Capítulo 52: ¿Qué habría pasado?

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• Rose •

Aquella tarde supe cómo se sentiría ver un fantasma.

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Cubiertos repiqueteando contra los platos era todo lo que se escuchaba en la casa mientras Niccolo y yo desayunábamos. Aunque el apetito no me hubiera regresado en sí, trataba de cumplir con mis comidas diarias luego de que Mylo me hiciera notar que perdí casi seis kilogramos durante ese primer mes después del Retumbar, por lo que le dije que no dejaría de cuidar de mí misma. Aún era difícil, sin embargo.

El marleyano me ayudaba en lo que podía mientras se esforzaba por sobrellevar su propio duelo. No decía nada sobre cuánto sufría, pero yo recordaba haberlo visto llorar en varias ocasiones. Tal vez creía que con esconderlo me ayudaba (o a él mismo) y por eso actuaba tan positivo últimamente.

—Escuché en el pueblo que la reina Historia volvió al palacio, eso será bueno para nosotros —comentó antes de llevarse otra cucharada de comida a la boca. Suspiré y lo miré cansada, sonriendo con resignación.

—¿Siempre tienes ganas de hablar?

—Soy un tipo conversador, lo siento —dijo encogiéndose de hombros. Se reclinó hacia atrás en la silla con la mirada perdida— Me habría gustado conversar más con ella.

—Sabes que para Sasha dejaste de ser sólo el marleyano que preparaba la comida desde hace mucho, ¿cierto? —pregunté. El rubio volteó a verme sin saber qué contestar.

—Yo... supongo que también pudo estar algo interesada en mí...

—Niccolo —lo regañé—, ustedes dos eran un par de enamorados. Unos muy tontos. —Lo vi fruncir los labios, sin estar del todo convencido, y agregué—: En verdad la hiciste muy feliz.

—¿Lo crees? —preguntó con su rostro iluminándose.

—Estoy segura. —Sonrió para sí.

No mencioné que la referencia en que me basaba era mi propia experiencia con Jean y lo mucho que tardamos en darnos cuenta de nuestros sentimientos. Supongo que es más fácil notar ese tipo de cosas en los demás. Era una pena que no hubiera hecho nada para animarlos a estar juntos; mas ya era algo que debía dejar en el pasado.

Unas horas después del desayuno nos preparamos para ir a un pueblo cercano a comprar víveres. Teníamos vegetales gracias a que Niccolo había logrado rescatar muchas de las plantas del huerto de Sasha, pero necesitábamos mucho más que eso en el día a día.

Él venía a este lugar casi a diario a trabajar. No había muchos empleos como chef en esta zona de Paradis por el momento, pero le pagaban por cargar y transportar cosas o ayudar en construcciones locales. Se le ocurrió que sería buena idea que ambos fuéramos a hacer las compras, para tomar aire o una tontería así.

Cada quien iba en su caballo, siguiendo el camino, cuando rompió el silencio con su charla, de nuevo.

—Así que... tú y yo tenemos algo en común: ambos éramos novios de soldados importantes de la Legión. Más o menos. —Lo miré de reojo y solté aire por la nariz— Sería interesante saber cómo habría resultado eso.

—Tienes razón —contesté simple. Pero entonces me permití soñar un poco y seguí hablando, dejándome llevar por esa fugaz sensación de felicidad—: Por ejemplo, cuando Jean se volviera comandante, yo habría sido la primera dama y todos tendrían que escucharme o se las verían con él.

—¿Crees que habría tomado el puesto?

—No estoy segura; pero tenía lo necesario y era muy capaz. Habría sido... habría sido increíble en él —finalicé en un suspiro.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora