4 (Editado)

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IV

Nuevo rumbo


«Cobarde es aquel que solo cambia su destino por comodidad»



Su instinto de supervivencia lo obligó a tomar el celular y llamar a Minho. Controlando sus nervios le pidió que, por favor, si podía esta noche, viniera a cenar o al menos pasara un momento. Que lo extrañaba, y lo necesitaba. Tal vez la desesperación en su voz hizo que su novio no dudara en decirle que sí.

Por eso ahora ambos estaban acurrucados en la cama. Apoyado en el pecho de Minho, Kibum contaba lo que había hecho hoy. Puede que hubiera ignorado el hecho de que había visto un Ángel Guardián. Mientras, su novio acariciaba su nuca y dejaba besos cortos en su mano derecha. Envueltos en una frazada y con la puerta trabada, no podían preocuparse por nada más que no fuera mirarse a los ojos.

—¿No debes estudiar?

—Siento que me estás echando —se quejó Minho enrulando un mechón de pelo en su dedo.

—No es eso, pero sabes que no me gusta pensar que estás distraído de tus estudios por mí —explico Kibum moviéndose un poco para poder estar más cerca de la boca de su novio—. Demasiado es el hecho de que vengas cada que te llamo.

—¿Sabes? Me merezco un beso. Hoy aprobé un parcial de Derecho Comercial... ¿Tú qué crees?

—Creo que te mereces muchísimos besos.

Si estaba en los brazos de su novio, era fácil olvidar todos los problemas que tenía en la cabeza.

.

La alarma de Minho más que despertarlo, lo asustó. Se golpeó la cabeza con la pared en la confusión de despertarse. Le dolía la espalda, como si tuviera toda la columna vertebral dura, probablemente porque no estaba acostumbrado a compartir cama con nadie.

Apagó con cuidado la alarma y volvió a taparse, no sin antes dejarle un beso en la mejilla a quien seguía dormido a su lado.

—Min~ Min~ —murmuró empujándolo por el hombro—. Arriba amor...

Minho cerró con más fuerza los ojos, apretando también los brazos alrededor de la cintura del rubio. Kibum pudo escuchar casi un ronroneo salir de su garganta. Era obvio que no tenía muchas intenciones de levantarse pronto.

—Tus clases...

—Es temprano, hoy entro más tarde —murmuró Minho dándole un beso de buenos días.

Eso lo hizo sentir menos culpable cuando se tapó de nuevo hasta el cuello. Volvió a esconder su nariz en la clavícula de Minho, le encantaba como su piel siempre olía a colonia, hasta el punto de que no sabías si ya era natural en él. Dejó algunos besos cortitos en él como disculpas por haberlo despertado sin necesidad. Adoraba quedarse de esa manera con él, cuando el mundo parecía reducido solo a ellos dos.

Se estaban acomodando otra vez cuando Minho pasó una de sus manos por debajo de la almohada y soltó una risa.

—Bummie, hay una pluma aquí —murmuró con la voz ronca, la bonita pluma estaba atrapada entre los dedos de Minho.

Suspiró. ¿Cómo iba a ser capaz de ignorar esto si no era ninguna fantasía? Era Minho teniendo esa pluma entre sus dedos, ya no podía buscar excusas tontas, ya no era solo su mente. Era algo más.

➳Ángel ◂JongKey▸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora