, solo dame unos minutos —susurró, con la punta de sus dedos acarició el cabello que caía como cascada en su hombro. Se enderezó un poco.

Admiró el rostro de aquella bella angelita. Sus pestañas oscuras que se movían ante la mirada de preocupación que ella demostraba. Pasó de sus ojitos entrecerrados a su pequeña nariz. Sonrió acercándose a dejar un beso en la punta de su adorable nariz. Todo en ella era adorable para Jimin. Sus labios ligeramente abultados por la impotencia y el esfuerzo que hacia por quitarlo de encima. Sus ojos pequeños que brillaban aun en esa oscura noche y la poca iluminación que había en la habitación. Sus entrecejo fruncido que parecía un par de líneas verticales. Y su cabello castaño, algo alborotado por el ajetreo.

Jimin parpadeo dos veces. ¿Por qué no podía seguir? Algo le impedía. Cerró los ojos por unos momentos, intentando ignorar la vulnerabilidad. Una vulnerabilidad que no debía existir. ¿Qué demonio se siente así al ver a su Baby? O la que será su futura Baby. Regresó a si mismo.

Dejo el cuello y parte de el hombro de Edith libre de cualquier tela o cabellera. Relamió sus labios ansioso y mostro una pequeña sonrisa.

— Dolerá un poco —avisó. Entreabrió sus labios, dejando que el par de colmillos se empezara a ver.

Edith se asustó al ver la afilada dentadura. Ella odiaba lo filoso, o mas bien, temía cualquier objeto que pudiera herirla. La arquería y el combate con ciertas armas era algo que sus hermanos le habían ayudado a dominar. Preparándose para alguna batalla, aun que no les correspondía. Solía lastimarse debido a ciertos tropiezos cuando era niña. Pero después de subir al cielo nunca pensó volver a correr riesgos.

— ¡Déjame! —volvió a forcejear. Jimin aprisionó sus muñecas con sus manos.

Abrió su boca, mostrando por completo sus colmillos. Ella guardó silencio por el temor. En un rápido movimiento, Jimin los clavó en su hombro derecho. Degusto por cortos momentos el sabor de su piel y de su sangre. Sus nudillos eran rojos, la presionaba demasiado, intentando que no se moviera y así que el dolor para ella fuera menos. Las quejas de Edith se hicieron presentes desde que el ardor recorrió cada parte de su cuerpo. Como si de un veneno se tratase. Al terminar, Jimin dejó cortos besos sobre la piel roja e hinchada. Con su lengua quitó el resto de sangre y succiono delicadamente la marca que él había hecho.

— Perfecto —se enderezó, quitándose de encima. Chasqueó los dedos.

Del cuello de Edith apareció un collar, donde colgaba una hermosa piedra azul. Zafiro.

Ella tomó la piedra entre sus manos y la empuñó. Edith se preguntó el significado de lo que acababa de ocurrir. Recordó la piedra roja que SeokJin tenía colgando de su cuello. Negó a la vez que empezaba a jalar el collar, con la intención de quitársela.

Fall into temptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora