Capítulo 42: Amor en el aire

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Jean •

-Puedes usar esos... Y esos -decía Sasha apuntando a los vegetales en la mesa que había recogido hoy de su huerto. Niccolo acercó unos pepinos y tomates para comenzar a partirlos- Las papas también, ¡cocínalas! -pidió ella con ánimo.

-¿Al vapor?, ¿fritas?, ¿en puré? -le preguntó el rubio.

Sasha soltó una risita nerviosa, una mezcla extraña entre cuando se avergonzaba y cuando pensaba en comida y babeaba.

-Tú elige, sé que lo que hagas estará delicioso.

El marleyano bajó la vista a sus ingredientes, ruborizándose notoriamente. Hace poco se había empezado la construcción de un restaurante en el que le permitirían trabajar; pero hasta que el lugar estuviera listo se quedaba en el cuartel cocinando para los soldados, lo que en su mayor parte significaba: para Sasha, que no le daba ni un respiro.

Pasé la vista de uno a otro, sin comprender por qué actuaban tan extraño. Terminé mi sopa y salí de ahí antes de seguir presenciando esa situación. Quizás sólo era que tenían fiebre.

Varios minutos después me encontré a Rose en el patio, se acercó a mí con una sonrisa.

-Hola, te estaba buscando -dijo antes de meter la mano en su bolsillo y sacar un papel doblado por la mitad- Llegó esta mañana, es la invitación de Mylo.

-¿Invitación a qué? -pregunté, sin tener idea de lo que hablaba.

-¿No te dije? Creí que sí lo había hecho. Bueno, es para su boda, se casa en tres semanas.

¿Una boda? ¿En serio? Seguro que el par de idiotas se pondrían insufribles cuando les contara. Si de por si ya encontraban bastantes razones para molestarme.

-Irás conmigo, ¿cierto?

-Por supuesto -respondí, dándome cuenta de que me perdí en mis propias ideas sin decirle nada- ¿Qué te parece si revisamos el plan en la noche?

-Genial, hagámoslo.

Justo antes de irme recordé lo que había visto hace sólo unos momentos, y pensé en que sería mejor si mi novia se encargara de eso.

-Oi, por cierto, deberías revisar a Sasha y a Niccolo. Ya van varias veces que los veo actuar muy torpes y con la cara roja -entornó los ojos, con las comisuras de su boca subiendo sólo un poco.

-Veré qué puedo hacer.

▪︎ ▪︎ ▪︎ ▪︎

Durante la cena, la conversación giró en torno a la boda del doctor Shirogane, mi absoluto mejor amigo, y lo que Rose y yo haríamos en Dokanes ese fin de semana.

-Puedo dormir en el sillón, y tú en mi habitación -sugirió ella luego de haber hablado de quedarnos en casa de su madre.

-¿Huh? No, no permitiré eso.

-Bueno, pero tú no cabes en el sillón para nada... -soltó un suspiro- Estoy segura de que no habría problema si nos quedáramos juntos, no creo que a estas alturas mi mamá suponga que tú y yo no hemos...

-¡Me niego! -interrumpí- No importa eso, yo respeto a las mamás. Era grosero con la mía, me redimí y ahora soy un hombre que respeta en un cien por ciento a las mamás. Lo que incluye no dormir con su hija en su casa.

-No me digas ¿Entonces cuál es tu plan?

-Tal vez en el cuartel de la Guarnición puedan hacerme un espacio... -dije pensativo. Ella puso los ojos en blanco.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora