Capítulo 43: Olvidas algo

468 75 12
                                    

Aviso de contenido sensible, ojo👁

• Rose •

Hacía calor. Era una mañana particularmente calurosa, y yo estaba afuera dándole de comer a Appa. Soplé el mechón de cabello que me estorbaba en la cara, y al voltear atrapé a Jean mirándome con una sonrisa, recargado en la cerca con la mejilla apoyada en su mano. 

—¿Qué tienes? —pregunté.

—Estaba recordando el fin de semana, fue muy divertido.

—Lo fue, ¿cierto?

—Y dijiste algunas cosas que me pusieron a pensar —abrí más los ojos, tratando de recordar a qué se refería.

—¿Como... como qué?

—Bueno... No es que estuvieras en tus cinco sentidos —comentó entre risas— Pero me compartiste algo sobre querer casarte con tu novio —bueno, no esperaba estar ebria cuando mencionara eso, pero era un inicio— Y... debes saber que él también quiere eso. En un futuro, me encantaría que tú y yo pudiéramos tener nuestra propia boda, verte con vestido de novia y cargarte al entrar como esposos a nuestra casa con cuartos extra y un patio para los perros.

Mis ojos empezaron a humedecerse conforme Jean seguía hablando. Escucharlo decir eso me hacía inmensamente feliz; no había nada que quisiera más que estar con él. Por eso supe que este era el momento para saber si podríamos llegar a estar juntos como ambos queríamos.

—También hay algo que debes saber. Yo... no quiero hijos —frunció el ceño, confundido por la dirección que había tomado esta conversación.

—¿Tú no...?

—Y sé que tu sí —interrumpí— Has hablado sobre una vida cómoda, con esposa e hijos... Y ese no es exactamente mi sueño. Quizás podría cambiar de opinión en el futuro, no sé qué tanto puedan cambiar las cosas; pero realmente no está en mis planes tener un hijo.

Me observaba mudo, casi congelado. Sentía que lo estaba lastimando con cada palabra, pero era necesario decirlo. Terminé de sacar todo:

—Yo te amo y me encantaría que pasáramos el resto de nuestras vidas juntos, sólo que si esta diferencia será un problema, creo que vale la pena que lo sepamos ahora.

Sujetó la cerca y se enderezó, moviéndose lentamente hacia atrás apenas unos centímetros que yo sentí como si fueran kilómetros.

—Sí, creo que... es un buen momento para tocar el tema —tragó saliva— Aunque tengo mucho en qué pensar, me tomaste desprevenido...

—¡Oh, claro! No tenemos que sentarnos a hablarlo justo ahora, piénsalo un par de días y, bueno, lo hablaremos después.

—De acuerdo. Entonces... hum... Le dije a Connie que lo ayudaría con algo, así que mejor me voy —dijo rascándose la nuca— Nos vemos más tarde.

—Sí, está bien. Hasta luego.

Lo dejé alejarse antes de entrar a la casa por mis cosas e ir a trabajar también. Nos topamos un par de veces durante el día; sin embargo, esa noche se quedó a dormir en el cuartel. Y yo no lo culpaba. Cuando él estaba hablando desde el corazón en un momento completamente romántico, le lancé una bomba sin prepararlo ni un poco ¿Qué clase de novia era?

El día siguiente fue menos incómodo. Jean volvió a la casa conmigo, charlamos de cosas triviales e hicimos algunas bromas durante la cena. Ninguno mencionaba el tema. Yo ya había dicho lo que tenía que decir, y ahora debía darle espacio y tiempo a mi novio para reflexionar. Era lo menos que merecía.

Por favor, vuelve | Jean Kirschtein | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora