Capítulo final: Volveré

557 51 15
                                    

• Jean •

Sus pies se movían por toda la sala al ritmo de la música. Yo la observaba desde el sillón mientras Connie zapateaba y sacudía los brazos junto a ella. Nadie podría quitar ese brillo que se reflejaba en los ojos de mi esposa.

Sabía que a Rose le gustaría la radio, aunque no imaginé que esperaría con tantas ansias cada día la hora a la que transmitían canciones. Yo, por otro lado, debía estar pendiente de las noticias y declaraciones del gobierno; motivo por el que me dieron el aparato en primer lugar. Pero este día no importaba, porque hoy tomábamos un descanso de nuestros deberes. Al menos, la mayoría lo hacíamos: Annie estaba sentada a la mesa, meneando la cabeza sutilmente a la vez que bebía de su copa de vino; Mikasa regresaba de la cocina con un plato lleno de las galletas que hornee, para acomodarse en el sillón de al lado a descansar; Cristina y su novia, Cassandra, que habían podido venir de visita a la capital, también bailoteaban por la habitación; Reiner y Pieck no se encontraban aquí porque ambos habían ido a ver a sus familias; y, finalmente, Armin salió de viaje de trabajo por esos asuntos políticos que nunca acababan para él.

Quizás mi suerte habría sido similar a la de mi amigo de seguir aceptando responsabilidades, pero decidí que había una persona a la que pondría primero que a todos los demás. Y justamente mi esposa me tendió la mano, invitándome a que me uniera a ella en esa melodía.

—¿En qué tanto piensas que no bailas conmigo? —preguntó burlona. Le sonreí y negué con la cabeza.

—No era nada.

Apenas escuchó que me levanté, nuestra perra vino corriendo hacia donde estábamos, tirando mordidas al aire y chocando con nuestras piernas para que alguien jugara con ella. Terminó entreteniéndose con Connie una vez que comenzó a rascarle tras las orejas. Nadie me lo decía de frente, pero todos sabíamos que él le agradaba más que yo.

—Hola, Comandante ¿Quién es la perrita más bonita? —se puso de cuclillas y siguió acariciándola.

Fue idea mía llamarla así tras adoptarla. Era especialmente divertido cuando Armin estaba aquí.

Dejé de prestarle atención a esos dos y me concentré en no pisar a Rose mientras dábamos vueltas y se estiraba con esfuerzo para hacerme girar bajo su brazo.

Bailamos, bebimos y comimos toda la tarde, hasta que nuestros invitados comenzaron a despedirse. Annie y Connie no tenían ningún problema de traslado, viviendo en el piso de abajo y en el departamento de al lado respectivamente. Era un edificio con seguridad y a buena distancia de las instituciones en la capital con las que debíamos estar en constante interacción: perfecto para embajadores.

—No olviden que mañana tenemos junta —se despidió la rubia.

—¿Cuándo he olvidado una responsabilidad en mi vida? —soltó Connie, llevándose las manos a la nuca y caminando por el pasillo hacia su puerta.

Mikasa se despidió brevemente, asegurando que vendría mañana temprano. Sólo tenía que cruzar el pasillo que conectaba con los departamentos de enfrente, donde se encontraba el de Armin, y que era en el que la pelinegra se quedaba mientras estaba aquí. Nuestro amigo regresaría al día siguiente, y esperábamos que, aún entre papeleo y reuniones, ambos pudieran pasar el tiempo juntos que se debían.

A pesar de que ya se habían cumplido dos años desde que los embajadores volvimos a Paradis, ocurrían tantos imprevistos que era ddifícil mantener el contacto con todos los que dejamos atrás. Por eso aprovechábamos con entusiasmo cada oportunidad que se presentara.

• Rose •

Fue el turno de Cassandra y Cristina de salir, y yo no dudé en lanzarme a abrazar a mi mejor amiga.

—La siguiente vez es tu turno de visitarnos —me dijo, con la voz amortiguada por estar contra mi hombro, y apretándome también.

—Cuenta con eso. Sólo díganme en qué pueblo estarán e iré a ayudarles en los albergues.

La pelirroja se separó de mí asintiendo, y pasó a darle un abrazo breve a Jean. No era como que nos viéramos mucho todos, así que se llevaban bien, pero su dinámica no había cambiado demasiado de cuando éramos adolescentes.

—Hasta luego, enamorado.

—Siempre es un gusto verte —respondió él, a lo que Cristina sonrió sonrió antes de darse la vuelta.

Y una vez que se fueron todos, el castaño y yo volvimos adentro, a seguir con nuestras vidas como cualquier otro día; ocupándonos de los quehaceres, descansando y después preparando todo para el siguiente. Así era en los días tranquilos, donde ambos podíamos disfrutar de algo tan simple como la compañía del otro.

Terminando de lavar y guardar los trastes, ambos íbamos de regreso a la sala. Me senté en el sillón, esperando que Jean fuera a la par conmigo, pero me di cuenta que se quedó de pie unos metros atrás, con la mirada fija en mí. Entonces, de la nada, dijo:

—Soy muy feliz.

No pude evitar soltar una risa por lo espontáneo que me pareció eso.

—Me da gusto escucharlo. Y, específicamente, ¿por qué eres tan feliz? —Di unas palmaditas al asiento a mi lado.

—Tengo todo lo que soñaba —respondió al sentarse.

—¿Una esposa y una vida en el interior? —intenté. Negó con la cabeza, sonriendo.

—Nuestro plan: viajar, rescatar perros, y, aunque no hay un cuarto para Connie, lo tenemos cerca. Pasar el resto de nuestras vidas juntos, es lo único que falta.

—Y es lo más complejo. Sabemos que habrá momentos en que tendrás que irte, y yo no te acompañaré en todos tus viajes. Está bien si eso no se cumple como esperábamos, así que...

—Nada de eso me preocupa, porque al final estaremos juntos —afirmó con una sonrisa. Solté un suspiro y le di un beso corto.

—Por supuesto, como todas estas veces... ¿Piensas que lo lograremos?

Su mirada se intensificó antes de tomar mis manos y acercarse aun más a mí. Enderezó su postura y entonces habló en voz baja, suave, aterciopelada:

—Rose —llamó.

—Jean —respondí.

Y pudo haber sido idea mía, pero fue como si el mundo entero hubiera guardado silencio para escuchar también.

—Te aseguro que sin importar la distancia, cuánto tarde ni lo difícil que parezca, yo siempre volveré a tu lado.

 _____________

Eso es todo. Fue un viaje de dos largos años y aquí termina esta historia. Feliz 5 de mayo. Mañana regreso con los agradecimientos y algo especial que hice gracias a la colaboración de la voz en latino de Jean. 
Besos y hasta luego

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora