3 (Editado)

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III - Ángel Guardián


Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día.



—Sí, estoy bien —repitió Kibum jugando con sus manos en el borde del sillón.

—¿Viste a alguien en estos días? —le preguntó su psiquiatra.

—La semana pasada vi a mi abuela... Y pasé el fin de semana con Minho...

"Y a una cosa que sigue acosándome desde la oscuridad", pero supuso que a su doctora no le gustaría escuchar que el tratamiento seguía sin ayudarlo a superar esa sensación de estar siendo observado todo el tiempo.

La doctora lo miró molesta, tal vez por el tono irónico que había usado o porque no le creía. —¿Y la verdad?

—¡Es la verdad! Solo hablé con Taemin, el cual sigue bastante ofendido con usted —se quejó mirándola a los ojos.

Subió las piernas al diván para abrazarse a sí mismo. Allí iban de nuevo, ella se quejaría de la poca honestidad de Kibum, le explicaría lo importante de su tratamiento y comenzaría con ese chantaje emocional que odiaba. Kibum, ¿no quieres poner orgullosa a tu mamá saliendo de esta enfermedad de una buena vez? Pon de tu parte para lograrlo.

Asqueroso. Pero él caía de todas maneras.

Odiaba venir todos los martes a las diez de la mañana para que esa mujer le pusiera ideas tontas en su cabeza. Kibum no decía que la psiquiatría fuera inútil, de pequeño había tenido algunos doctores que lo trataron muy bien y supieron ayudarlo con sus ataques de miedo. Ahora solo detestaba a la mujer. Era venir, hablar sobre lo que había ocurrido en la semana, cómo se sentía al respecto, escuchar algunas opiniones demasiado objetivas sobre su vida y nuevos ejercicios para controlar sus TOC. Ya.

Seis años llevaba con esa mujer. Sus TOC no habían cambiado, sus pensamientos y sus complejos mucho menos. Seguía siendo el mismo Kibum adolescente con miedo al mundo, solo que ahora con menos cicatrices porque se había hartado de frustrarse cada vez que intentaba suicidarse sin éxito.

Muchas veces solo se quedaba en silencio, tal vez dibujando en una servilleta, o mirando cosas en Instagram. Es que a la doctora no le gustaba mucho saber que el tratamiento seguía sin hacer efecto.

—Es la verdad, a Taemin no le gusta que lo nieguen —se quejó el rubio—. Y me parece patético de su parte seguir haciéndolo, cuando vio como él le destruía el auto.

—Pensé que habíamos convenido que esas cosas sólo están en tu cabeza.

—Y por eso me medico. Ya sé que no me curaré jamás, sé que la indiferenciada no tiene una cura posible aún —dijo con tono de molestia—. Las cosas seguirán aquí, usted me drogará, yo fingiré no verlas y seremos todos felices. ¿Qué les parece?

—Siento que no confías en mí, Kibum —acusó su doctora anotando un par de cosas en la libreta que siempre llevaba encima.

Sí, más o menos hace unos seis años sintió ganas de decir, cruzando las piernas. Estaba harto de ella y de su excusa de tratamiento psico-conductual le dijera qué cosa hacer cada día del resto de su vida como si Kibum necesitara que le dijeran que hacer. Kibum solo necesitaba dejar de ver y escuchar lo que en verdad veía y escuchaba.

Y no hablaba solo de los espíritus.

Porque esa era la doctora que siempre lo terminaba drogando. De hecho, en menos de dos años, desde la última internación, le había subido las dosis de medicamentos cinco veces.

➳Ángel ◂JongKey▸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora